Leonardo Padrón: Esa manera de ofendernos
Me topo en las redes con un discurso de Elías Jaua, nuestro flamante ministro de lo que sea (ya no importan las precisiones. Jaua siempre tendrá un cargo de lo que sea) y me quedo pensando, luego del estupor inicial, que su voz es la voz del futuro que promete Maduro.
Dice Elías Jaua en ese video que encuentro cada tres días en las redes: “Si el pueblo venezolano no comiera, entonces los anaqueles de los supermercados estarían llenos”. Según esa retorcida lógica, el pueblo norteamericano está en mitad de una hambruna descomunal, porque sus Publix, Walmarts, Whole Foods y decenas de cadenas de alimentos permanecen repletas todo el tiempo. Y no solo ocurre tamaña crisis en Estados Unidos, sino en casi toda Europa, Latinoamérica y Asia. En síntesis, Occidente agoniza de hambre. Y también buena parte de Oriente. Es decir, el vasto planeta que existe más allá de Maiquetía, Maicao o San Cristóbal, está en serios problemas. Los supermercados de esos lugares tienen tantos productos en sus anaqueles que -según Jaua, el esclarecido- eso solo puede ser índice de pobreza extrema. Nadie tiene dinero para comprar esos alimentos. Y pasan meses allí, inmóviles. Toda la carne de res, las legumbres, el huevo, la leche, todo el pollo y el tomate, todo eso es pura impotencia, asunto prohibido, remoto, inaccesible. En cambio, en los predios de nuestra nunca bien ponderada revolución, los estantes se ven vacíos porque han sido arrasados por nuestro admirable poder adquisitivo. Hay tanto dinero, tanto efectivo, tanta cuenta de ahorro rebosada, que la gente sale en galope a los supermercados para comprar hasta lo innecesario. Dan ganas de llorar tanta prosperidad.
También dice Jaua, con su tono de monaguillo aventajado: “el tema de la escasez es un tema puntual, que para nada ha afectado la garantía al derecho a la alimentación que tiene el pueblo venezolano”. Así dice. El video está en las redes. No he alterado ni una sílaba. Y pienso que sería hermoso ver a Jaua caminar por las calles del país repitiendo ese parlamento, a todo pulmón, a voz en cuello. Y que lo oiga la gente en las colas, la gente en los basureros, la gente envuelta en la madeja de su propio costillar.
Jaua, ya me acordé, es nuestro ministro de educación. Y, sin duda, se esmera en demostrarnos que puede educarnos con gran propiedad en el arte del cinismo. Allí donde son tan sobresalientes sus camaradas, los hermanitos Rodríguez, y el sin par Nicolás Maduro, el que te garantiza tu futuro.
Y yo me pregunto, ¿qué necesidad tiene la Unión Europea de donar 3 millones de dólares para asistir a los refugiados venezolanos que huyeron a Brasil por la crisis? ¿Cuál crisis? ¿Qué tanto hablan en la OEA, en la ONU, en el Grupo de Lima? ¿Cuál es la angustia de los presidentes de Colombia, Argentina, Panamá, Chile, Perú, Brasil, España, Estados Unidos y tantos otros estadistas desinformados? ¡Pero si aquí lo que sobra es futuro! Con Maduro, claro. ¿Es que no han visto a Maduro prometiendo arreglar todo lo que el actual presidente no ha podido? ¿No lo han visto prometer que acabará con la guerra económica como el otro Maduro no pudo? ¿Que pulverizará el dólar paralelo como el otro Maduro no pudo? ¿Que acabará con el desabastecimiento y la escasez, aunque Jaua diga que eso es signo de prosperidad? No entiendo por qué tanta preocupación hemisférica. El futuro es nuestro. Lo garantiza Maduro, el hombre que nunca miente. Y lo refrenda Jaua, el mismo que debe suponer que tantos niños muriendo en el Hospital JM de los Ríos solo ocurre porque en Venezuela hay tanta vida y plenitud que hasta hay gente para morirse a destiempo.
Ah. Esa manera de ofendernos tanto.