Macky Arenas // Cuba: Lo que dejó el «15-N» y una Iglesia que también fue protagonista
Espíritus libres por calles presas, sábanas blancas colgadas en balcones y el grito de libertad por toda la isla. En un día marcado por el fuerte control contra las manifestaciones, sacerdotes y monjas igualmente rompieron el cerco. En tanto, también trascendió un enorme acto de repudio frente al Arzobispado de Camagüey contra el padre Alberto Reyes
El padre Alberto Reyes Pías, sacerdote cubano, respondió así a Caridad Diego, la jefa de Asuntos Religiosos del Partido Comunista de Cuba y conocida censora histórica:
“Se me acaba de comunicar que han llamado de la Oficina de Asuntos Religiosos para informar que ellos tienen conocimiento de la intención del padre Rolando Montes de Oca y mía de participar mañana en la manifestación del 15N junto a nuestro pueblo. Informan que si lo hacemos iremos detenidos. Somos sacerdotes para predicar el Evangelio y el Evangelio de Jesucristo habla de libertad, de justicia, de verdad. Es lo que nuestro pueblo está pidiendo. Si ser detenidos es el precio por ser coherentes con la predicación del Evangelio, sea. Dios mediante, mañana, estaremos acompañando a nuestro pueblo caminando por nuestras calles que todavía están presas”.
El arresto solamente unas horas antes, de Manuel Cuesta Morúa, vicepresidente del Consejo para la Transición Democrática en Cuba, constituye una franca y clara violación de sus derechos humanos fundamentales que tenemos el deber de hacer conocer a todo lo largo y ancho del mundo.
Otro caso retrata la víspera: a pocas horas del gran día señalado por la oposición cubana para la movilización del 15 de noviembre, la plataforma convocante Archipiélago denunció el «bloqueo cruel, ilegal e inhumano» al que el Gobierno sometió a uno de sus líderes, Yunior García Aguilera. La historia la contó 14ymedio y el video, donde consta la agresión, fue grabado por Archipiélago, el grupo coordinador de las acciones de protesta.
«Usted está al servicio de los enemigos de nuestro pueblo»
Lo cierto es que, ante la reja de su casa, la misma mujer que el pasado 1 de noviembre lideró un acto de repudio similar, lo incriminaba. «Eso no es cierto», replicó García Aguilera con calma.
«Es cierto, usted está al servicio de ellos, y aquí esta comunidad, este pueblo, no le vamos a permitir ningún show mediático», continúa con tranquilidad la vecina que, de pronto, se exalta.
«Yo estoy defendiendo la historia mía, la de mis hijos, la de la Revolución, la de mis nietos», continúa más alterada. «Y lo está haciendo delante de mi casa», le reprocha el dramaturgo pausadamente. «También. Y se lo dije el otro día cuando vine y se lo vuelvo a repetir hoy, que no le vamos a permitir esta actividad. Este barrio es de revolucionarios», concluye.
La fuerza del color
Así fue la antesala de una protesta que salió de lo más profundo del alma cubana. Con esas amenazas no lograron quebrar la disposición de la gente a salir. Y salieron. No a una gran marcha como estaba previsto. Cambiaron la táctica. Pero cumplieron con la convocatoria a salir a las puertas de casas, parques, plazas y calles de barrios, con tambores y vestidos completamente de blanco, para manifestar su protesta y gritar libertad.
El color blanco consiguió que el rojo depredador se notara más claramente, merodeando, rodeando, amenazando. Ese cerco fue la manera cómo el castrismo “defendió” una revolución de la cual, eventos como el de ayer, prueban que no queda sino la brutalidad represiva.
Esa brutalidad represiva se llevó presos a unos y desapareció a otros cuando aún no se apaga el eco de meses pidiendo, desde todos los rincones del mundo, que den cuenta aquellos de los que no se sabe desde el 11 de julio.
