Las ambiciones contradictorias de la diplomacia argentina
La política exterior del presidente argentino Mauricio Macri, que al principio de su gestión mostró una posición combativa frente a la crisis de Venezuela, es ahora una política marcada por las contradicciones
La política exterior del presidente argentino Mauricio Macri, que al principio de su gestión mostró una posición combativa frente a la crisis de Venezuela, es ahora una política marcada por las contradicciones: por un lado, la ambiciosa gestión de la canciller Susana Malcorra, que apuesta todo su capital para tratar de obtener para Argentina la Secretaria General de las Naciones Unidas; y por otro, las promesas incumplidas de luchar contra la persecución política en la región que una vez ofreció Macri.
Estuvo a cargo de la logística en la Organización de Naciones Unidas (ONU), un departamento con poder y recursos, responsable por el despliegue de alimentos, asistencia a refugiados y tropas de paz, elementos claves en la mediación de conflictos internacionales.
Su gran ambición es conocida en la organización, particularmente su deseo de llegar a la cima. Pero uno de los puntos débiles de Susana Malcorra, actual canciller de Argentina, era la falta de trayectoria y experiencia política, de acuerdo a varias personas familiarizadas con su carrera consultadas por Vértice.
Ingeniera que trabajó por más de una década en la subsidiaria argentina de la transnacional tecnológica IBM, Malcorra llegó a las Naciones Unidas como tecnócrata sin haber ejercido cargos políticos. “Pero estaba decidida a remontar la cuesta”, dijo una de las personas que conoció su desempeño desde el principio en la ONU, reseñó Castro Ocando.
Usó los recursos de la división de logística para ascender en la compleja burocracia de la organización, hasta llegar a la jefatura de gabinete del secretario general Ban Ki Moon.
“Donde iba Ban Ki Moon iba Malcorra. Tejió relaciones externas, con la libreta de teléfonos del Secretario General en mano”, indicó la fuente. También aprovechó su ascendencia sobre el Secretario General para hacerse de aliados dentro de la ONU.
Su gran oportunidad de saltar a la arena política, y de ahí a la competencia por el puesto de Secretario General de la ONU, fue el ofrecimiento del presidente argentino Mauricio Macri para que se hiciera cargo de la Cancillería de su país, a pesar de la escasa afinidad política entre ambos.
Pero incluso antes de la llegada de Macri, ya Malcorra había comenzado a mover sus piezas en su ambicioso ajedrez para llegar al máximo cargo de la ONU.
“Los arreglos de Malcorra, entre ellos con Venezuela, son antes de la llegada de Macri. El incentivo de atar acuerdos con Venezuela tiene que ver con la presencia de ese país como miembro del Consejo de Seguridad ampliado de la ONU. Y las conversaciones de pasillo en la ONU dicen que Malcoma ya cuenta personalmente con el apoyo de Venezuela para ser candidato al organismo”, indicó la fuente diplomática.
De hecho, la televisora estatal Venezolana de Televisión (VTV) difundió un comunicado de felicitación a Malcorra tras su nombramiento como Canciller del gobierno de Macri, y mostró imágenes de Malcorra al lado de la canciller venezolana Delsy Rodríguez durante un encuentro en Nueva York, cuando la argentina era todavía la jefe de gabinete de Ban Ki Moon.
Conflicto de interés
Macri llegó al poder utilizando sus sonoras denuncias sobre las violaciones del gobierno de Venezuela a las libertades políticas como uno de sus ejes de campaña. En reiteradas ocasiones se pronunció respecto a la situación de los Derechos Humanos y los presos políticos en el país.
Por ejemplo, en Febrero de 2014, le dirigió una carta a Nicolás Maduro titulada “Donde usted ve al enemigo, yo veo venezolanos”. Entre otras cosas, Macri le exigió a Maduro con dureza la liberación de presos políticos y que controlara “las fuerzas parapoliciales que esparcen el miedo y la muerte a balazos”. También lamentó que los venezolanos “ya casi se quedaron sin medios de comunicación porque usted los cerró, los ahogó, los persiguió, y hasta los echó del país”.
