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Las bases del SPD aprueban por mayoría repetir la Gran Coalición con Merkel

Dietmar Nietan, a la izquierda, y Olaf Scholz, anuncian este domingo los resultados de la votación del SPD. FELIPE TRUEBA (EFE) ATLAS

Con un apoyo del 66%, los afiliados ponen fin a más de cinco meses de bloqueo político en la primera economía europea

Vía libre para un gobierno de Gran coalición en Alemania y una inyección de alivio para las cancillerías europeas. Las bases del partido socialdemócrata alemán (SPD) han dicho “sí” a una reedición de la gran coalición con el bloque conservador de la canciller, Angela Merkel y han evitado el escenario más temido: una crisis aguda en la primera economía europea.

Con la aprobación de las bases, Berlín pone fin al bloqueo político que dura ya más de cinco meses y el cuarto mandato de Merkel empieza a cobrar cuerpo. El SPD acudía dividido a una consulta considerada crucial para el futuro de Alemania y de Europa, pero también para la socialdemocracia alemana, que atraviesa horas bajas y una monumental crisis de identidad. Al final, un 66% de los afiliados del SPD se pronunció a favor del acuerdo de gran coalición en una votación que ha contado con una alta participación. El 78% de los 463.723 censados ha participado en la consulta.

“La gran mayoría de los miembros del SPD han seguido la recomendación de la dirección [del partido]”, anunció en torno a las nueve y media de la mañana en la sede del partido socialdemócrata en Berlín, Olaf Scholz, presidente en funciones del SPD. “Ahora está claro: el SPD formará parte del nuevo Gobierno alemán”.

La canciller Merkel se limitó a felicitar al SPD “por el resultado claro” y adelantó su disposición a “trabajar juntos por el bien del futuro de nuestro país”, dijo a través de la cuenta de Twitter del partido. El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, se alegró de que “el periodos de incertidumbre haya terminado”. La votación del SPD marca también el inicio de una nueva fase en una Europa necesitada de reformas y que esperaba impaciente el impulso del motor franco-alemán.

120 voluntarios del SPD llevaban desde las diez de la noche del sábado contando papeletas de cientos de miles de afiliados, que han acabado por refrendar con la nariz tapada el proyecto de gran coalición, capaz de poner fin al periodo de desgobierno más largo de la historia de la Alemania moderna. Sin el consentimiento de las bases, la crisis, que dura ya más de cinco meses en los que los partidos alemanes han sido incapaces de ponerse de acuerdo para formar gobierno habría entrado en fase aguda.

A partir de ahora en cambio, arranca una hoja de ruta, que deberá culminar con la formación de un Ejecutivo en Berlín a mediados de marzo, cuando Merkel someta su cuarto mandato a la votación del Bundestag. Alternativa por Alemania, (Afd), la extrema derecha, pasará a ser la primera fuerza de la oposición en el Bundestag. Próximamente, el SPD hará pública su lista de ministros que deberán compartir Gabinete con los representantes del bloque conservador (CDU/CSU). Durante los últimos días se ha impuesto la ley del silencio sobre nombres y carteras en las filas socialdemócratas para evitar que se repitiera el bochornoso espectáculo que rodeó a la pugna por la cartera de Exteriores y que acabó con la caída en desgracia del ex jefe del partido, Martin Schulz.

Pero más allá del alivio inicial, en Alemania a pocos se les escapa que esta gran coalición III nace torcida. Que es un matrimonio que no desea ninguno de los consortes y que es el mal menor al que ambas formaciones (CDU/ CSU y SPD) se aferran en aras de la gobernabilidad de Alemania. Abundan los políticos y analistas que le otorgan un máximo de dos años de vida a una convivencia entre dos bloques políticos muy debilitados y en busca de una nueva identidad. Los dos grandes partidos alemanes cosecharon sus peores resultados desde 1949 en las pasadas elecciones de septiembre. Ambos buscan ahora regenerarse y reconectar con un electorado, que también en Alemania coquetea con los extremos y que en septiembre dejó claro que la fórmula de gran coalición les resulta cada vez menos atractiva.

Los afiliados socialdemócratas que han defendido el “no” sostienen que una nueva gran coalición podría suponer el clavo en el ataúd de un partido que desciende sin aparente freno en las encuestas y al que la alianza con el bloque conservador durante ocho de los últimos doce años, le ha pasado una importante factura electoral. A partir de ahora, el SPD deberá trabajar para restañar la fractura que ha dividido en dos al partido a raíz del dilema que ha suscitado la participación en una nueva gran coalición.

Las dinámicas juventudes socialdemócratas, los Jusos, lideraron la campaña de oposición a la Groko, como se conoce a la gran coalición en Alemania, y han perdido, aunque no del todo. La dirección del partido insiste en que han comprendido que va a resultar fundamental el empuje de esa otra alma del partido en la nueva fase que ahora arranca. Y que Kevin Kühnert, el elocuente líder de los Jusos debería participar de lleno en el proyecto de renovación del partido, para evitar que esta gran coalición acabe por reducir al SPD a la sombra de lo que hace no tanto fue. El líder Juso no ha bajado de momento la guardia. “Decepción”, tuiteó ayer Kühnert. “La crítica a la gran coalición se mantiene”, añadió.

El SPD, que marcó su mínimo histórico con un 20,5% de los votos en septiembre rechazó inicialmente reeditar una gran coalición como la que ha gobernado en Alemania ocho de los últimos doce años y a la que culpa de sus desgracias electorales. Pero la falta de alternativas animaron a la dirección del SPD a sentarse a negociar con Merkel un pacto de coalición de 177 páginas en el que quedaban reflejadas muchas de las demandas del SPD. Antes de que el Gobierno viera la luz, el pacto debería ser refrendado por las bases socialdemócratas, 463.723 afiliados, que han votado por correo en los últimos días. Durante toda la noche, 120 voluntarios han participado en un recuento que ha mantenido en vilo a Alemania y parte de Europa. Esta mañana de domingo, en la casa de Willy Brandt, la sede del SPD, las bases han hablado y han dicho “sí”.

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