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Los 35 momentos clave del debate: aburrimiento, adoquines y «mamadas»

1. Si el ganador de un debate es aquel que logra plantar la semilla de la duda en votantes ajenos, entonces Pablo Iglesias le ganó el debate a Pedro SánchezPablo Casado a Albert Rivera y Santiago Abascal, a todos los demás.

2. Hubo tres duelos que dejaron sangre en el suelo del plató. El de Sánchez contra Iglesias y el de Casado contra Rivera. Mejor dicho, el de Rivera contra Casado, porque el líder del PP no entró al trapo. Hizo bien.

3. Hubo un tercer duelo, entre Iglesias y Abascal, pero en ese no hubo sangre. Ahí los dos candidatos de los extremos fidelizaron a los suyos y poco más.

4. Lamentable el gesto del líder de Podemos reprochándole a una víctima de ETA el hecho de que hable de ello. «En mi partido hay una víctima de ETA y se lo calla», vino a decir Iglesias. ¿Diría lo mismo Iglesias de una víctima de abuso sexual? ¿Le diría Iglesias que lo que hay que hacer es «callarse» y «no hablar de ello»?

5. ¿Pero quién es Iglesias, el mismo Iglesias que calificó a Arnaldo Otegi de «hombre de paz», para decirle a una víctima del terrorismo de qué puede o no puede hablar? ¿Qué autoridad moral tiene la extrema izquierda española, la que durante tanto tiempo consideró a ETA como la vanguardia de la lucha del proletariado contra un franquismo que sólo existía ya en su imaginación, para hablar de terrorismo en este país?

6. Sánchez anunció el nombramiento de Nadia Calviño como vicepresidenta económica cuando ni siquiera ha ganado las elecciones. Y en caso de ganarlas, nadie le asegura que logre ser investido. Sánchez muestra un inquietante desprecio por las formas y las formalidades de la democracia.

7.  El presidente en funciones casi nunca mira a sus rivales a los ojos. Cuando estos hablan, él finge tomar notas. De tanto garabatear, algún día perforará el atril. La desconsideración es tan obvia, tan teatral, que sólo puede ser premeditada. ¿Este es el presidente dialogante del que tanto se vanagloria el PSOE?

8. Antes de comenzar el debate escribí que la forma que tenía Santiago Abascal de ganar su guerra particular era «yendo a lo suyo». Como si me hubiera leído. Ayer, Abascal le quitó el miedo del cuerpo a muchos españoles que se esperaban un miura de la extrema derecha y se encontraron a un populista de derechas, sin más.

9. Un populista de derechas que apeló a la reconciliación entre españoles y que evidenció el sustrato guerracivilista que subyace en el discurso de un Pablo Iglesias que llegó a comparar el franquismo con el Holocausto durante el debate.

10. Que la banalización del Holocausto tan habitual en la izquierda española no sea motivo de repulsa general es una de las grandes fallas de la democracia española. Que esa izquierda esgrima su antisemitismo disfrazándolo de «antifascismo» añade, además, insulto a la injuria.

11. Si el plan de Sánchez era ayer el de que Abascal se revelara como un ogro del ultraderechismo, el fracaso fue estrepitoso. Porque Abascal no asustó más que por lo populista de alguna de sus propuestas. Una característica que, por cierto, define el programa electoral completo de Pablo Iglesias. ¿Sueldo mínimo a 1.200 euros? Por supuesto, si lo que se pretende es expulsar del mercado de trabajo a todos los españoles menores de treinta años.

12. Pablo Iglesias puso como ejemplo de los excelentes frutos que daría una colaboración entre PSOE y Podemos a la Barcelona de Ada Colau. ¿De verdad no había un ejemplo mejor? ¿Ese desastre de crimen y suciedad y caos y empresas e inversiones que huyen a la carrera es el mejor ejemplo posible de lo que la izquierda da de sí cuando tiene las manos libres?

13. El programa de Iglesias se resume rápido: que lo paguen los ricos. ¿Qué podría salir mal, viendo lo bien que ha salido en Venezuela ese programa de nacionalizaciones, intervencionismo y control de precios? También dice Iglesias que la inseguridad en las ciudades no las provocan (entre otros) los menas, sino «las casas de apuestas». No lleva este hombre tanto tiempo en Galapagar como para haber desconectado tan brutalmente ya del español medio y sus verdaderas preocupaciones.

14. Podemos ha logrado algo muy difícil: que el programa económico de la IU de los años ochenta y noventa parezca hasta sensato.

15. El lapsus de la jornada fue el de la «mamada» de Iglesias, que habrán visto ya cientos de veces en las redes sociales. Probablemente, Pablo quiso llevar sus propuestas sobre el Estado del bienestar al extremo y el subconsciente acabó traicionándole.