Sin embargo, desde su nombramiento como canciller de Argentina, las declaraciones del presidente Macri se han visto aplacadas y en algunos casos contrastadas por las opiniones de Malcorra, con respecto al tema venezolano, dejando en el camino serias interrogantes sobre quién establece la política exterior de Argentina.
Una semana antes de ser electo como nuevo presidente, el 15 de Noviembre de 2015, Macri difundió un mensaje por la red Twitter asegurando que se comprometería “a suspender a Venezuela del Mercosur por sus abusos con la democracia”.
El 23 de Noviembre de 2015, un mes antes de la cumbre anual de Mercosur, Macri ratificó que exigiría aplicar la cláusula democrática a Venezuela, de acuerdo a los reglamentos del bloque económico.
“Lo vamos hacer como lo dijimos en la campaña. Vamos a invocar la cláusula democrática contra Venezuela, le corresponde por los abusos y por la persecución a los opositores”, declaró entonces el mandatario argentino.
Cuando la oposición venezolana ganó el control absoluto de la Asamblea Nacional tras las elecciones parlamentarias del 6 de Diciembre de 2015, Malcorra se apresuró a decir que ya no había condiciones para aplicar la cláusula democrática del Mercosur contra Maduro, como lo había prometido Macri.
“La cláusula democrática se aplica sobre hechos y el hecho eran las elecciones del día de ayer. Creo que hoy podemos decir que las elecciones han funcionado dentro de lo que el marco democrático establece y todo indica que los resultados han sido reconocidos por Maduro”, indicó Malcorra, sin mencionar la persistencia de “los abusos” y “la persecusión a los opositores” denunciada por Macri dos semanas antes.
Macri no cumplió con su promesa de solicitar la aplicación de la cláusula democrática a Venezuela, pero en la cumbre de Mercosur en Paraguay, el 21 de Diciembre de 2015, cuestionó la democracia propugnada por Maduro afirmando que en el bloque económico suramericano “no puede haber lugar a persecuciones ideológicas”. También insistió en la liberación de presos políticos, entre ellos el candidato presidencial Leopoldo López y el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, amigo personal de Macri.
“Pido expresamente a todos los presidentes la pronta liberación de los presos políticos en Venezuela”, dijo el presidente argentino en la apertura de la cumbre de Mercosur. “En los estados parte de Mercosur no puede haber lugar a persecuciones ideológicas. Mi visión de la democracia va mucho más allá que acudir a las urnas cada cierta cantidad de tiempo.
La democracia es una forma de vida, un pacto de convivencia”, acotó, en contraposición a las afirmaciones de Malcorra pocos días antes.
El siguiente episodio que confirmó la bipolaridad de la diplomacia argentina se produjo durante la sesión extraordinaria en la Organización de Estados Americanos (OEA) a principios de Mayo pasado, para discutir la crisis venezolana, y una posible aplicación de la Carta Democrática del organismo multilateral.
A diferencia de la posición radical que había mostrado Macri meses antes, la canciller Malcorra suavizó la postura argentina ante el caso Venezuela, en abierta discrepancia con la línea presidencial.
“Me parece que la discusión de la Carta Democrática es apresurada. Antes es importante elaborar una oportunidad de mediación y diálogo”, declaró Malcorra.
Horas después de ese debate en la OEA, el presidente Macri propuso una salida más radical a la crisis venezolana, en un encuentro con un grupo de corresponsables extranjeros en Buenos Aires. Macri le pidió a Maduro que abriera “la puerta al diálogo para que se dé un proceso de transición porque así Venezuela no puede continuar”.
Según expertos en la región, las constantes contradicciones entre Macri y Malcorra dejaron de ser una evidencia anecdótica, para convertirse en serio problema político y diplomático.
La canciller “no puede tener, como ministra de Exteriores, una ‘política Malcorra’. Su declaración en la OEA sobre Venezuela fue la típica de una persona que aspira a presidir un organismo integrado por 193 países”, dijo a Vértice Diego Arria, ex embajador de Venezuela en la ONU y actual dirigente de la oposición.
