La violencia contra la mujer arrecia en Venezuela
En el primer trimestre de 2020 hubo 21 casos de mujeres asesinadas por sus parejas, un crimen en escalada que hay que frenar
La abogada Arleteh Figueredo Rodríguez, especialista en Derechos Humano e integrante de la Comisión para la Prevención de la Violencia de Género del Colegio de Abogados de Caracas, enciende las alarmas.
En conversación con Aleteia confirmó la cifra y ahondó en causas y consecuencias. “Es una cifra importante no registrada en tan corto lapso de tiempo. En Venezuela, nunca”.
¿Cómo entender este tipo de violencia en un país matriarcal, donde la madre es el eje del hogar y muchas veces quien lleva el sustento, donde la familia es, como decía el notable sociólogo y sacerdote salesiano recién fallecido Alejandro Moreno, “matricentrada”? Cómo razonar esa agresividad contra la mujer en un contexto tan inclinado a honrar y hasta venerar a la mujer-madre”?
El hombre de la casa
“Hay diferentes móviles –dice la abogada- una combinación de temas sociales que atañen a las familias. Los índices de violencia intrafamiliar se están incrementando, sin embargo, no son denunciados. Ni siquiera se trata de muertes debidas a la violencia de calle, tan común en Venezuela por estos tiempos: son los maridos y, ojo!, también los padres y hasta los hermanos. Es el hombre de la casa quien ejerce al violencia”.
Recordemos que el país se halla en pobreza extrema, donde más de 9 millones de venezolanos enfrentan deficiencia alimentaria, situación que incluye y afecta considerablemente a las mujeres de nuestro país. Y la desnutrición infantil se ubica entre 13% y 16% según estadísticas de Unicef y Caritas-Venezuela.
Este cuadro afecta fuertemente la sensibilidad de las madres de familia, quienes están bajo presión, siendo frecuente que las demandas deriven en discusiones donde los ánimos se salen de control y ocurre la violencia física y el asesinato. Es de hacer notar que, hasta el momento, el hecho de que los esposos o concubinos mataran a sus mujeres era muy poco frecuente por no decir inexistente en nuestro país.
Diversas organizaciones y ONG monitorean los casos de asesinatos de mujeres en Venezuela. “Se hace difícil –dice – pues son contados los que se denuncian. El machismo ha llegado de la mano de la agresión y la violencia inoculadas en esta sociedad y se ha instalado en los hogares”.
Es innegable la relevancia social que ha adquirido la mujer, su presencia en las cosas públicas, su coraje, la preponderancia que ha ganado en diversas actividades, incluso dentro de los poderes públicos y la empresa privada donde ejercen altos cargos. “La sociedad ha dado un giro hacia el reconocer a la mujer su arrojo y sus capacidades, enfatiza Figueredo”. Pareciera que esta realidad ha desatado frustraciones entre la población masculina lo que, conjuntamente con la imposibilidad de resolver carencias y faltas básicas en el hogar, ha conducido en muchos casos a la violencia.
¿Es posible la prevención?
En un contexto como el que se vive en Venezuela, se imagina muy difícil la prevención. ¿Será ella realmente posible mientras el entorno no cambie?
“Sí lo es -nos responde- siempre partiendo de la sensibilización, no solamente para las mujeres a fin de que entiendan que están dentro del ciclo de violencia; también para los hombres quienes deben también comprender sus motivaciones y controlar sus reacciones. Para ellos, hemos diseñado una formulación de talleres que ayudan a identificar los tipos de violencia y determinan cuál de los 21 tipos de violencia que tipifica la ley en este país, pudieran estar sufriendo y cómo encararlos, a través de un abordaje sicosocial y legal”.
Se pensaría que es de perogrullo pero muchas mujeres ni siquiera saben que están insertas en la violencia intrafamiliar y ser conscientes de ello podría evitar males mayores y convencerlas de la necesidad de buscar ayuda y, aún, denunciar las distintas agresiones que pueden desembocar en feminicidio.
“Hay violencia sicológica, física y patrimonial –explica la experta- tenemos todos los casos. Formar al hombre para que maneje los conflictos o tensiones sin recurrir a la violencia contra su pareja es también parte de lo que trabajamos en nuestros talleres. Buscamos que no se convierta en un agresor”.
