Leandro Area Pereira: Las relaciones entre Colombia y Venezuela
Prólogo a un reciente libro
De izquierda a derecha, Leandro Area Pereira, prologuista del libro; Jesús Aveledo, autor de la obra; Eugenio Antonio Mendoza, director Fundación Mendoza.
Presentar el libro La Historia Secreta. Crisis en el golfo de Venezuela contada por sus protagonistas, de Jesús Aveledo Urdaneta, implica al menos una triple responsabilidad: la primera es la que tiene que ver con los que me escuchan o leen; en segundo lugar, la que debo para con el amable autor, y la tercera, no menos importante que las anteriores, la que tengo para conmigo mismo.
Establecidas estas precisiones formales, informo que encontrará usted, cuando lea el libro, una narración a varias voces, ya verá lo que tiene de diversa, que Jesús Antonio Aveledo Urdaneta ha tenido a bien poner en nuestras manos con destreza e hilo de buen costurero.
Lo ha hecho de manera muy especial, vivida, diríamos que visual, con intenciones casi que cinematográficas, en la que se ponen en movimiento y relieve con documentos oficiales o no, unos ya conocidos y otros hasta ahora inéditos, o conversaciones personales con actores y voces fundamentales de la trama que aquí nos ocupa, eventos acaecidos entre el 9 y el 18 del mes de agosto de 1987. De ello hace tan solo 35 años que parecen más bien un siglo si nos atenemos a la velocidad y voracidad de los nuevos tiempos que nos toca vivir.
Estuvimos, Colombia y Venezuela en ese agosto de 1987 al borde de una guerra que no fue pero que pudo ser, entre naciones hermanas por desavenencias territoriales en el golfo de Venezuela, avivadas y llevadas a cabo arteramente desde determinados centros de poder.
Hombres, estrategias, máquinas, instituciones, países, se pusieron en movimiento intenso durante esos largos días, creando una tensión binacional e internacional de mediana envergadura, aunque no por ello menos significativa, comparada con otras entre las que destacan o se vienen a mi mente la de los misiles en Cuba en 1962 también conocida como “Crisis de los cohetes”, o la actual invasión que se ejecuta en territorio ucraniano por parte del gobierno ruso que ha puesto en vilo las reglas del orden internacional y encendido las alarmas de alerta en todo el mundo.
A los hechos aquí narrados y analizados por Jesús Aveledo, se les conoce con el nombre de la Crisis de la Corbeta Caldas o también el incidente del Caldas, que se analiza profusamente y con lujo de detalles en este trabajo que viene a complementar y enriquecer la bibliografía sobre el tema.
Vale la pena destacar a manera de ubicación de nuestras perspectivas, textos dentro de contextos, que los sucesos aquí reseñados ocurren en una época en la que la Unión Soviética está por terminar sus días, así como también la Guerra Fría. Para entonces, el papel y presencia de la URSS en las áreas del conflicto entre Venezuela y Colombia, que orbitaban casi que exclusivamente alrededor de los intereses del hegemón, los Estados Unidos, eran totalmente distintos a los actuales.
Hoy por hoy, en tiempos de pandemias, Rusia se involucra aceleradamente, con la anuencia activa de varias naciones y poderes de la región, en asuntos concernientes a nuestras economías y soberanías, inversiones militares e intereses políticos, es decir en áreas que hasta hace poco eran relativamente distantes a sus capacidades y ambiciones protagónicas y a nuestros gustos ideológicos.
La geopolítica de hoy es totalmente distinta a la de los años finales de la década de los 80 y las realidades o el contexto dentro del cual pudiera ocurrir un caso como el aquí narrado sería completamente distinto y sus consecuencias inimaginables.
¿Se regolfizaran las tensiones entre Colombia y Venezuela? Qué intereses pudieran estar detrás de tales aventuras; qué consecuencias mundiales tendrían dichos eventos; cuál es el nuevo mapa de las relaciones colombo-venezolanas; cuál es el papel que los Estados Unidos, Rusia y demás factores de poder pudieran jugar en una tensión como la vivida en 1987; qué lugar ocupa el Golfo de Venezuela dentro de las prioridades estratégicas del nuevo gobierno colombiano. Preguntas importantes para la reflexión, el estudio y la acción preventiva.
Una aclaratoria es pertinente. A pesar de que la obra en su presentación y contenido tiene una mirada fundamentalmente militar de los eventos, no hay que olvidar que una de las razones de esta circunstancia es que el padre del autor era para el momento de los hechos aquí analizados el General de División, Comandante general de la Fuerza Aérea Venezolana, Jesús Aveledo Penso a quien se rinde, como es natural, merecido homenaje filial en estas páginas.
No obstante, el autor presenta y defiende una perspectiva global e incluyente en la que asigna a cada actor su significación e importancia dentro de un ámbito de coordinación institucional y democrática, en concordancia con lo establecido en la Constitución Nacional de 1961 vigente para la época.
