Leonardo Padura: “Mis personajes son trágicos como la realidad cubana”
El escritor Leonardo Padura (La Habana, 1955) ha aterrizado en Madrid con las alforjas llenas. En Casa de América presenta esta noche Aquello estaba deseando ocurrir (Tusquets), una antología de sus cuentos que abarca dos décadas de trayectoria literaria. Llega también a dar los últimos retoques a los guiones de un largometraje y una serie de televisión inspirada en su famoso personaje Mario Conde, el descreído inspector de la policía cubana con el que ha destripado la realidad de su país y retratado la decepción de una generación —la suya— que lo dio todo por la revolución. El autor de El hombre que amaba a los perros además tiene una buena nueva: el público cubano podrá ver por fin Regreso a Ítaca, la película, dirigida por Laurent Cantet y con guion suyo, que habla de esa misma desilusión colectiva y que fue retirada del pasado Festival de Cine de La Habana cuando ya estaba programada.
“Es cierto que mis personajes se han ido haciendo cada vez más descarnados y trágicos, pero lo es porque la realidad de Cuba se ha vuelto igual de descarnada y trágica”, reflexiona Padura. Lo que dice vale tanto para Mario Conde como para los protagonistas de sus cuentos o de Regreso a Ítaca. “Creo que el drama de mi generación recorre toda mi obra”, destaca. “Si al principio había una expectativa de futuro, a partir de los años noventa lo que se impone es la lucha por sobrevivir, la opción por el exilio que muchos escogen, el tratar de resolver e inventar para poder comer, vestir o sostener al resto de tu familia”.
En aquella época negra, en el discurso oficial se dijo incluso que el país entraba en un largo túnel donde, solo al final, podría haber una lucecita. “Pero con poca comida, pedaleando decenas de kilómetros al día, sin poder dormir las noches de apagón debido al calor [no funcionaba el ventilador], y con un dinero que no valía nada, no era fácil ver esa luz”.
La psicología de la supervivencia “se comió” casi todas las capacidades de una generación, o incluso de dos, opina. “Hubo mucha gente que se dejó vencer. De mis amigos universitarios, puedo contar por decenas los que se alcoholizaron, los que se fueron de Cuba, los que de las más diversas formas se prostituyeron, como hicieron varias de mis amigas, como la Xiomara de Regreso a Ítaca, que se casaron con extranjeros para resolver su vida, la de sus hijos, la de sus padres”. Padura está tocando el corazón, la materia prima de sus obras… “¿Alguien puede decirme que una sola de esas actitudes no ocurrió, no ocurren todavía, que he exagerado un ápice?”.
El cuento que abre Aquello que estaba deseando ocurrir es La Puerta de Alcalá (1991). En él, dos amigos se reencuentran; uno vuelve de la guerra de Angola, el otro se exilió hace 20 años, y ambos están de paso por Madrid. Los dos parecen arrepentidos… “Es parte de un drama bastante común: el de unos que están dentro de la isla y no saben si han hecho lo correcto con sus vidas; el de otros que se fueron y, aun cuando han triunfado económicamente, siguen conectados con el país o se imponen el olvido para evitar que el desgarramiento sea mayor”.
Por ese pasado desgraciado y por otras muchas razones, Padura considera positivo el reciente anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. “Todo lo que sea rebajar tensiones con EE UU es bueno, aunque creo que será un proceso largo y complicado; es demasiado tiempo de desentendimientos de todo tipo”. Cuenta el escritor que antes de viajar a España salió con unos amigos en La Habana. “En las paladares de éxito hay que reservar con dos o tres días de antelación. Los hoteles están llenos. Netflix dice que quiere entrar en Cuba y cada día más norteamericanos viajan de visita”, destaca. La movilización de la economía es un hecho, pero, advierte, por ahora sólo beneficia a unos pocos. Dice que las reformas aperturistas de Raúl Castro “se han notado poco, pero se han notado [pone como ejemplo la eliminación del permiso de salida]”. Y enfatiza que la cubana es una sociedad cada vez “más polarizada” y con más desigualdades.
Es en este contexto en el que, por fin, tras 15 años de intentos fallidos, Mario Conde llega al cine. El proyecto —con producción de Gerardo Herrero y de Nadcom, de Alemania— resulta bastante ambicioso: cuatro películas de 90 minutos, una de ellas para el cine (Vientos de cuaresma), pero que a la vez será la primera en la serie de televisión, seguida por Pasado perfecto, Máscaras y Paisaje de otoño, las cuatro primeras novelas de su serie de Mario Conde. “El director es Félix Viscarret [Bajo las estrellas] y Jorge Perugorría dará vida a Conde”.
La película comenzará a filmarse en mayo en La Habana, después de que él y su esposa, Lucía López Coll, se hayan vuelto medio locos para traducir los largos monólogos interiores del comisario en lenguaje cinematográfico. “Mario Conde y sus amigos son un posible resumen del estado físico, mental, social, económico de mi generación, y pienso que logramos escribir unos guiones muy al estilo de las novelas, con ironía, mirada social sentido ético, mucha nostalgia…”. Asegura que los defectos de Conde son enormes, pero que mayores son sus virtudes de hombre decente, de buen amigo, de persona legal, “de hombre siempre capaz de dar hasta lo que no tiene… Aunque casi nunca tiene nada, la verdad”.
Ítaca, otro misterio para Mario Conde
El pasado Festival de Cine de La Habana, celebrado en diciembre, dejó la noticia de algo que muchos ya creían superado, cosa del pasado. Sin razones ni explicaciones, la dirección del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC) decidió retirar de la programación Regreso a Ítaca, cuando la cinta ya había sido invitada por el director del festival, Ivan Giraud. La película, dirigida por Lauren Cantet y con guion de Padura y del realizador francés, fue “desprogramada” con la excusa de que el ICAIC no había tenido tiempo de verla. La decisión llamó todavía más la atención porque la película fue rodada en Cuba con el visto bueno del propio instituto cubano.
Inspirada en un episodio de La novela de mi vida, una de las obras del escritor, el filme de Cantet se desarrolla en una azotea de La Habana donde un grupo de amigos se reúnen tras el regreso de uno de ellos tras 16 años de exilio. Son personajes habituales del mundo literario de Padura, gente que compartió esperanzas, pero también frustraciones y derrotas, portadores de una gran nostalgia. Tres meses después de su cancelación, el ICAIC ha comunicado a Cantet que el filme se exhibirá en la próxima Semana del Cine Francés, que cada año se realiza en La Habana. ¿Razones…? Ninguna. Otro misterio más en el que habrá de emplearse a fondo Mario Conde.