La obsesión por los sesenta
Inútilmente, los medios extranjeros esperaron por noticias inmediatas desde Cuba. Los periodistas no pudieron trabajar. El bloqueo fue el arma más eficaz utilizada por la censura para crear un ambiente lo más parecido posible a la Cuba condenada de los años sesenta. Sabían perfectamente que sin noticias que circularan libres, el impacto del descontento del pueblo cubano sería menor o nulo. Al menos ese día. Porque todo se sabe y todo se filtra bajo las cortinas del hierro dictatorial.
“¡Despierten!” arengaba el cantautor Pablo Milanés, otrora bastión cultural de la revolución fidelista. Eso gritaba a las turbas que sirven al régimen cubano para reprimir y acosar a sus compatriotas.
Religiosos a las calles
El protagonismo de la Iglesia católica en Cuba imprimió un simbolismo detonante durante la jornada. Tampoco para ellos valieron amenazas y anuncios de cárcel. Las monjas y los sacerdotes cumplieron su promesa. Salieron, junto al pueblo, a participar en la protesta. Se les vio vestidos, completamente de blanco, por todas partes.
En las calles de Bejucal, provincia de Mayabeque, manifestaron abiertamente en apoyo a los jóvenes convocantes. Mientras el régimen mantenía sitiadas las viviendas de los activistas, periodistas y opositores cubanos, monjas y curas desafiaron las prohibiciones. Lo hicieron reuniéndose en plazas y vías públicas, en la que se darían cita los manifestantes atendiendo a la mencionada convocatoria .
Varios sacerdotes cubanos que confirmaron su decisión de salir a las calles este 15 de noviembre se colocaron bajo amenaza directa de la policía de la isla. Los padres Rolando Montes de Oca, Castor Álvarez Devesa, así como Alberto Reyes, son tres de ellos. Estos hombres hicieron pública su situación sin la menor intención de retroceder en su compromiso de acompañamiento al pueblo.
La solidaridad de los fieles no se hizo esperar:
«Esta nota me acaba de llegar de parte de mi hermano el P. Alberto Reyes , los han amenazado con nombres y apellidos ¡y ya no hay marcha atrás!!! Les ruego, de todo corazón, que los mantengan en oración para que Dios los proteja y los cuide de todo mal y peligro. Compartan este mensaje a cuantas personas puedan llegar. Es necesario que el mundo siga conociendo las injusticias de la tiranía comunista a la que está sometida Cuba. Dios está con ustedes y confiamos en la grandeza de tu poder Señor», dijo una cubana tras conocer la decisión de los sacerdotes.
Este martes trascendió que hubo un enorme acto de repudio frente al Arzobispado de Camagüey contra Reyes.
Ante el clima de tensión, los obispos cubanos se habían manifestado días antes. Lo hicieron pidiendo «un proyecto de nación que involucre y motive a todos», demandando que los cubanos puedan «expresarse y compartir libremente» sus «opiniones, pensamiento o convicciones, incluso cuando disienta de la mayoría».
Al tiempo que condenaron cualquier acto de violencia. Igualmente, los obispos católicos de Cuba pidieron evitar la violencia y reclamaron la liberación de los detenidos en protesta como «un gesto de indulgencia» para las personas que aún permanecen detenidas por los acontecimientos del pasado verano, en referencia a la jornada de protestas del 11 de julio en decenas de puntos de la isla en las que se produjeron varias detenciones y se denunció represión.
Asedio continuado
La movilización buscó mostrar el descontento del pueblo cubano y continuar con la línea de las históricas movilizaciones del 11 de julio. Y eso se logró, no sólo el «15-N» sino, tal vez con mayor contundencia, las semanas previas. Era obvio que el régimen se preparaba bajo un estado de ánimo lleno de temores e incertidumbre. Eso sí que lo vio el mundo entero.
No fue una jornada de un día, fue el asedio continuado contra el régimen al cual se unía la Iglesia alertando y vigilando. También los religiosos denunciando y los voceros internacionales unidos al exilio cubano alentando y apoyando.
Aún con la férrea censura y black-out informativo, hoy sabemos, por ejemplo, que el periodista José Enrique Rodríguez Camejo está desaparecido. También que hubo 50 actos de hostigamiento contra la sociedad civil este domingo. Lo mismo que a la secretaria del CONIC y miembro de la secretaria ejecutiva de la MUAD le aplicaron un cerco que le impidió salir de su casa para ir a la marcha.