Bajo esas circunstancias, la jefatura y control político operativo de todas las acciones recaen en el Jefe del Estado, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, en este caso el para ese momento Presidente de Venezuela, doctor Jaime Lusinchi, que se sostuvo en tres pilares fundamentales, a saber, el brazo político e institucional, el diplomático y el militar. La soberanía reside en el pueblo y en sus representantes, no solo en una de las partes de la nación.
Así entonces nos apoyamos en el ámbito político y moral de la nación; en el diplomático cuya misión fundamental es la de buscar y preservar la paz, resolver conflictos con los demás países, entre ellos los vecinos, a través del diálogo y la conciliación; y el brazo armado, cuyo objetivo es el de prevenir y disuadir al oponente de cualquier ambición de irrumpir, más allá de los límites que la integridad territorial, la soberanía y la seguridad del Estado imponen. En suma, contra los intereses de la nación.
Por otra parte, hay que subrayarlo ya que tiene una connotación muy especial para el autor, el manejo y solución de la crisis se llevó a cabo dentro del Estado Democrático y de Derecho, y con la contundente fuerza esgrimida por Venezuela que se debió a una reacción coordinada y coherente del sistema político venezolano en su conjunto.
Dicho sistema operativo de decisión incluyó, ahora es distinto, a las instituciones propiamente dichas, así como también a los partidos políticos, las Fuerzas Armadas, sectores sociales, económicos, religiosos, académicos, medios de comunicación, y la opinión pública en general. A ello se agregó el juicio adecuado y efectivo de la comunidad internacional cuya prudente auctoritas desempeñó un papel extraordinario en el reforzamiento de los vínculos de hermandad latinoamericana y de integración regional, frente a apetitos bélicos.
No fue entonces exclusivamente un evento militar, sino un problema de Estado al que la nación como un todo encontró solución y frente a lo cual el Presidente de Colombia, Virgilio Barco, a fin de cuentas y no sin dificultades internas, se decidió por la paz y ordenó consecuentemente el retiro de las naves agresoras.
Toda crisis, como lo fue la originada por la incursión de la Corbeta ARC – Caldas en áreas marinas y submarinas indiscutiblemente venezolanas, se supera, lidiamos con ella pacíficamente o nos arrastra consigo.
En el caso de la experiencia histórica entre Colombia y Venezuela ha funcionado persistentemente la racionalidad por sobre los pasajeros brotes de histeria nacionalista y a veces xenófobos, pues hemos logrado superar cuantas situaciones difíciles se nos han presentado, sin haber llegado a un conflicto bélico.
Desde 1830, cuando ambas naciones decidieron separarse del sueño de El Libertador Simón Bolívar, La Gran Colombia, nuestros países han vivido ocasionalmente tiempos de tensión que hemos sabido superar a través de distintos mecanismos de acercamiento y comprensión mutua que de manera realista y exitosa han dado prioridad a lo que nos une, que es casi todo, más allá y por encima de lo que nos separa, que proviene siempre de manos infames, turbias y criminales. Lo que ocurre en Colombia repercute un Venezuela y viceversa. Somos vecinos interiores.
Es por eso mismo que lo que se narra en este libro, dentro de su singular y novedosa estructura, es tan importante y significativo. Las nuevas generaciones, tan distantes de los acontecimientos que aquí se explican tienen la oportunidad de acercarse a ellos y conocer de primera mano, narrado por algunos de sus principales actores, los detalles y circunstancias históricas, geográficas, políticas, militares y tantas veces personales, que generaron un conflicto que supimos resolver para bien pero que estuvo a punto de llevarnos al monstruoso escenario de una confrontación bélica que hubiera dejado huellas imborrables en la estructura emocional de ambas naciones.
Y este mensaje no es solo válido para venezolanos y colombianos sino para todo hombre de bien que aspire a la paz y el progreso en democracia, con respeto por los derechos humanos, frente a toda ambición hegemónica y dictatorial, hoy tan en boga, que pretende pisotear la condición humana y ciudadana de hombres y mujeres por doquier.
Este libro, apreciado lector, abre sus páginas al debate que se vive como una novela trepidante, en el mar, en el aire, en la tierra, en las instituciones y los hombres. Una crisis que se convirtió, hoy la vemos así, en una enseñanza para las nuevas generaciones. Para que no ocurra nuevamente. El autor del libro así nos lo demuestra y observa. Memoria imborrable de coraje, prudencia y respeto.
Es interesante saber lo ocurrido belicamente entre las dos naciones, cuando habìa tensiòn por la guèrra frìa y los intereses siempre del Gobierno Cubano de querer entrar con la guerrilla por Colombia y crear conflicto con Venezuela, la historia actual nos indica que al parecer siempre fue la intensiòn del Gobierno Ruso.