El ciclo de la violencia: la rana en el agua tibia
Para cualquier observador, eso de que la mujer no sea consciente de que sufre violencia es poco menos que incomprensible. “Pero así es, la mujer no está clara en lo que ocurre. De allí que no hay denuncias. Muchos científicos doctrinarios que han estudiado el tema determinaron que el ciclo de violencia avanza gota a gota ” detalla Arleth.
“Comienza con descalificaciones hacia la mujer, siguen los insultos, luego el reclamo por faltas como no hacer una tarea o hacerla de manera deficiente. Eso va creciendo como bola de nieve y termina, en muchos casos, con el asesinato. El asesinato no llega de un día para otro. Es un proceso sistemático y en escalada”, prosigue.
Tal vez por ello, concluimos, la mujer no se percata y, para muchas, es tarde. Es como la fábula de la rana en el agua tibia, la cual que se va calentando y, cuando viene a ver, se quemó y murió.
Sin cifras oficiales
En este país, no las hay. La Comisión del Colegio de Abogados recibe las denuncias, se trasladan a la morgue en busca de información que detalle el caso y conocer el móvil.
“Desde allí –dice- estamos construyendo cifras. Hasta el momento van 21 feminicios, solo en el primer trimestre del 2020. Generalmente los perpetradores son los hombres, los maridos, compañeros, concubinos, novios, es decir, quien hace vida sentimental con la mujer. Y lo más revelador, algunos casos registran muertes por armas blancas, puñales o cuchillos, pero lo más frecuente es a golpes. Algo dramático”.
¿Vale la pena denunciar en Venezuela?
A pesar de todas las fallas del sistema judicial, nuestra entrevistada sostiene:
“Hay una jurisdicción especial, que no es la penal ordinaria, que atiende los casos de violencia contra la mujer. Las penas que surgen de allí son muy fuertes y han surtido algún efecto, más sicológico que jurídico, pero son disuasivas ya que son coercitivas. En otras palabras, si golpeo, discrimino o vulnero (de la manera que sea) a una mujer, soy sujeto a una sanción de tipo penal”.
Centroamérica lidera la triste estadística
En la escalada de violencia hacia la mujer, hay países que están peor que Venezuela en el contexto latinoamericano, lo cual no es un consuelo, obviamente. Guatemala y El Salvador tienen rangos mucho más elevados de violencia contra la mujer. “En Nicaragua también –acota nuestra entrevistada- la escalada de violencia intrafamiliar es grave. En general, Centroamérica está muy mal en este sentido”.
Hay un tema de acceso a la conectividad que subyace aquí:
“Hay mujeres que son tan víctimas que ni siquiera tienen posibilidad de acceso a los talleres que tenemos en las redes sociales, pues ni siquiera tienen un celular con esa capacidad; otras, ni teléfono tienen. Hay casos en que, para poder comunicarnos con la mujer-víctima tenemos que hacerlo a través de una vecina pues el marido le prohíbe usar el teléfono. Tienen mucho miedo pues patrimonialmente dependen de los hombres que están con ellas. Eso nos ha dificultado mucho las cosas”.
Violencia institucional
No obstante, el abordaje es el contacto con ellas, al final de los talleres:
“Se nos acercan muchas mujeres y nos contactan a través de las redes diciéndonos que son víctimas de violencia y pidiendo ayuda. Es allí cuando podemos actuar plenamente. Somos un grupo de abogados en la Comisión quienes les hacemos el acompañamiento y les brindamos asistencia ante los órganos de investigación penal como la Fiscalía, CICPC y la Policía Nacional Bolivariana para que les tomen la denuncia, ya que las mujeres son muy despreciadas cuando acuden a estos órganos receptores de denuncias. El funcionario no es sensible ante el tema, razón por la cual las estadísticas de denuncias son tan fallas. Las ponen a esperar por horas. Imagínate una mujer de escasos recursos, sector donde mayormente sucede la violencia, que debe atender su hogar, que probablemente tiene sus hijos solos, pues sencillamente se va y no completa la denuncia. Eso también es violencia institucional, la que también está tipificada dentro de la Ley”.
Este grupo de abogadas trabaja bajo el lema “Justicia para todas” y, cuando pedimos que nos definan, en una frase, el cuadro de la violencia de género en Venezuela, un drama que se hace cotidiano, dice: “en escalada que hay que frenar”.