“La Argentina abandonó en presencia de su canciller el compromiso asumido por el presidente Macri de velar y luchar por la causa de los derechos fundamentales, las libertades públicas y la democracia, específicamente en el caso de Venezuela”, dijo en una declaración el director de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco.
“No puede ser casual que los términos “democracia”, “derechos humanos” y “presos políticos” no fueran pronunciados por la canciller argentina”, durante su intervención en la sesión extraordinaria de la OEA, subrayó por su lado el analista Héctor Schamis, académico de la Georgetown University, en Washington.
El último episodio tuvo lugar esta semana en la sede de la OEA, en una operación diseñada por la propia canciller Malcorra, e implementada por el embajador argentino ante la OEA, Juan José Arcuri, para neutralizar los intentos del secretario general Luis Almagro de intervenir en la crisis venezolana, mediante la aplicación de la Carta Democrática.
Como reveló en exclusiva Vértice, el embajador Arcuri intentó presionar a Almagro para posponer la presentación de su informe sobre Venezuela, a fin de ganar tiempo y movilizar el apoyo de países para bloquear cualquier iniciativa contraria al régimen de Maduro.
Una carrera accidentada a Naciones Unidas
Cinco meses y medio después de su juramentación como canciller, el 23 de Mayo pasado, el presidente Macri postuló a Malcorra oficialmente como candidata a presidir la ONU, organismo que deberá elegir el sucesor de Ban Ki Moon antes de que finalice el año.
Macri describió con elocuencia la trayectoria de Malcorra.
“Con decir una gran candidata me quedo corto, es una excepcional candidata. Podría hablar horas de las cualidades de Susana Malcorra”, dijo Macri.
Tratando de obviar las abundantes contradicciones entre ambos, Macri acotó que “la postulación de Malcorra es coherente con lo que intentamos, que es volver al mundo”.
La competencia para Malcorra no será fácil. Ya existen una decena de aspirantes, principalmente de países de Europa del Este como Croacia, Macedonia, Eslovenia, Montenegro, Moldavia y Bulgaria
Cualquiera de ellos deberá pasar un filtro de hierro: que ninguno de los cinco países miembros del Consejo Permanente de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Francia, Rusia, Reino Unido y China) le aplique el veto.
Con todos Malcorra ha tenido contacto reciente: Francia manifestó su apoyo a la forma como el gobierno de Macri manejó el tema de los fondos buitre y Malcorra les mandó a decir que muchas gracias; en febrero recibió al presidente francés Francois Hollande en el aeropuerto de Ezeiza. Con su par ruso, Sergei Lavrov, se vio en abril: dos semanas después de la visita de Barack Obama a Buenos Aires, Malcorra viajó a Moscú para reforzar alianzas y negocios con el gobierno de Vladimir Putin. Y también se reunió con el canciller de Reino Unido en Mayo, en el primer encuentro entre los representantes de la política exterior de ambos países desde 2002.
Recientemente en China, Malcorra dijo que esperaba sentar las bases de una relación “seria, madura y previsible” y reconoció que iban a continuar dos proyectos firmados por Cristina Fernández que habían sido criticados por Cambiemos, el grupo de Macri: los proyectos de centrales nucleares y la base espacial de Neuquén. “Sabemos que en el inicio de la administración se generaron dudas respecto de la reafirmación de este compromiso, pero su revisión era necesaria para reafirmar que esos acuerdos de Estado tenían una validez de largo plazo”, explicó Malcorra.
