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Macron y Le Pen se consolidan como favoritos tras el primer debate

El candidato centrista y la nacional-populista chocan por la laicidad, la influencia de los lobis y Europa

Emmanuel Macron y Marine Le Pen protagonizaron este lunes por la noche los enfrentamientos más duros del primer debate televisado de las elecciones presidenciales francesas. Del trato a los musulmanes a la influencia del dinero en la política, pasando por la Unión Europea o las relaciones con Rusia, millones de telespectadores franceses pudieron comprobar durante tres horas el contraste agudo entre los dos favoritos. Ambos se consolidan como los candidatos con más opciones para disputarse en mayo el Elíseo.

Experimentada, con un calculado mensaje populista, claro y contundente, muy derechista en inmigración pero transversal en la economía, la líder del viejo partido ultra Frente Nacional (FN) acaparó la mayoría de los ataques. El centrista Macron evitó como temía convertirse en el objeto de todos los ataques y sobrevivió a su primera gran prueba como favorito de los sondeos.

Fue un debate largo, más centrado en los detalles programáticos que en los ataques ad hominem. Los rezagados —el conservador François Fillon, el socialista Benoît Hamon, y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon— intentaron sacudir el tablero ante el electorado indeciso que puede determinar el resultado.

Según un sondeo exprés de la cadena BFMTV, los telespectadores juzgaron que Macron había sido el más convincente, seguido de Mélenchon. En tercera posición empataron Fillon y Le Pen.

La expectativa era enorme para comprobar cómo respondía Macron, el exbanquero y exministro novato en la pelea política, un hombre de 39 años que quiere renovar Francia con un mensaje ni de derechas ni de izquierdas, un liberalismo con tintes sociales y desligado de las grandes estructuras partidistas. Se enfrentaba a políticos veteranos, algunos de ellos con una gran experiencia en la esgrima verbal del Parlamento o los platós televisivos. Las chispas saltaron en varios momentos entre Macron y Le Pen, un anticipo de lo que puede ser la segunda vuelta de las elecciones el 7 de mayo si, como pronostican los sondeos, ambos se clasifican en la primera vuelta del 23 de abril.

La laicidad, uno de los pilares de la República Francesa y hoy usada como arma arrojadiza en el debate identitario, centró el primer encontronazo entre los dos favoritos. Le Pen insinuó que Macron defendía el uso del burkini, el traje de baño que algunas mujeres usan en las playas francesas. Según la candidata del FN, esta pieza de ropa es un ejemplo de comunitarismo y violación de la laicidad. “¿Usted estaba a favor, o no?”, le preguntó. “No necesito ningún ventrílocuo. Sobre el burkini, estoy a favor de evitar convertirlo en un gran debate sobre la laicidad. Usted cae en la trampa de dividir a los franceses”, replicó Macron.

El segundo encontronazo se produjo cuando Le Pen insinuó, como había hecho antes el socialista Hamon, que hay poderes financieros ocultos detrás de la candidatura de Macron. “Hay un gran problema cuando en política los responsables toman decisiones que aventajan a tal o cual sociedad”, dijo Le Pen, que también cargó contra los políticos que, como Macron, han pasado de la Administración a la banca y han regresado a la Administración. “Si usted tiene pruebas de lo que dice, preséntelas ante la justicia”, replicó Macron.

Pacto con Putin

En el tramo final del debate, los planes de Le Pen para salir del euro y de la UE volvieron a enfrentar a Macron con Le Pen. Tras escuchar a Macron hablar de seguridad internacional, Le Pen dijo: “Usted ha hablado durante siete minutos para no decir nada”. Y, resumiendo un reproche que se le hace con frecuencia al candidato centrista, añadió: “Usted no sabe lo que quiere, y lo encuentro muy inquietante”. “Contrariamente a usted”, dijo Macron, “yo no quiero pactar con Putin”.

El contraste entre la candidata nacionalista y euroescéptica, la defensora del patriotismo económico y detractora de la inmigración, con el candidato europeísta, proamericano y proglobalización, no podría ser más claro.

No eran los únicos en la escena. Extrañamente, el escándalo por los supuestos empleos ficticios de la esposa y los hijos de Fillon, el candidato del gran partido de la derecha, Los Republicanos, o los trajes de 13.000 euros regalados por un abogado amigo, apenas merecieron unas menciones generales; nadie personalizó. La izquierda de Hamon y Mélenchon, con diferencias entre ellos pero reacios a atacarse, apareció dividida, con opciones reducidas, salvo una sorpresa mayor, para clasificarse para la segunda vuelta.

El debate debía girar en torno a Macron y fue Le Pen la que lo monopolizó. Ambos entraron en el debate como favoritos para la segunda vuelta y salieron como favoritos. 

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