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Macron y la geometría variable

Su reto siempre es el mismo, ser capaz de dosificar sus iniciativas y no lanzarlas todas a la vez, fiando su éxito a la brillantez con las que las presenta

Emmanuel Macron aspira a convertirse en un gran líder internacional durante su segundo mandato. Las reformas domésticas que impulsa son rechazadas en la calle y no cuenta con una mayoría parlamentaria estable. El plan B es dedicarse a proyectar el poder francés en el exterior, surfeando la nueva era de las grandes rivalidades. El reto de Macron siempre es el mismo, ser capaz de dosificar sus iniciativas y no lanzarlas todas a la vez, fiando su éxito a la brillantez con las que las presenta.

Por ahora ha desatendido su tarea prioritaria, hacer funcionar bien el motor franco-alemán de la UE, en parte debido a la falta de entendimiento del francés con Olaf Scholz, muy poco dado a las grandes estrategias y proclamas. El canciller es un digno heredero de la recomendación escéptica de Helmut Schmidt, «si tienes una visión, debes ir al oculista». No hay química alguna entre los dos dirigentes, aunque empiezan a compartir el mismo cansancio ante la perspectiva de una guerra larga en Ucrania. Con Joe Biden, el presidente francés, un seductor de los mayores, ha buscado la complicidad personal, al mismo tiempo que defendía sus intereses empresariales, ante la amenaza de una guerra de subsidios entre las dos orillas del Atlántico.

Respecto a Vladímir Putin, después de los intentos fallidos de diálogo antes de la invasión de Ucrania, entiende que no hay posibilidad de propiciar un acercamiento. Hace poco Macron recibió en París a Rishi Sunak, una amistad más fácil de cultivar tras el acuerdo sobre Irlanda del Norte, que resuelve un fleco del Brexit. A ambos les une su juventud, el paso por el mundo financiero, cuidar mucho su imagen y haber empezado como ‘outsiders’, con mensajes populistas frente a la política tradicional. Al primer ministro británico le importa sobre todo el control de la inmigración en el Canal de la Mancha. Macron tiene la oportunidad de ayudar a Sunak a levantar la vista e invitarlo a desarrollar una cooperación estrecha en seguridad y defensa. Una vez más en la historia, las dos potencias militares europeas están llamadas a volver a encontrarse como aliados.

 

 

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