Pero la canciller enfrenta varios obstáculos que no serán fáciles de remontar. En Naciones Unidas, la canciller dejó problemas pendientes: una investigación por incumplimiento de los deberes de funcionario, y un escándalo que tiene su nombre en el centro. Se trata de una investigación independiente en el seno de la ONU que determinó la existencia de abuso sexual de menores por parte de miembros de las fuerzas internacionales de mantenimiento de paz en la República Centroafricana, entre Diciembre de 2013 y Junio de 2014. En total 13 niños, varios de ellos huérfanos, abusados por 16 soldados de la fuerza de paz: 11 eran franceses, tres de Chad, y dos de Guinea Ecuatorial. Otros siete Cascos Azules de la ONU actuaron como cómplices. El informe implica a 23 soldados en total.
Informes sobre los casos de abuso sexual fueron filtrados por un funcionario de la oficina de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, Anders Kompass. Lejos de reconocer los casos e impulsar una investigación transparente sobre el escándalo, funcionarios de alto nivel del organismo, entre ellos Malcorra, actuaron para silenciar a Kompass y encubrir los abusos.
El nombre de Malcorra aparece involucrado en ese intento de encubrimiento, de acuerdo a los documentos filtrados por primera vez al público por la campaña Code Blue, de la organización Aids-Free World, a mediados de 2015. De acuerdo a reportes, Malcorra organizó reuniones en marzo y abril de 2015 con otros altos funcionarios, a efectos de diseñar una estrategia para neutralizar a Kompass. Además de Malcorra, fueron parte el alto comisionado para los Refugiados, Zeid Ra’ad Al Hussein; la alta comisionada adjunta, Flavia Pansieri; el subsecretario general (USG) para OSSI, Carman Lapointe; y la directora de la Oficina de Ética de la ONU, Joan Dubinsky.
Poco tiempo después de las reuniones de alto nivel organizadas por Malcorra, el Alto Comisionado para Refugiados Al Hussein solicitó formalmente una investigación sobre Kompass por su “filtración” de la denuncia de abuso sexual en la República Centroafricana, con el objetivo de forzar su renuncia.
Durante la semana del 13 de abril de 2015, y ante su negativa a renunciar, Kompass fue suspendido con goce de sueldo y escoltado fuera de la sede del organismo. Susana Malcorra declaró a los medios que Kompass estaba siendo investigado porque era culpable de mala conducta. El funcionario fue suspendido y sometido a una investigación administrativa interna. Finalmente fue reincorporado a su trabajo luego de que un juez dictaminara que su suspensión por parte de la ONU había sido ilegal.
Durante toda la investigación, las víctimas, menores de edad, no aparecieron mencionadas en las declaraciones, ni se registraron expresiones de inquietud sobre su bienestar. Nadie mencionó el apoyo prestado a los niños víctimas; esas omisiones ni se observaron ni explicaron. El único foco de atención e interés de los altos funcionarios de ONU fue la filtración de Anders Kompass.
Otro de los temas que está atrayendo más críticas al desempeño de Malcorra está relacionado con la reciente crisis venezolana y las discusiones que han tenido lugar en la OEA bajo el protagonismo argentino.
En la sesión de emergencia convocada este miércoles 1 de Junio en el organismo regional para discutir un acuerdo conjunto sobre la situación venezolana, el embajador argentino en la OEA, Juan José Arcuri, jugó un papel clave para desactivar los esfuerzos del Secretario General Luis Almagro, para abrir una mediación más directa y decisiva en Venezuela, según contempla la Carta Democrática de la organización.
Tras una sesión maratónica, el Consejo Permanente de la OEA, presidido por Arcuri, produjo un acuerdo de consenso en el cual, según observadores, se favorece la posición de rechazar la injerencia del organismo para presionar al gobierno de Nicolás Maduro.
“No hay forma de resolver el problem de un país importando la solución desde afuera”, declaró la canciller Malcorra en una conferencia de prensa.
“Pena (de la) posición Argentina (en la) sesión OEA. Creíamos otra cosa después (de) declaraciones sobre Vía Macri recién electo. Cristina al menos no era hipócrita”, escribió en un mensaje por la red Twitter el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Henry Ramos Allup, criticando la posición ‘suavizada’ de Argentina en la OEA frente a la crisis venezolana y la eventualidad de la aplicación de la Carta Democrática para intervenir en el país petrolero.