Las venas abiertas de Venezuela
A Maduro sólo le quedan Zapatero y Cuba. La realidad no le está ayudando y sabe que la única opción es negociar una salida
La represión poselectoral se tiñe de rojo sangre y los detenidos se cuentan por miles. Son las pruebas de una infamia directamente proporcional al miedo que anida en el palacio de Miraflores. Se cumplen diez días del fraude electoral en Venezuela y las cosas pintan cada vez peor para Nicolás Maduro, tan ridículo y patético como dañino y peligroso. La duda es conocer hasta qué extremo está dispuesto a llegar el dictador venezolano para tratar de mantener erguido un régimen que tiembla, un poder que ya no es suyo, si es que alguna vez lo fue. Para tratar de seguir en pie.
La oposición está actuando con fina inteligencia: Edmundo González, vencedor de las elecciones, se mantiene discretamente refugiado para evitar represalias del Gobierno. El liderazgo lo ejerce María Corina Machado, muy activa en sus relaciones internacionales. Otros líderes de las oposición levantan la voz: ayer mismo Leopoldo López y Lilian Tintori en medios de comunicación españoles. Pero el fraude no sólo es un clamor en España, la madre patria, lo es en todo el mundo. Venezuela no sólo es noticia en la prensa americana y europea, también lo es en la asiática: Tokio, Singapur, Filipinas. Incluso Australia. Es un clamor planetario.
Allá, en Venezuela, la última manifestación demostró que el furor de la calle sigue intacto a pesar de la represión. Esto es muy importante: no sólo hubo movilización en Caracas, en todo el país se escuchó la denuncia de la injusticia y los gritos y llantos desesperados resuenan en todos los rincones de Hispanoamérica.
La peor noticia para Maduro son las posiciones de Lula, Petro y AMLO. Es la izquierda latinoamericana quien señala las venas abiertas de sus democracias. En las próximas horas se esperan avances en la propuesta de esos tres líderes, también de Boric, que desde la víspera de las elecciones adoptó una posición muy dura frente a Maduro. El descrédito comenzó ahí, cuando impidió entrar a expresidentes importantes y expulsó a senadores chilenos y a parlamentarios españoles. Mostró sus cartas antes de que se iniciara la partida, error de principiante. La desesperación ante lo inevitable.
La propuesta de repetir elecciones no tiene sentido porque es dar de nuevo aire a Maduro. Venezuela ya ha votado y hay una opinión generalizada en el mundo de que hubo un gran fraude. Biden y Trump. También Milei. Felipe González y José María Aznar han sido contundentes. A Maduro sólo le quedan ese vergonzante y atronador silencio de José Luis Rodríguez Zapatero y el soporte cubano para que aguante todo lo posible. Pero Maduro sabe que no lo tiene fácil, y su única opción es negociar una salida. Los que le piden que resista se agarran a un viejo refrán venezolano: «Yo las he visto más feas y al final se han casado». Pero esta vez no. La realidad no le está ayudando en absolutamente nada. Porque el mundo sabe, como se expresa en Venezuela, que Maduro «se robó las elecciones».