Sabemos que las Boinas Negras, los pañuelos rojos y las banderas abundaron para silenciar los gritos de libertad en Cuba. Conocemos que las Fuerzas represivas, desatadas, acosaron a toda persona vestida de blanco en Santiago de Cuba. Y también que en Cárdenas, provincia de Matanzas, los ciudadanos dijeron presente a la convocatoria de este 15N. Lo hicieron colgando sábanas blancas con frases por la libertad de Cuba.
“Las imágenes de Cuba son aterradoras”, dice Amnistía Internacional sobre las acciones represivas del régimen este «15-N».
Amnistía Internacional reaccionaba así ante las acciones represivas tomadas este 15 de noviembre por el régimen cubano contra los activistas en protesta.
La violencia de los arrestos, el empeño puesto en impedir a la gente salir de sus casas, los actos de repudio, llenos de odio y retaliación, fueron la medida de cuántos cubanos, decididos, respondieron a la convocatoria de calle. Algo que se proponían impedir, a toda costa.
Pero no pudieron. El mundo se enterará en diferido, pero, desde sus casas y con gargantas bien afinadas –como todas las de los cubanos- gritaron y cantaron libertad. Videos caseros recogen los momentos en que los jóvenes cubanos, apostados a las puertas de sus viviendas, cantaban a la Cuba que anhelan. Eso lo sabe el régimen. No por encerrar a la gente entre los muros de turbas violentas que tomaron las calles, dejaron de escuchar el reclamo del pueblo cubano. Saben que el espíritu nacional está levantado y que no se acostará hasta poder dormir en libertad.
“Por abyectas que sean las personas que se prestaron para participar en los mítines de repudio contra los organizadores de la marcha, la suciedad que ha quedado en sus conciencias crecerá con el tiempo”, dejó claro Reinaldo Escobar, editorialista del medio independiente 14ymedio.
Sábanas blancas en los balcones cubanos
Las sábanas blancas, cual rudimentarias banderas libertarias, contrastaban con el negro-bochorno. En este caso de las boinas de los funcionarios policiales del régimen que pululaban por las ciudades a la caza de víctimas.
Un contraste que fue la mejor denuncia, la mayor evidencia y el más contundente mentís para el mensaje de un régimen que siempre ha pretendido vender una normalidad que ni ellos mismos se creen.
A todas luces resulta obvio que no por estar confiados en la buena reputación de la revolución fue que sacaron a la calle a esa cruel versión de los sabuesos policiales que son los Boinas Negras. No obstante, la gritería de un pueblo harto se hizo oír. Los jóvenes están cansados de vivir una farsa que les secuestra el futuro. Y las madres ya no piensan primero en sus hijos, sino en su patria, que es la mejor manera de pensar en sus hijos.
Y remata Escobar:
“Esta del 15 de noviembre de 2021 será una «victoria» amarga de recordar, se esconderá debajo de la alfombra, como ocurrió con los mítines de repudio de 1980 que no aparecen en ninguna efeméride gloriosa de las que muestra el oficialismo, y cuya participación como victimario nadie anota orgulloso en su autobiografía. Debiera darles vergüenza”.
Por eso no fue una victoria.
Reto al totalitarismo: “No importa quién lo puso, lo importante es quitarlo”
Nunca antes en estos 62 años de lucha por la democracia en Cuba se había dado una circunstancia tan esperanzadora. Observadores expertos en la realidad cubana han anotado que el ambiente es propicio, porque el régimen tiene un padecimiento crónico irreversible. Enfrenta una pérdida de confianza de la población, paralela a una crisis económica estructural que lo conduce irremediablemente al deterioro total con una sola conclusión: el declive.
Las amenazas de la dictadura, ni la represión desatadas contra los manifestantes del 11 de julio, han logrado intimidar a quienes afirmaban estar dispuestos a iniciar una jornada que mostrara a todos, particularmente a los propios cubanos, “que no importa quién lo puso, que lo importante es quitarlo”. No dudan que bajo la opresión sólo les espera más opresión. Claramente, una cosa es reprimir y otra es impedir. Esta vez abundaron ambas.
