Las emociones que mueven el voto por Petro
Más allá de encarnar para muchos el castrochavismo, de su controvertido gobierno en Bogotá y de que no ha sido aceptado en las dos grandes coaliciones de centro izquierda que se han formado hasta ahora, Gustavo Petro ha logrado posicionarse como un candidato viable para llegar a segunda vuelta según las tendencias de todas las encuestas. ¿En dónde radica la fuerza de Petro?
Para entenderlo, La Silla Vacía habló con 55 fuentes que piensan votar por él en las regiones que cubrimos (el Caribe, los santanderes, Bogotá, Valle, Cauca, Antioquia, Caldas, Huila y Putumayo) y la conclusión es que entre sus potenciales votantes prevalece la idea de que es un candidato preocupado sinceramente por los pobres (una categoría en la que los entrevistados incluyeron a campesinos, indígenas, habitantes de calle, jóvenes que no tienen plata para estudiar, habitantes del sur de Bogotá, vendedores ambulantes, víctimas del conflicto), que no es corrupto y que es un político alternativo capaz de enfrentarse a la clase política tradicional. Y que, además, es víctima del Establecimiento.
Es una imagen forjada a partir de sus denuncias en el Senado y que se fortaleció con su paso por la Alcaldía de Bogotá.
La idea del valiente perseguido
Mientras hay críticos de Petro que lo rechazan de entrada por haber sido guerrillero del M19, entre sus simpatizantes hay una imagen más condescendiente con esa etapa de su vida. Muchos, incluso, lo ven como algo positivo.
Laura Benavides, una estudiante de 23 años de Ciencia Política en la Universidad Nacional de Bogotá, nos dijo que para ella la carrera actual de Petro es un intento más de cambiar el país que viene desde que se metió a la guerrilla, “y por eso sus argumentos son legítimos y verdaderos”. Mientras tanto, al médico de Riohacha Mario Hernández, que hace parte de una familia casi toda uribista, le gusta que, como exguerrillero, Petro representa “al que estaba equivocado y logró enderezar el camino”.
Los actuales seguidores de Petro, de todas formas, lo referencian mucho más por sus debates en el Senado a comienzos de la década del 2000 para denunciar los vínculos entre políticos y paramilitares, y como opositor del entonces presidente Álvaro Uribe.
Eso es relevante dentro de la narrativa del petrismo porque son esas peleas (que sus seguidores más jóvenes nos dijeron que siguen viendo en Youtube) las primeras que citan para justificar por qué lo ven como un político valiente y coherente que desde entonces se ha enfrentado a la clase política tradicional y a las mafias.
Y esa idea la refuerzan, sobre todo, con su gobierno en Bogotá.
No sólo en la ciudad, sino en otras regiones del país como los santanderes, Antioquia y el suroccidente del país las personas que consultamos coincidieron en que si fue una alcaldía llena de tropiezos, eso se debió a que medios, empresarios privados y el entonces procurador Alejandro Ordóñez no lo dejaron gobernar.
“Petro es un costeño perseguido por la élite bogotana”, nos dijo Álvaro Moisés, un estudiante de ciencia política en la Universidad Sergio Arboleda que lo conoció en la campaña a la Alcaldía en 2011.
Dioselina Castillo, una líder de mujeres en San Cristóbal (al sur de Bogotá), así como dos personas de Mocoa (Putumayo) y de Neiva (Huila), en el sur del país, nos pusieron el ejemplo del manejo que le han dado los medios y la justicia a la actual crisis de las basuras en Bogotá, pues consideran que mientras con el problema que vivió Petro se ensañaron contra él, con Enrique Peñalosa no ha pasado.
Su Alcaldía, de todas formas, también la tienen en cuenta como referente para prever lo que sería una Presidencia suya basada en lo social, y mencionan políticas que él hoy tiene como bandera, como la ampliación del mínimo vital de agua, la creación de los Centros de Atención Médica a Drogodependientes (Camad), que permitió trabajar (más que Peñalosa) a los vendedores ambulantes, que rebajó el pasaje de Transmilenio.
La idea de ruptura
Gran parte del atractivo de Petro radica en que su campaña despierta emociones alrededor de la bandera del cambio.
