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Las elecciones en el Estado de México generaron la expectativa de una alternancia en el poder

Alfredo del Mazo, al centro, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) entrando a su casilla de votación en Huixquilucan, Estado de México, el 4 de junio de 2017. Credit Brett Gundlock para The New York Times

ECATEPEC, Estado de México — Jorge Rodríguez acudió el domingo a las casillas de esta entidad para votar por el próximo gobernador y estaba convencido de una cosa: que es tiempo para el cambio.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha gobernado al estado desde 1929 y siempre había ganado por un margen amplio; alrededor de 40 por ciento en las últimas elecciones de 2011.

“Me abstuve muchas veces, porque sientes que todo va a ser lo mismo y eso no te motiva”, dijo Rodríguez, de 60 años y dueño de una carnicería en el municipio de Ecatepec. Sin embargo, comentó que este año es distinto: “Ahora hay otras opciones y eso te hace sentir que ahora sí se escucha tu voz”.

Para Rodríguez, eso significó votar por Morena, el partido de izquierda más recientemente establecido en el país, hace dos años. Su candidata, la exmaestra y exalcaldesa Delfina Gómez, le dio batalla al candidato del PRI, el hijo y nieto de exgobernadores Alfredo Del Mazo, quien también es primo del presidente mexicano. La mayoría de las encuestas mostraban a Gómez y a Del Mazo en empate técnico antes de la jornada electoral.

Al final, el conteo aparentemente terminó favoreciendo al PRI: con el 96,4 por ciento del escrutinio, Del Mazo habría obtenido 33,7 por ciento del voto frente a 30,83 por ciento para Gómez.

Morena indicó que disputará el resultado al considerar por encuestas internas y conteos propios que había ganado.

Sin embargo, el que haya sido una presunta victoria para el PRI por apenas unos puntos porcentuales convirtió a estas elecciones en las más reñidas en años, algo de particular importancia porque la votación en el Estado de México usualmente es vista como un termómetro para las presidenciales, que se celebran el próximo año. La hegemonía del PRI no había sido puesta a prueba en la entidad en casi 90 años, pero sonados casos de corrupción dentro de las filas del partido y temas como la delincuencia han provocado un fuerte desencanto entre los electores.

“No podemos disfrazar una realidad”, reconoció Mónica Flores Villagómez, representante del PRI en una circunscripción de Ecatepec, en referencia a las críticas que pesan contra el presidente Enrique Peña Nieto, él mismo oriundo del Estado de México y exgobernador de esa entidad. Varios políticos del PRI están detenidos o bajo investigación por cargos como malversación de fondos, mientras que las tasas de delincuencia tan solo en el Estado de México se han disparado: de enero a marzo de este año las denuncias se incrementaron en un 53,8 por ciento, en comparación con el mismo periodo del año pasado. “En inseguridad, pues falta mucho, y aunado a eso lo que es la corrupción… son muchos los factores” para un posible “voto de castigo”, dijo Flores Villagómez.

La también maestra de matemáticas ha trabajado para campañas del PRI durante más de veinte años y dijo que es la primera vez que sintió “que nos pisaban los talones”. Ver que otros partidos le han dado batalla al PRI es un hecho esperanzador para muchos votantes mexicanos.

“Para 2018, yo creo que el PRI no va a ganar. Está descartado”, dijo Gustavo Terrazas, habitante del municipio de Huixquilucan, después de ejercer su voto en la misma casilla en la que votó Del Mazo.

Eso es incluso si se confirma el triunfo del partido para la gubernatura del estado, que sus opositores acusan se ha dado en buena medida por irregularidades de campaña. “Están echando todo al asador, porque siempre han tenido la postura de ‘o ganamos o ganamos’”, criticó Salvador Albino, de 47 años, antes de votar en el municipio de Naucalpan, donde dijo que los votantes son subidos a camiones para llevarlos a las urnas o se intenta cooptar su voto a cambio de dinero.

La fiscalía que investiga delitos electorales, la FEPADE, abrió más de 230 investigaciones durante la campaña en el Estado de México.

Juan Macías, de 73 años y habitante de Naucalpan, solo se encoge de hombros ante la pregunta de si alguien intentó influenciar su voto. “Como empleado sindicalizado, estoy obligado a votar de cierto modo, si no hay represalias”, dijo. Afuera de su casa hay dos pósteres de la campaña de Del Mazo. Macías reconoce que las cosas por su hogar están “muy amoladas, con baches y delincuencia, cosas muy malas”, pero no parece importarle el que haya sido conminado a votar de cierto modo.

“Al final todos son lo mismo: vienen y hacen las mismas promesas, ya sean campañas para presidente o gobernador, y nomás no las cumplen”.

Pero aunque haya juego sucio en esta elección, dijo Terrazas, para 2018 “sí va a haber alternancia”. Para muchos el problema es quién debe liderarla. El probable candidato presidencial de Morena es el líder del partido, el populista Andrés Manuel López Obrador; quien ya contendió y perdió en las elecciones de 2006 y 2012. En 2006, la mínima diferencia de votos lo llevó a impugnar los resultados y a sus partidarios a protestarlos durante meses.

Terrazas no quiere al PRI, pero aseveró: “López Obrador para mí no es opción. Soy de los que ve una Venezuela en el panorama si él gana”.

Los otros dos grandes partidos son el Partido de Acción Nacional, que gobernó el país de 2000 a 2012, y el Partido de la Revolución Democrática, de izquierda y el cual controla Ciudad de México. El PAN y el PRD anunciaron una coalición, pero sus divergencias en temas como el matrimonio igualitario o la interrupción legal del embarazo implican que difícilmente podrán desarrollar una plataforma conjunta.

La misma familia de Rodríguez quedó fuertemente dividida en las elecciones del domingo, en una señal de lo fracturado que ha quedado el panorama político mexicano. Rodríguez votó por Morena, su cuñado lo hizo por el PAN y su cuñada, Dolores Alvarado, prefirió quedarse con el PRI.

“Me da temor que quede López Obrador”, dijo Alvarado, cocinera de 67 años para explicar su voto. “Más vale un mal conocido que uno por conocer”.

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