16. Pero el más significativo fue sin embargo el de Sánchez, que llamó «las tres ultraderechas« a PP, Cs y Vox. Muy hábil: así sitúa al PSOE en la derecha y a Podemos en el centro liberal constitucionalista.

17. Si he de hacer un ranking de ganadores globales del debate, es este: 1. Casado, 2. Abascal, 3. Iglesias, 4. Rivera, 5. Sánchez.

18. Casado arrinconó a Sánchez en varias fases del debate. Cuando le preguntó si Cataluña es una nación, por ejemplo. Pero sobre todo cuando le pidió que dijera si pactará con ERC y JxCAT. Cataluña es el punto débil del PSOE y Casado lo sabe.

19. Sánchez anunció que reincorporará al Código Penal la convocatoria de referéndums ilegales. A buenas horas mangas verdes.

20. Casado dijo algo que pasó desapercibido, pero que es de una gravedad extrema. Según el líder del PP, Sánchez conocía la sentencia del procés mucho antes de que esta fuera publicada. Si eso es cierto, Sánchez contó con información privilegiada que le ayudó a convocar segundas elecciones en el momento más favorable para él.

21. Dicho de otra manera: Casado acusó a Sánchez, poco más o menos, de amañar la convocatoria de elecciones.

22. Con la frase «autonomías o pensiones» Abascal se llevó el premio a la dicotomía tendenciosa del debate. Pero o mucho me equivoco o el mensaje caló donde debía calar. Abascal no dispara a ciegas: sus propuestas serán populistas, pero apuntan a problemas reales de la democracia española.

23. Iglesias llamó «ignorante» a la derecha. No parece que alguien que cuenta en su partido con gente como Colau, AsensGarzónOltraPisarelloEcheniqueMontero o Monedero tenga la suficiente autoridad moral como para calificar a nadie de «ignorante». Pero, una vez más, su público es el que es.

24. Pablo Iglesias tanto habla de España como si fuera un pozo del averno, como dice sentirse «muy orgulloso» de ella. La sensación es que no conoce muy bien España.

25. La reticencia de Sánchez a explicar cuántas naciones cree él que existen en España evidencia una verdad muy incómoda para el socialismo español: el PSOE pretende gobernar un país que no cree que exista.

26. Para el PSOE existen Cataluña, el País Vasco, Galicia y alguna «nación» más, todas ellas monolíticas e indivisibles. Pero… ¿España? Eso es una quimera administrativa de los Reyes Católicos.

27. El presentador Vicente Vallés pregunta a los candidatos qué piensan hacer en Cataluña, y Casado y Rivera callan. Sólo responde Iglesias, precisamente el que menos puede hablar del tema. Por desconocimiento y por bombero pirómano. Ahí, como me decía ayer una buena amiga, Rivera debería haber entrado a matar. Cayetana Álvarez de Toledo no habría dejado escapar ese pase a puerta vacía.

28. Ni una palabra de Casado sobre los dos mejores activos que tiene hoy en el partido: Cayetana y Alejandro Fernández.

29. Como catalán, cada vez que un candidato de izquierdas habla de «negociación sin líneas rojas» me echo a temblar. ¡Ya están intentando venderme de nuevo como esclavo a los separatistas de mi región!

30. Rivera, cambia ya de asesores de comunicación, último aviso. Como decían muy bien ayer en Twitter, esos asesores conocen bien la teoría, pero son «ineptos sociales» incapaces de trasladarla con acierto a la práctica.

31. ¿Soy el único que por un segundo pensó que Rivera iba a lanzarle el adoquín a Pedro Sánchez? Yo de sus asesores me lo espero ya todo.

32. Dice Sánchez que va a incluir en el Código Penal el delito de apología de los totalitarismos. ¿También el comunista? ¿Dejará el señor Sánchez de levantar el puño en los actos del PSOE y de cantar La internacional o los totalitarismos van por barrios ideológicos?

33. Muy bien Rivera cuando dice eso de «también hay que combatir a los dictadores vivos». Pero ah, señores, la izquierda es buena en la guerra cultural contra los totalitarismos finiquitados hace décadas o contra los puramente imaginarios, pero pésima en su lucha contra los verdaderamente existentes a día de hoy. Véase Cataluña, esa Disneylandia del fascismo nacionalista.

34. En general, el debate fue aburrido y centrado en lo programático. Ninguno de los candidatos salió realmente de su zona de confort o logró que sus rivales se salieran de ella.

35. Hay que cambiar las reglas de juego de los debates. La política está hoy en manos de politólogos, directores de comunicación y publicistas. Es decir, en manos de esa antipolítica que es la dictadura de la pose, la imagen, y el meme de red social. Hemos de volver a una política de hombres adultos dirigida a hombres adultos.

 

 

 

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