Los votantes del PSOE castigan en las elecciones andaluzas a Pedro Sánchez
El desplome del PSOE abre la puerta a un gobierno de la derecha en Andalucía
Consulte los resultados de las elecciones andaluzas por municipio
El primer test del Gobierno de Pedro Sánchez en las urnas ha arrojado un pésimo resultado. Seis meses después de su inesperado aterrizaje en La Moncloa tras la moción de censura, los resultados de Andalucía sitúan al PSOE en un momento crítico, sin la vital gasolina que ha proporcionado históricamente el partido en Andalucía. Susana Díaz sufre un durísimo revés en los comicios, con la pérdida de casi medio millón de votos, que la deja prácticamente sin opciones de seguir al frente de la Junta. Ella ya arrastraba sus propios problemas, pero si algo podía ayudar a neutralizarlos era un Ejecutivo en Madrid del mismo color, que se reúna en Sevilla a las puertas de los comicios y apruebe una lluvia de millones en plena campaña para el Campo de Gibraltar. Ni aún así ha sido posible.
Díaz pierde pero Sánchez con ella. Su Gobierno no ha convencido en un territorio donde la izquierda o la suma de ella se había impuesto hasta ahora sin discusión. El votante tradicional del PSOE castiga a ambos. La idea de que estas elecciones podían fortalecer a los socialistas a todos los niveles y abrir un nuevo ciclo de victorias se ha demostrado un espejismo. Desde la vuelta del verano, el Ejecutivo se había sumido en un absoluto desgobierno. La dimisión de la ministra de Sanidad, Carmen Montón, por plagio; las irregularidades en la tesis doctoral de Sánchez; el uso de sociedades instrumentales para obtener beneficios fiscales por parte de varios ministros; las presiones a la Abogacía del Estado para que eliminara el delito de rebelión en el juicio del 1-O; el empeño en no confirmar que el Gobierno no indultará a los presos del procés… Todo ello ha deteriorado al Ejecutivo. El balance que los andaluces han hecho de todo este mejunje, unido a la propia situación autonómica, sitúa a la suma del PP, Ciudadanos y Vox a las puertas de la Junta.
A Pedro Sánchez le corresponde dilucidar ahora si tiene o no capacidad de reacción. Si, conociendo la primera nota parcial que los ciudadanos dan a su gestión, dispone de margen de maniobra. El horizonte no es precisamente optimista. El Gobierno, que había prometido unos nuevos Presupuestos en diciembre, se ha dado ahora más tiempo para presentarlos ante la negativa de ERC y PDeCAT a apoyarlos. La pregunta ahora, después de la hecatombe en Andalucía, es si a Sánchez le interesa seguir con estos socios. Si sus posibles votantes están dispuestos a asumirlo. Los andaluces ya han dicho que no.
Después de semanas de especulación sobre un posible adelanto electoral por las dificultades para aprobar las cuentas del próximo año, fuentes del PSOE reconocen que «está todo por ver y por decidir». Aunque algunos ministros opinaban hasta ahora que no es posible continuar sin Presupuestos, a golpe de decreto ley, y que deberían celebrarse elecciones en marzo, otros dirigentes creen que se puede aguantar aprobando algunas medidas sociales y convocar en octubre.
Al margen de la estrategia electoral, los socialistas se ven abocados a una profunda reflexión vinculada a la explosión de Vox. Hasta qué punto su gestión en Andalucía y durante este medio año en España no ha sido capaz de atender a los sectores más desamparados de la sociedad, que ven en Vox una salida. Y cuánto de responsabilidad puede existir en su complicidad con el independentismo y en sus acuerdos con Podemos. Este debate es para el PSOE ineludible. Algunos barones han advertido sin tapujos del peligro de pactar con los independentistas.
Nadie esperaba esta caída a plomo del PSOE andaluz, que aspiraba a seguir al frente de la Junta con el apoyo de Adelante Andalucía, tal y como apuntaban las encuestas. Pero los números no salen y, aunque el PSOE es el más votado, este hipotético acuerdo se ha quedado a cinco escaños de la mayoría absoluta.
Fuentes del PSOE andaluz reconocían ayer el «impacto» en la dirección de estos datos, porque no veían venir la «brutal» entrada de Vox en el Parlamento andaluz y que la derecha sumara de manera tan fácil y diera al PP la posibilidad de gobernar. Menos aún en Moncloa o en Ferraz, que esperaban estas elecciones como la confirmación de que las cosas marchaban bien.
Susana Díaz se la jugaba en estas elecciones. El desgaste de los 36 años de sucesivos gobiernos socialistas en Andalucía unido a los casos de corrupción han ahuyentado a los votantes socialistas. Mientras la candidata del PSOE se recorría Andalucía de mitin en mitin, sus antecesores, los ex presidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán, dos históricos referentes del PSOE, compartían banquillo en el juicio de los ERE que se está celebrando en la Audiencia de Sevilla.
En la balanza contra Susana Díaz ha debido pesar también su intento de querer liderar el PSOE federal en las primarias en las que se enfrentó a Sánchez y que perdió estrepitosamente. Sus rivales políticos le han reprochado en más de una ocasión que dejara a Andalucía como «segundo plato» tras su intento de dar el salto a la política nacional. La llegada de su competidor a La Moncloa no le ha ayudado en nada. Sánchez se quita de encima a Díaz, pero también pierde uno de los aparatos más eficaces a la hora de ganar elecciones. Al menos hasta el 2-D.