La tempestad en Venezuela preocupa a los cubanos
Niños juegan ante imágenes de Hugo Chávez y el Che pintadas en una pared de La Habana. 25 de abril de 2017. (AP)
Algunas refinerías han quedado a oscuras. A miles de trabajadores el Estado les ha recortado las raciones de gasolina. Es casi imposible encontrar materiales de construcción.
No obstante, aún no se concreta el temido retorno al «Periodo Especial», el eufemismo que utilizó el Gobierno para nombrar la etapa de apagones y hambre que atravesó Cuba en los 90, tras la desaparición del campo socialista. Por ahora, el crecimiento del turismo y de las remesas parecen compensar la mayor parte del golpe de un recorte de casi el 50% en los envíos petroleros de Venezuela, reporta la AP.
El impulso generado por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos en 2015 no ha dado muestras de desaceleración: Cerca de 285.000 turistas estadounidenses visitaron la Isla en 2016, un incremento del 76% respecto al año previo, y el Gobierno cubano dijo que más de cuatro millones de viajeros eligieron Cuba el año pasado, cifra que podría superarse en 2017.
«Todavía no hemos vivido el ‘Período Especial’ y pienso que no lo vivamos», dijo Ramón Santana, un conductor de bicitaxi de 52 años de edad. «Antes éramos dependientes de un solo país, ahora tenemos comercio con muchos. Antes si se caía la Unión Soviética se pensaba que nos moríamos. No nos morimos. Aquí estamos».
Pero las interminables filas para subir a un autobús y la falta de productos como leche, pintura y cemento preocupan a los cubanos, que siguen de cerca la situación en Venezuela en busca de señales de un mayor recorte en los embarques de crudo.
Hasta ahora, el Gobierno de Raúl Castro ha concentrado el ahorro en el sector público, al cortar el uso de aires acondicionados y las horas de trabajo de verano en las oficinas gubernamentales y, más recientemente, al eliminar el abastecimiento de gasolina «especial», de mayor octanaje, para los empleados del Estado.
La gasolina especial es completamente importada, mientras que la regular se mantiene a través de una pequeña pero constante producción petrolera local. Los propietarios de autos más modernos con inyección de combustible compran la gasolina especial siempre que la puedan costear, para impedir que el combustible de menor octanaje dañe el motor de sus vehículos.
Funcionarios de alto rango con autos otorgados por el Gobierno reciben una ración mensual de combustible; su sueldo de menos de 30 dólares al mes les imposibilita costear la gasolina, que vale más de un dólar por litro. Como sucede en básicamente en todos los aspectos de la economía cubana, las tarjetas de combustible especial que se entregan a los empleados públicos han dado pie a un próspero mercado negro.
Desde el 1 de abril, el Gobierno ordenó a las estaciones de gasolina que dejaran de vender combustible especial a los poseedores de esas tarjetas, lo que orilló a los empleados estatales a acudir a las bombas de gasolina regular, y obligó a empresarios y diplomáticos a adquirir combustible en efectivo. Eso derivó en temores de desabasto y compras de pánico, que se reflejan en las largas filas para cargar combustible.
Muchas de las estaciones de gasolina en la capital aparentemente dejaron de vender incluso el combustible regular y tienen sus bombas bloqueadas. Sin ninguna explicación, desapreció desde hace días la columna de humo negro que emanaba de la refinería Ñico López, frente a la Bahía de La Habana. El cielo es más claro, pero los habitantes de la capital también están más preocupados por las reservas de hidrocarburos en Cuba.
Reemplazar el dinero del petróleo con los dólares del turismo ha acelerado tanto el declive de las empresas administradas por el Gobierno como el crecimiento de su pequeño sector privado. Mientras el dinero del petróleo se destinaba por completo al Estado, el turismo se inclina más por la empresa privada: conductores de taxis, restaurantes y hostales que brindan un mayor valor de servicio a los turistas que intentan evitar los altos costos y el mal servicio en los comedores y hoteles administrados por el Estado.
«Aquellos que trabajan en el sector privado, de alguna manera han logrado mejorar su calidad de vida«, dijo Omar Everleny Pérez, economista cubano y experto en el sector privado, citado por la AP. «El trabajador del Estado que cobra un sueldo no tiene ese beneficio».
También existe una disparidad geográfica. Las zonas y poblados rurales que no atraen al turismo sufren de desabastos más profundos y prolongados.
En Cuba existe una sensación generalizada de que si se presentan más recortes del petróleo venezolano, el país rebasaría su límite y sufriría problemas económicos que ya los cubanos no estarían dispuestos a soportar como hicieron con el Período Especial de los 90.
Raúl Castro ha prometido dejar el poder en febrero de 2018. Su sucesor más viable parece ser su primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, de 56 años. Pero el Gobierno no ha dicho nada sobre el proceso de transición de poderes. Los cubanos se muestran sumamente escépticos de que un nuevo líder, tras casi 60 años de castrismo, pueda guiar a la población a través de un nuevo periodo de profunda crisis económica.
«Si se cae Venezuela, cambia Venezuela, no nos mandan más petróleo. Nos las vamos a ver como en 1991-1992 al 1993, difícil», dijo Li Nelson Florentino Abreu, un ingeniero electricista jubilado de 80 años de edad. «El cubano no es carnero, no es aguantón, el cubano sabe hoy en día defender sus derechos», opinó.