Maduro y el totalitarismo eterno
A todo temperamento totalitario le gusta dividir a la sociedad entre amigos y enemigos, en buenos y malos, en patriotas y traidores. En ese propósito Nicolás Maduro ha sido un alumno sin igual.
A continuación, compartimos parte de una conferencia de Umberto Eco de 1995 titulada “El Fascismo Eterno”. En él, queda retratada cabalmente la camarilla que está destruyendo Venezuela. Si una regla fundamental de toda estrategia es conocer al rival, las líneas de Eco son sumamente útiles. Como nos recuerda el intelectual italiano:
“Detrás de un régimen y su ideología hay una manera de pensar y de sentir, una serie de hábitos culturales, una nebulosa de instintos oscuros y de pulsiones insondables.” Esto es reconocible en el actual usurpador del poder, incluso antes de que Maduro hiciera pública recientemente su muy totalitaria amenaza de que debemos prepararnos para “un tiempo de masacre y de muerte si fracasa la revolución”.
No es Maduro el primer totalitario, no será el último, que use la muerte como centro de su discurso. Y es que sus “instintos oscuros, sus pulsiones insondables”, le impiden a estos capitanes de la muerte ver la realidad de otra forma. Lo que Eco afirma de Mussolini, es asimismo válido para Chávez: “ Mussolini no tenía una filosofía: tenía sólo una retórica.” Una retórica de destrucción del contrario, de división, de odio.
Sigamos mostrando y comentando algunos de los aspectos de la conferencia de Umberto Eco, en la cual, repetimos pueden verse al menos algunas características de eso que se denomina “chavismo”:
“…El fascismo no era una ideología monolítica, sino más bien un collage de diferentes ideas políticas y filosóficas, una colmena de contradicciones.”
“El término fascismo se adapta a todo porque es posible eliminar de un régimen fascista uno o más aspectos y siempre podremos reconocerlo como fascista. A pesar de esta confusión, considero que es posible indicar una lista de características típicas de lo que me gustaría denominar Ur-Fascismo o fascismo eterno.
- La primera característica es el culto de la tradición. El tradicionalismo es más antiguo que el fascismo. Y trae consigo un culto a visiones sincréticas del pasado, un sincretismo de tal naturaleza que ya no es posible el avance del saber. La verdad ya ha sido anunciada, y está en las palabras del Líder Supremo.
- Todo tradicionalismo implica un rechazo del modernismo. La Ilustración, la Edad de la Razón, se ven como el principio de la depravación moderna. En ese sentido, el Ur-Fascismo puede definirse como “irracionalismo”.
- Y tal irracionalismo depende también del culto de la acción por la acción. La acción es bella de por sí, y, por lo tanto, debe actuarse antes de y sin reflexión alguna. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se la identifica con actitudes críticas. La sospecha hacia el mundo intelectual ha sido siempre un síntoma de Ur-Fascismo. No extrañan entonces expresiones como la de Joseph Goebbels (“cuando oigo la palabra cultura, echo mano a la pistola”), u otras como “muera la inteligencia”, o “viva la muerte”.
- Rechazo del pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones y distinguir es señal de modernidad. Para el Ur-Fascismo, el desacuerdo es traición.
- El desacuerdo es además un signo de diversidad. El Ur-Fascismo explota el miedo a la diferencia. El Ur-Fascismo es, pues, racista por definición.
- El Ur-Fascismo surge de la frustración individual o social. Por ejemplo, las clases medias desazonadas por alguna crisis económica o humillación política.
- En la raíz de la psicología Ur-Fascista está “la obsesión por el complot”, posiblemente internacional. Los secuaces deben sentirse asediados. La manera más fácil es el expediente de la xenofobia, con los judíos como objetivo favorito.
- Los secuaces deben sentirse humillados por la riqueza ostentada y por la fuerza del enemigo. Los secuaces, con todo, deben estar convencidos de que pueden derrotarlo. Los fascismos están condenados a perder sus guerras, porque son incapaces constitucionalmente de valorar con objetividad la fuerza del enemigo.
- No hay lucha por la vida, sino más bien, “vida para la lucha.” Todo fascismo es anti-pacifista, porque la vida es una guerra permanente.
- El Elitismo es otro aspecto típico. El Ur-Fascismo predica un “elitismo popular”. Cada ciudadano pertenece al mejor país del mundo, los mejores ciudadanos son los miembros del partido, cada ciudadano debería convertirse en militante del partido. El líder sabe que su fuerza se basa en la debilidad de las masas, tan débiles que necesitan y se merecen un “dominador.”
- Cada uno está educado para ser un héroe, pero es un heroísmo íntimamente ligado al culto a la muerte.
- Transferencia de la voluntad de poder a cuestiones sexuales. Éste es el origen de su machismo. El héroe Ur-Fascista juega con las armas, que son su Ersatz fálico: sus juegos de guerra se deben a una invidia penis permanente.
- Asimismo se basa en un populismo cualitativo. Los individuos en cuanto individuos no tienen derechos, y “el pueblo” se concibe como una entidad monolítica que expresa la “voluntad común”. Puesto que ninguna cantidad de seres humanos puede poseer una voluntad común, el líder es su intérprete. El pueblo es solo una ficción teatral. Solo sirve para representar el papel de pueblo.
- Neolengua. La “neolengua” fue inventada por George Orwell en su novela 1984, como lengua oficial del Ingsoc, el socialismo inglés, pero elementos del Ur-Fascismo son comunes a formas diversas de dictadura.
Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico.
El Ur-Fascismo está todavía a nuestro alrededor. Puede volver todavía con las apariencias más inocentes. Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo.”
Nota: la conferencia “El fascismo eterno”, dictada por Umberto Eco en el Congreso de Filología italiana y francesa celebrado en abril de 1995, está publicada en el compendio Cinco Escritos Morales.