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Los datos oficiales confirman la degradación del sistema de salud

Cuerpo de guardia en el Hospital Provincial Abel Santamaría Cuadrado de Pinar del Río. (Juan Carlos Fernández)

Debajo de una sombrilla estampada con una reproducción de la Gitana Tropical, María Elena ha dejado atrás su profesión de médico para dedicarse a la venta de productos de artesanía que ella fabrica para los turistas en Matanzas.

Se graduó en el año 1993 pero desde hace más de 10 años no ejerce. «Pagan muy poco [en el sistema de salud]. Te exigen demasiadas responsabilidades, más ahora que hay tantos médicos cumpliendo misión internacionalista. Te pasas la vida haciendo guardia y cubriendo a los que están fuera del país», explica.

El sistema de salud nacional es uno de los motivos de orgullo del Gobierno. Durante años, Fidel Castro lo expuso como uno de los más importantes logros del socialismo en Cuba. En 1984 creó la figura del médico de la familia y miles de consultorios-viviendas se construyeron en los campos y ciudades del país para extender la atención primaria preventiva personalizada. «Ha sido realmente una revolución», alardeó entonces Castro en 1984. Hoy, 30 años después, esas redes están en plena decadencia a raíz de la deserción de miles de sus médicos y el abandono de las infraestructuras.

«Era un proyecto colosal y bueno, en principio. El problema era que no había forma de costearlo», explica Julio César Alfonso, presidente de la red Solidaridad Sin Fronteras, una ONG con sede en Miami que abandonan las misiones internacionales y no quieren volver a Cuba.

«Miles de médicos que inicialmente formaban parte de esa red escaparon cuando tuvieron la oportunidad en misiones internacionalistas (más de 8.000 a Estados Unidos) y otros tantos sencillamente dejaron la bata blanca para convertirse en choferes, artesanos, artistas y hasta vendedores ambulantes», agrega Alfonso.

A pesar de las directrices del Ministerio de Salud para reorientar el sistema de salud «hacia la atención primaria y su pilar fundamental, el médico y la enfermera de la familia», solo en los últimos seis años su número se redujo en más de 23.000, según cifras oficiales. María Elena, la médico convertida en vendedora de artesanía, cree que la mayoría de sus colegas «se cansaron de tantos llamados al sacrificio».

«El médico es el trabajador más explotado que tiene Cuba hoy. Le sacan millones de dólares haciendo que trabaje en el extranjero y pagándole un estipendio. Los que se quedan aquí ganan menos que un cochero o que un albañil. Conozco a cirujanos que todavía van en bicicleta al hospital a operar», enfatiza María Elena.

Según el artículo El estado actual del bienestar social en Cuba del economista Carmelo Mesa-Lago publicado por el think tank Cuba Posible, «en 1989 el bienestar social cubano superaba a muchos de los países socialistas y encabezaba a la mayoría de América Latina», pero esto cambió con la desaparición de la URSS.

Mesa-Lago cree que tales niveles fueron posibles por «el compromiso social del Gobierno y el apoyo de la Unión Soviética«, que según sus cálculos desembolsó unos 65.000 millones de dólares para sostener a su aliado en el Caribe.

La coyuntura económica actual no presagia mayores incentivos económicos para el sector de la salud. El PIB cubano se contrajo un 0,9% en 2016, entre otras causas por la crisis de Venezuela y la reducción en un 18% de la compra de servicios profesionales (especialmente el de los ofrecidos por médicos), el principal ingreso en divisas de Cuba.

«A pesar de las dificultades económicas, Cuba mantiene su sistema de salud universal y gratuito», señala Mesa-Lago como un logro. Sin embargo, confirma que el número de hospitales, camas de hospitalización y personal médico ha caído abruptamente. En el caso de los consultorios médicos o casas del médico de la familia pasaron de 14.007 en 2007 a 10.782 el pasado 2016.

El número de hospitales decreció un 46,6% y el de policlínicos un 9,2%. Todos los hospitales rurales y los puestos rurales y urbanos fueron cerrados en 2011, los pacientes son referidos a hospitales regionales, pero el tiempo y costo del transporte aumenta y los casos de emergencia son más riesgosos«, agrega Mesa-Lago.

En cuanto a la calidad de los servicios, el economista plantea serias dudas por el deterioro de las infraestructuras y la reducción de los diagnósticos y las pruebas costosas. «Hay una severa escasez de medicinas (falta el 92,3% de los productos básicos), insumos para cirugía, y los internados deben proporcionar sábanas, almohadas y otras necesidades», añade.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, tras el inicio de las reformas raulistas entre 2008 y 2016 el personal total de la salud ha caído en más de un 22%. La cantidad de técnicos decreció en un 54% y la de enfermeros en un 16%. Por el contrario, el número de médicos aumentó 19%.

Más de 40.000 médicos se encuentran cumpliendo misión internacionalista, por lo que en vez de tener un médico por 127 habitantes, como presume el Gobierno, Mesa-Lago calcula que en realidad hay uno por 234, un nivel similar al de 1993, el peor año de la crisis económica durante el Periodo Especial. La situación es peor aún en las especialidades que tienen más personal en el extranjero.

«La exportación de profesionales de la salud aporta al país un ingreso de unos 8.000 millones de dólares anuales, pero reduce el acceso a los servicios médicos dentro de Cuba», resume Mesa-Lago. A esto se debe las largas colas de espera en la Isla y la degradación del sistema de salud.

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