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Las mascarillas de fabricación cubana aparecen cuando la pandemia está de salida

Unymoda asegura que ya produce "de manera estable y sin contratiempos", pero lamenta "la baja demanda"

La venta de las azulitas producidas en Cuba sigue y seguirá haciéndose al margen de las leyes del mercado. Cuando había una necesidad grande, no había mascarillas disponibles, y ahora, cuando la demanda ha bajado sustancialmente, hay mucha oferta y poca venta.

Seis meses después de que la prensa provincial se hiciera eco de las dificultades de la empresa Unymoda, del grupo Gardis, en Matanzas, para fabricar las mascarillas quirúrgicas destinadas a prevenir el contagio del covid-19, los responsables de la firma aseguran que ya producen «de manera estable y sin contratiempos».

La planta, declara la administradora de Unymoda, Liudmila Pérez Montero,Granma, «está a punto de completar los dos millones de nasobucos, la mayoría comercializados», pero hay un problema: «la baja demanda».

Según revela la directora de la empresa, Maribel Rodríguez Argüelles, el Ministerio de Salud Pública, «en principio el número uno en la lista de los clientes, no ha adquirido una sola unidad»

Según revela la directora de la empresa, Maribel Rodríguez Argüelles, el Ministerio de Salud Pública, «en principio el número uno en la lista de los clientes, no ha adquirido una sola unidad», pues reciben los nasobucos a través de la Empresa de Suministros Médicos (Emsume) más baratos que los de la fábrica de Matanzas.

El precio de las mascarillas de Unymoda, dicen sus funcionarios, oscila entre los 10 y 12 centavos de dólar, «con destino fundamentalmente al turismo, a otros organismos y a la venta online».

Sin mencionar que la pandemia del coronavirus va de salida, con cifras decrecientes no solamente en la Isla sino en todo el mundo, la nota del periódico oficialista publicada este lunes desgrana un rosario de justificaciones para la poca productividad de Unymoda.

Por ejemplo, dice que el anuncio del inicio de la comercialización de estas mascarillas, en junio de 2021, cuando la pandemia estaba en pleno apogeo en Cuba, fue «anticipado», porque aún no se habían recibido los equipos para fabricarlas, lo cual «puso una presión adicional a los involucrados, a quienes les empezaron a contar los días a partir de entonces».

Ya con las máquinas en la Isla, siguieron los «imprevistos». El mayor desafío, a decir de la administradora Pérez Montero, fue la capacitación de los operarios: «No hubo asesoramiento presencial, sino por medio de videoconferencia desde un taller en el extranjero, donde laboran con equipos idénticos y la misma materia prima. Eso nos obligó, por la diferencia de horario, a permanecer en la fábrica hasta altas horas de la noche para establecer la comunicación».

«Desechar el uso de este artículo es como pisar terreno minado. Hace rato que resulta difícil hacer vida cotidiana y prescindir de él»

Para esa comunicación servía de traductor el propio inversor del proyecto, el sirio Lway Aboradan, quien ya detalló a Girón hace medio año la odisea para poner en marcha la fábrica. Residente en Cuba desde 1994, casado con una cubana y licenciado en Farmacia en la Isla, hizo una propuesta para la licitación en marzo de 2020, nada más comenzar la pandemia de covid-19.

La idea inicial era constituir una asociación entre la parte cubana y él, pero la complejidad burocrática del proceso llevó a tomar la decisión de proveer él mismo la maquinaria y la materia prima. «Muchísimos, muchísimos obstáculos y el proceso es tan largo que si hubiéramos ido por el camino de la asociación aún no hubiéramos tenido la fábrica», declaró entonces.

Mientras hay países, como Reino Unido o, desde este mismo martes, España, que han decretado el fin de la obligatoriedad de las mascarillas incluso en interiores, el artículo de Granma augura que «la tan polémica fábrica de mascarillas» no tiene «sus días contados».

«La letal enfermedad exhibe en estos momentos un declive visible, pero nadie sabe a ciencia cierta cuándo será el final de esta ‘mascarada'», justifica el diario del Partido Comunista, que hasta ahora minimizaba la pandemia en Cuba. «Desechar el uso de este artículo es como pisar terreno minado. Hace rato que resulta difícil hacer vida cotidiana y prescindir de él».

 

 

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