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Las tres claves de la relación entre Brasil y Rusia

La psique antiestadounidense de la izquierda brasileña y el deseo de Lula de elevar su perfil en el juego internacional explican cómo se mueve el país. ¿El riesgo? Ofender a Estados Unidos y Europa, claves en el rechazo al golpe de Bolsonaro.

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El 15 de abril, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se encontraba en Pekín para una visita de Estado al emperador chino Xi Jinping. En una entrevista, Lula criticó a Estados Unidos y a la Unión Europea por «alentar la guerra». En los días posteriores, hizo varias declaraciones en las que equiparaba al agresor Rusia y a la agredida Ucrania. Después, el canciller ruso Sergei Lavrov visitó a Lula en la residencia presidencial de Brasilia. Junto al ministro brasileño de Asuntos Exteriores, Mauro Vieira, Lavrov dijo que Brasil y Rusia «tenían la misma visión» del mundo.

Tres razones explican el comportamiento de Lula y sus declaraciones sobre Rusia-Ucrania: 1. la tradición diplomática brasileña de no alineamiento; 2. el intento de ampliar el alcance diplomático de Brasil; 3. su ideología y visión del mundo, que es la misma que parte de la izquierda brasileña.

Tradición de no alineamiento

La tradición diplomática de Brasil ha sido de no alineamiento desde la década de 1940. Pocos gobiernos han cambiado eso. El de Jair Bolsonaro (2019-2022) fue uno de estos, alineado con Donald Trump y su movimiento reaccionario.

En la década de 1940, Getulio Vargas negoció ventajas económicas y equipamiento militar para luchar junto a los aliados en la Segunda Guerra Mundial. En la década de 1990, Fernando Henrique Cardoso se implicó a fondo en la diplomacia tanto con Sudamérica como con Estados Unidos, en una estrategia bautizada como de independencia participada.

Durante la mayor parte de su historia Brasil ha intentado aumentar su autonomía. Dada esta tradición diplomática, el país no adopta sanciones unilaterales. Históricamente, sigue las sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) y de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

El no alineamiento y la necesidad económica explican la postura de Brasil de no sancionar a Rusia, siguiendo la postura de los socios fundadores de los BRICS, China, India y SudáfricaMatias Spektor, uno de los más influyentes investigadores brasileños de política exterior, escribió recientemente que se trata de un comportamiento racional de los Estados emergentes y que estos no recuerdan con nostalgia el orden unipolar liderado por Estados Unidos. Para ellos, el orden multipolar puede aportar más ventajas.

Brasil no se indispone con Rusia, con la vista puesta también en su relación con China, que promete inversiones multimillonarias. Como dijo el exsecretario del Tesoro estadounidense Larry Summers, China ofrece un aeropuerto, Estados Unidos ofrece una conferencia.

 

Lula visita a Xi - Fuente PIIE
Lula visita a Xi |Fuente: PIIE

Ideología

Hay varias capas. Lula cree que el gobierno estadounidense ha urdido un complot con el juez de la operación Lava Jato Sergio Moro para encarcelarlo. Lula ha citado esta teoría de la conspiración en entrevistas recientes. Es un hecho que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) espió a la entonces presidenta Dilma Rousseff y a la mayor empresa del país, Petrobras, lo que no genera buena voluntad en el mundo lulista con Washington DC.

Por muy pragmático que sea Lula (su formación es sindicalista, nunca fue un militante socialista o comunista), es el líder de un partido de izquierdas y muchas personas de la izquierda brasileña son antiamericanas porque tienen una mentalidad de Guerra Fría y todavía culpan a Estados Unidos de apoyar el golpe de Estado de 1964 y el régimen que duró 21 años.

El sociólogo Celso Rocha de Barros, que escribió un libro sobre la formación del Partido de los Trabajadores (PT), señala que parte de la izquierda tiene la idea de que Rusia, en la guerra, representa a los países emergentes del sur global frente a un aliado de la OTAN. El sitio web Brasil247, un portal de noticias que apoya al PT y al gobierno de Lula, repitió la propaganda oficial rusa de desnazificación de Ucrania.

Alcance diplomático

En sus dos primeros mandatos (2003-2009), Lula intentó ampliar el alcance de Brasil. El país comenzó a participar en el BRICS y en el G-20. Brasil pasó de tener 90 embajadas a 129 en todo el mundo, incluidas las de Afganistán y Corea del Norte, que fueron cerradas por falta de condiciones de seguridad. Lula y su entonces ministro de Asuntos Exteriores, Celso Amorim, también intentaron negociar un acuerdo con Irán en 2009 sobre el enriquecimiento de uranio, pero fracasaron.

Ahora, Lula desea tener un rol en la guerra; sin embargo, las declaraciones de Lula y su asesor Amorim fueron un desastre de opinión pública.

El periodista Serguei Monin, de Brasil de Fato, el único medio brasileño que tiene un corresponsal para Rusia, dijo a Diálogo Político que ningún periódico brasileño tiene un corresponsal en Rusia desde 2018, lo que refuerza las visiones del mundo traídas por los medios occidentales. Un diplomático brasileño retirado señaló que los medios brasileños miran bastante hacia el Occidente y que era fácil predecir que la percepción sería que Brasil se estaba alineando con Rusia.

Mi análisis

Puede que Lula y Amorim quieran que Brasil medie en la guerra, pero la operación fue un desastre de relaciones públicas. Además, hubo un despilfarro de recursos y energía. Brasil no tiene capacidad material para mediar en nada en Europa del Este. ¿Cuántos especialistas en Rusia y Ucrania hay en el cuerpo diplomático? Brasil debería centrar su energía diplomática en Sudamérica y en el cambio climático, temas en los que es fundamental.

Sobre la opinión de una parte de la izquierda brasileña que apoya la invasión rusa, es irónico, ya que Putin es el líder de un régimen militar personalista, antiliberal y financiado por la oligarquía. A eso lo llamábamos fascismo en los años veinte del siglo pasado. Lula llama fascista a Bolsonaro. De hecho, tanto la izquierda latinoamericana como la extrema derecha occidental adoran a Putin. La izquierda mira a Putin y ve resistencia a los Estados Unidos. La extrema derecha mira el discurso de superioridad de la nación y etnia rusa.

Si no fuera por estadounidenses y europeos, Bolsonaro probablemente habría podido dar el golpe que quería. Un riesgo para la diplomacia de Lula es que no puede organizar tantos elementos al mismo tiempo.

 

Analista político y consultor de campañas electorales con foco en América Latina. Magister en Historia Económica por la Universidad de Buenos Aires. Analista en Southern Pulse.

 

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