“Creí que era una aventura y en realidad era la vida.”
Joseph Conrad – El corazón de las tinieblas
Si a usted, amigo lector, le preguntaran ¿quién es Sadio Garavini di Turno? la respuesta más obvia sería recordar al embajador, al profesor universitario, al analista político con mucha recta, nativo de Venezuela, pero con raíces italianas. Sin embargo, hubo otro Sadio Garavini di Turno. El padre de nuestro reconocido embajador. Y aquí apenas comienzan las sorpresas.
Sadio Garavini di Turno Ghilani (padre del homónimo Embajador Sadio Garavini di Turno Amendola) nació en Italia en 1904 y falleció en Guatemala en 1991. Su vida tuvo la impronta de una novela de aventuras. Y es que nuestro Sadio Senior podría perfectamente haber sido un personaje de Emilio Salgari, o de Joseph Conrad. De niño se escapó del seminario y diez años después de la Academia Naval en Italia; se embarca de polizonte en Marsella y viaja al extremo oriente, desembarcando en la isla de Penang al norte de Malasia, lo cual fue el inicio de su primera vuelta al mundo y también de una vida singular y difícilmente repetible en el siglo XXI. Sucesivamente, fue asistente de un arqueólogo alemán en el Cuzco, estuvo a la caza del tesoro de los Kmers en Angkor Wat, Cambodia, fue buscador de perlas en zonas prohibidas de Sarawak en el Borneo, luego protagonizó más aventuras en Chesterfield, en la bahía de Hudson, y finalmente al final de los años ’40 del siglo pasado, buscador de diamantes en la Amazonía venezolana (luego de que las incertidumbres de la naturaleza destruyeran su sueño de triunfar en una incursión en la agricultura, en el occidente criollo). En este segundo intento de triunfar en tierras venezolanas, Garavini perseguía la versión moderna de la vieja leyenda de El Dorado; vale decir, deseaba conseguir diamantes. Y merece celebrarse que nuestro héroes novelesco pusiera por escrito varias de esas peripecias.
Es el momento entonces de hacer mención de su novela “Lolomai”, El río de los diamantes, una historia de mineros e indígenas, todo un paraíso perdido del “buen salvaje” venezolano, y su inevitable encuentro con la llamada “civilización”. Buena parte de la anécdota central de la obra nos muestra que la inocencia, en este sentido del buen salvaje, es en el fondo ignorancia; y que se puede vivir inocentemente. O más bien se podía. Hoy, la inocencia derivada del alejamiento de todo aquello que llamamos civilización ya no es posible. De allí un mérito adicional de “Lolomai” (nombre de una hermosa indígena de quien nuestro protagonista, ciudadano italiano de origen, pero en realidad ya ciudadano del mundo, se enamorará, pero no demos más spoilers de la trama): nos acerca a una Venezuela que muchos sólo han conocido por documentales o meras anécdotas. ¿O es que acaso alguien puede negar que Miami siempre ha sido para el venezolano pudiente un objetivo más apetecible que la Gran Sabana, o nuestro Amazonas? En nuestra selva no hay tiendas por departamentos, ni parques de diversiones con personajes de Disney. Debemos interrogarnos los venezolanos por qué, en materia de jungla, siempre hemos preferido la de asfalto. Y muchas veces hemos necesitado de la curiosidad de los ojos de un extranjero para entender mejor quiénes somos, de dónde venimos, y qué maravillas esconden estas tierras que conforman la otrora llamada Tierra de Gracia.
“Lolomai” es un libro escrito sobre un tiempo en que Venezuela era un país propicio para todo tipo de andanzas y lances aventureros. Una parte significativa de nuestra geografía estaba por ser descubierta, aún virgen. Pero, a diferencia de otros ejemplos del género “Lolomai” no está pensado fundamentalmente para un público joven. Sin embargo, posee los ganchos esenciales acostumbrados: protagonista masculino que atestigua, incluso provoca, un choque civilizatorio, y por ende, lucha entre morales diversas; toda una serie de sucesos, incluso con graves retos y peligros ante los cuales las leyes positivas tienen poco que decir; ambientes exóticos y de difícil o incluso imposible acceso; y, lo más importante: mucha acción. Nuestro héroe disfrutará de cada momento, de cada reto, de cada oportunidad que el encuentro con la naturaleza virgen le presenta a alguien acostumbrado a aceptar solo las ataduras que cada nueva aventura le determine («Aquella vida me gustaba. Había abundancia de todo y se gozaba de una absoluta libertad.»)
La novela de Garavini Senior fue publicada en los años ’60 con múltiples ediciones en Italia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Argentina, Holanda y Yugoslavia (serbo-croata). Estuvo en la lista de best sellers del New York Times (bajo el título “Diamond River”). También apareció por entregas en las revistas Stern, de Alemania, The People, de Gran Bretaña y True Magazine, de Estados Unidos.
Sadio hijo recordó, en la reciente presentación del libro, diversas anécdotas de su padre, como en la oportunidad en que se disfrazara de sacerdote con el fin de poder cruzar la Italia dividida entre el Norte –todavía en manos nazis- y el Sur, liberado por los norteamericanos, para ver a su novia, quien luego sería su esposa. El asunto es que nuestro sacerdote-de-mentira tuvo la mala suerte de intentar cruzar por una zona donde estaban aposentadas tropas brasileiras. Al final, no pudo negarse a confesar a más de doscientos soldados del vecino país. Suponemos que Dios haya tenido misericordia con los pecados, no sólo de los vestidos de verde, sino con quien, en una nueva aventura más, se hizo pasar como representante suyo en la tierra.
Finalmente, nos queda la esperanza de que las otras aventuras de Sadio Garavini di Turno Ghilani, también noveladas, puedan ser publicadas próximamente en español, para seguir disfrutando de la vida de un héroe de la literatura de aventuras, como lo es el protagonista de Lolomai.
LOLOMAI: Publicada en 2014 por la editorial Dahbar-Recuperaciones.
NOTA PUBLICADA ORIGINALMENTE EN JUNIO DE 2014.