El periodista cubano Pedro Corzo escribió:
“Es la juventud, los propios hijos de funcionarios y esbirros, los vástagos de los sicarios que atropellan a los opositores y a las Damas de Blanco. Los nietos de quienes participaron en las persecuciones del Mariel o de quienes integraron pelotones de fusilamiento. Jóvenes nacidos y formados en el totalitarismo, los que se arriesgan a luchar por un cambio completo del país”.
“Más que el desproporcionado desembolso de las arcas públicas para infundir miedo a una población desarmada, habrá que evaluar cuánto se gastó en capital político, cuánta confianza internacional se dilapidó, cuánta decepción en sus propias bases habrá provocado el despropósito de usar la fuerza frente a quienes solo querían caminar por las calles. Por las calles de su propio país”, evalúa el periodista Reinaldo Escobar.
Sentado en las bayonetas
Si algo mostró que los cubanos están resueltos a reconquistar la libertad que jamás debieron haber perdido es, con todo en su contra, la jornada de ayer «15-N». Y si algo combatió, porque la sabe real, el régimen, fue esa determinación.
Pero las guerras se componen de un conjunto de batallas. Esta la gana el pueblo cubano en el terreno de la convicción. Ha sido un paso más en el combate contra el miedo que los jóvenes y las madres están librando con gallardía y patriotismo.
“El castrismo, siempre se ha sostenido en las bayonetas, pero en esta ocasión está sentado sobre ellas, porque ya nadie cree en lo justo del proceso y menos en que quienes se le oponen, estén al servicio de un país extranjero”, aseguró el periodista Corzo
La batalla final no ha llegado. Estas pruebas afirman la voluntad y fortalecen el músculo de la sociedad civil, cuya irrupción y viaje hacia la madurez política es un tren imparable que recoge pasajeros en cada pueblo y ciudad. Llegará a su destino y eso lo sabe el régimen, por ello coloca barreras y peajes. Pero llegará.
Mucho más rápido sería si, acordes con sus señalados objetivos humanitarios, más allá de la burocracia diplomática, los organismos y grupos internacionales vieran con más compasión al pueblo cubano y pasaran a tomar acciones más enérgicas y unitarias.
Al pueblo cubano se le ha dejado muy solo. Se levanta corriendo riesgos muy graves, lo cual está ocurriendo ante los ojos nublados de propios en América y “extraños” en el resto del mundo. Es el caso del presidente mexicano, Manuel López Obrador, quien este «15-N» prefirió dedicarse a atacar a Estados Unidos por el embargo, haciéndose de la vista gorda sobre el bloqueo del régimen castrista contra su propio pueblo.
En la cara del planeta entero
La muestra de coraje de los ciudadanos cubanos, su deseo de libertad debían obligar a ir más allá de comunicados, reclamos y sanciones cuya ineficiencia, ante un régimen déspota, está más que comprobada. En la cara del planeta entero se levantó el telón y apareció un pueblo que lucha, en desigual justa, por su independencia; y en la cara del planeta entero ese telón lo bajó un tirano a punta de violencia ventajista.
Una vez más, la Solidaridad de Trabajadores Cubanos –emblemático movimiento sindical cristiano- hace un llamado “a los gobiernos democráticos, a la comunidad internacional que defiende los derechos humanos de todos y en todas partes, para que enérgicamente denuncien y le reclamen al régimen cubano el cese inmediato de estas prácticas de represión terrorista”.
Dios quiera que el silencio impuesto por el régimen no contagie a quienes tienen la responsabilidad, ante los organismos internacionales, para mostrar la verdad. Y así conseguir prestar auxilio al valiente pueblo cubano que sufre. Que vayan más allá de la retórica. Que no se hagan los sordos y desentendidos –como medio mundo durante la década de los sesenta cuando no había tecnología comunicacional que delatara abiertamente al poder abusivo- y encuentren una manera eficaz y pronta de acabar con un martirio que pasa de las seis décadas atormentando a un pueblo inerme, validos de la fuerza y la represión.