Las propuestas de Petro las entienden sus seguidores como una ruptura drástica con la actual estructura económica, política y social, y es precisamente eso lo que, para ellos, lo diferencian de un candidato que también le apuesta al cambio como Sergio Fajardo (que oficialmente tiene el apoyo del Polo pero la tiene dura para que la base de izquierda se quede con él y no prefiera, precisamente, a Petro).
Es lo que piensa, por ejemplo, Félix Amín, un industrial bananero de Antioquia que nos dijo que inicialmente se interesó en la candidatura del exgobernador de su Departamento, pero no encontró “propuestas claras ni que se comprometiera con nada”.
Esa apuesta por la ruptura involucra muchos frentes, y tiene unas ideas generales que calan, a su modo, en local.
Un frente es la anticorrupción.
La mayoría de los simpatizantes costeños con los que hablamos para esta historia tienen la idea de que él no les habla a los caciques ni a los gamonales, como hacen otros candidatos fuertes en el Caribe, como por ejemplo Germán Vargas Lleras; sino a la gente.
No es gratuito entonces que en Sahagún, el municipio cordobés cuna de los Ñoños y donde reina la política tradicional, exista un grupo de voluntarios petristas que fundó una joven que ni siquiera puede votar porque tiene apenas 17 años.
“Petro representa el inconformismo, el cansancio, la indignación de los colombianos con los mismos gobernando, y por eso en Pitalito hemos logrado generar un movimiento al que llegan a diario estudiantes, vendedores ambulantes, docentes que pasan por la sede y preguntan por Petro y sus propuestas”, nos dijo Janeth Flórez, voluntaria en ese municipio del sur del Huila, donde gobierna una coalición de Cambio Radical y La U.
Para sustentarlo, seguidores del suroccidente del país y de Bogotá toman como referencia sus denuncias sobre el carrusel de la contratación en la capital, y particularmente en esta ciudad también hay una tendencia a relacionar las peleas de Petro contra los privados (de Transmilenio, del Aseo), como una lucha contra la corrupción.
Ahí también entra el hecho de que ha conformado su movimiento Progresistas con lógicas distintas a la de los partidos tradicionales, a los que asocian con viejas prácticas. Así, como ha contado La Silla, están organizados por nodos, grupos de personas unidas por una causa (animalistas, ambientalistas, vendedores informales, jóvenes), que se tratan entre sí bajo una lógica horizontal y no vertical.
Por eso Camila Valencia, que hace parte de la cultura hip hop de Popayán, nos dijo: “No veo a Petro como un salvador, sino como parte de un movimiento social que incluye a todas las personas”.
Otra idea fuerte que sustenta su apuesta de ruptura es la propuesta económica para meter al país en el mercado de energías limpias acabando con la dependencia de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón.
Eso ha hecho que aunque la figura de Petro sea asociada con la tolerancia al régimen de Venezuela, sus simpatizantes en la frontera con ese país no sientan que él o sus propuestas se acerquen a la línea chavista, que sí basó su “revolución” en el petróleo.
Así, además, refuerza su bandera ambientalista, una de las que más cala entre sus votantes, sobre todo jóvenes, como lo constatamos en la mayoría de regiones en las que hicimos reportería.
Es por eso que sus seguidores en Santander consideran clave su defensa del medio ambiente ligada a la oposición a la megaminería, dada la preocupación por el futuro del páramo de Santurbán. Mientras que en el suroccidente del país, nos dijo el indígena Cristian Oll Majin, que vive en Cali, eso se convierte en una esperanza para que la gente cree empresas ecoturísticas.
Su reto sigue siendo, de todas formas, concretar esa imagen en votos, y que la prevención de quienes lo ven como un peligro para el país no logre ser más fuerte que el empuje que hoy muestra.
Desde hace años tratan de lavarle la cara a petro, mediante un estudiado y sobreactuado posicionamiento contrario a la violencia. Toda una farsa con el fin de candidatearlo frente a un pueblo dormido y come cuento. Es un sicópata nato, déspota, cruel y sanguinario. Un lobo con piel de cordero que abraza la masonería y sirve al desarrollo del proyecto socialista talmúdico del Nuevo Orden Mundial: prisión planetaria, comunismo global.