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La tasa de mortalidad infantil en Cuba se disparó casi un 92% entre 2018 y 2021

En 2020 fallecieron 40 embarazadas por cada 100.000 nacidos vivos, mientras el año pasado la tasa se disparó hasta las 176,6, con 175 defunciones

Muy malas noticias para el Gobierno cubano en los datos de mortalidad maternoinfantil del año que acaba de terminar. La tasa de mortalidad infantil creció un 55,1% desde el año pasado, cuando fallecieron 4,9 menores de 12 meses por cada 1.000 nacidos vivos frente a los 7,6 de 2021. En comparación con el año 2018, cuando la tasa fue de 3,9, el aumento es del 91,77%.

Los datos de mortalidad materna son, si cabe, peores. En 2020 fallecieron 40 embarazadas por cada 100.000 nacidos vivos, mientras el año pasado la tasa se disparó hasta las 176,6, con 175 defunciones. En términos porcentuales, el incremento es de 341,5 %.

El Ministerio de Salud Pública ha desgranado estos datos en su balance de 2021, difundido este domingo por la prensa oficial, aunque se presagiaba lo peor desde que el diario Invasor publicó los datos de Ciego de Ávila, la provincia con peores estadísticas. En su caso, hasta noviembre los bebés fallecidos pasaron de 23 en 2020 a 45, que se reflejaba en una tasa que pasaba del 6,4 al 13,8, mortalidades superiores a países como México o El Salvador, que no gozan de la reputación de Cuba.

Según el Ministerio de Salud Pública, el covid-19 tiene un peso fundamental en estos resultados, ya sea por efectos directos o colaterales

Ya con los datos de todo el año, la Isla mantiene unas grandes diferencias entre las distintas provincias, como en años anteriores. Repiten entre las peores la ya mencionada Ciego de Ávila, Pinar del Río con 9,6; Santiago de Cuba con 9,3; Las Tunas con 8,7 o La Habana con 8. En la zona media están Mayabeque con 7,7; el municipio especial Isla de la Juventud con 7,6; Villa Clara con 7,4; Granma con 7,4; Guantánamo con 7,4; Matanzas con 7,1; Holguín con 6,3; Camagüey con 6,1 y Cienfuegos con 6,0. Y muy lejos queda Sancti Spíritus, que se queda en un discreto 4,5, pese a todo un dato que supera los buenos años en que Cuba estaba por debajo de la tasa de 4 fallecidos por cada 100.000 nacimientos. Artemisa es la única que se libra, con el 3,9.

Según el Ministerio de Salud Pública, el covid-19 tiene un peso fundamental en estos resultados, ya sea por efectos directos o colaterales. El texto explica que el coronavirus afecta a las mujeres embarazadas porque la «altura uterina» condiciona la insuficiencia respiratoria y en muchos casos hace necesaria la interrupción del embarazo para poderlas ventilar de manera eficiente.

Además, según Sara Urgellés Carreras, jefa del Centro Materno Infantil del Hospital Militar Central Doctor Luis Díaz Soto, las embarazadas, particularmente entre la semana 26 y la 32, son más vulnerables a enfermedades e infecciones, vasculitis (que provocan pequeños trombos), diabetes (gestacional), sobrepeso, obesidad y otros trastornos metabólicos que son importantes comorbilidades para el covid-19.

En 2020 no se produjo ningún fallecimiento de embarazadas con el virus en Cuba pero en 2021 hubo 93. El empeoramiento, explican, fue notable ya con la variante beta, pero mucho más con delta. En ese momento, y en consonancia con los datos del resto del país, aumentaron las muertes, con 22 en julio, 39 en agosto, 18 en septiembre y 8 en octubre, cuando ya se perciben, alegan, los efectos de la vacunación.

En ese momento, y en consonancia con los datos del resto del país, aumentaron las muertes, con 22 en julio, 39 en agosto, 18 en septiembre y 8 en octubre

Por otra parte, explica la nota, aumentó el número de nacimientos prematuros para tratar a las gestantes, lo que afecta al sistema nervioso central y puede provocar hemorragias, trastornos auditivos, oculares, de conducta y enfermedades renales.

También, añade la doctora, el covid-19 puede provocar la muerte del feto o afectar al crecimiento del bebé, al disminuir el aporte nutricional y de oxígeno a la placenta, lo que ocasiona trastornos en diferentes órganos y patologías.

La crisis sanitaria causada por el coronavirus ha impedido el normal funcionamiento del Programa de Atención Materno Infantil (Pami) y este año, en total, en la Isla nacieron 99.093 nacidos vivos, 5.945 menos que el año anterior.

«Hemos mantenido una tasa de mortalidad infantil por debajo de cinco por cada mil nacidos vivos en los últimos años, y era el propósito propuesto para estos últimos dos años. No cumplir con ello nos duele por la sensibilidad que implican nuestros niños», dijo José Angel Portal Miranda, ministro de Salud Pública.

Sin embargo, el coronavirus no ha sido el único obstáculo para mantener los buenos datos que el régimen siempre ha exhibido como orgullo nacional. El pasado mes, cuando se reportaron los datos de Ciego de Ávila, un doctor advertía en la prensa nacional que el Pami llevaba años abandonado.

Ernesto René, que trabajó durante 34 años en el programa, afirmó entonces que los grupos de trabajo no están completos y falta apoyo del sector. «Se han perdido profesionales con experiencia en el Pami por políticas y decisiones en la provincia de sus directivos de forma totalmente equivocadas y carentes de ciencia y de experiencia», expuso. Además, añadía que no se ha cuidado al personal que labora en este ámbito y la falta de motivación ha llevado al abandono, lo cual ha llevado a niveles de mortalidad impropios en el país para este siglo, conduciendo a problemas secundarios como la depresión entre las familias de quienes pierden un bebé o a la madre.

Es el caso de Diona, una joven de 26 años que falleció este noviembre cuando estaba a punto de dar a luz. La muchacha, de cuyo caso tuvo conocimiento este diario a través de sus familiares, se dirigió al Hospital Ginecobstétrico Ramón González Coro de La Habana, donde una prueba rápida determinó que estaba contagiada de dengue.

Es el caso de Diona, una joven de 26 años que falleció este noviembre cuando estaba a punto de dar a luz

«Las embarazadas con dengue no se atienden aquí», le dijeron después de varias pruebas y extracciones de sangre y cuando las petequias (manchas en la piel, debidas a efusión interna de sangre) se extendían ya por todo su abdomen y pecho.

Después de horas, apareció una ambulancia para trasladar a la embarazada –ya con seguidas contracciones de parto– hasta el Hospital Nacional, donde son derivados estos casos. Pero al llegar, un nuevo análisis concluyó que no tenía, presuntamente, la enfermedad diagnosticada.

Diona tuvo que esperar varias horas por otra ambulancia que la regresara, tras casi doce horas después de comenzar el trabajo de parto al González Coro, donde falleció. «No nos han permitido ver el cadáver porque se desangró por todas partes. El dengue estaba más avanzado de lo que creían», reconoce un familiar.

En este caso, el niño salvó la vida, pero la familia está en duelo y con la duda de si el sistema sanitario pudo haberla salvado.

 

 

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