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Marcelino Miyares: Una Bitácora Cubana (LVIII)

 

 

Humanitaria la intención, inhumana la respuesta.

1 – Por desgracia, una frase que se están convirtiendo en un lugar común al respecto de los análisis de la grave situación socio-económica que atraviesa Cuba, es que ya las cosas estaban muy mal antes de la llegada del COVID-19. En Bitácoras anteriores hemos publicado noticias, ensayos, trabajos y artículos sobre el tema, encabezados por brillantes estudiosos de la materia, los cuales no dan muchas razones alentadoras, al contrario, debido en buena medida a un Gobierno ciego, sordo y negado a entender, no digamos simplemente ver, la realidad. Y cuando intentan enfrentarla, se producen situaciones descabelladas, como el rechazo gubernamental al intento de envío de ayuda humanitaria desde la Florida a la Isla.

Es bueno hacer notar que desde que llegó el coronavirus, los ciudadanos cubanos no han recibido prácticamente ninguna ayuda gratuita por parte del Estado, ni siquiera mascarillas, gel antibacterial, alimentos o productos de higiene. A ello se unen los cortes de energía, y la falta de agua en muchas zonas. Lo poco ofrecido en los mercados racionados lo han tenido que pagar los ciudadanos de su bastante menguado bolsillo.

La donación proveniente de Florida estaba compuesta básicamente de alimentos, medios de protección contra el virus y productos de aseo personal. A nadie en su sano juicio se le ocurriría decir que en la Cuba castrista no se necesitan estos productos básicos, máxime cuando muchos de estos mismos artículos –y para mayor burla de los ciudadanos- el Estado los vende en tiendas en divisas y para adquirirlos las personas deben hacer largas colas, exponiéndose al peligro de contagiarse.

Y la tan manida excusa del embargo aquí tampoco funciona: el Departamento del Tesoro de los EE UU mantiene un grupo de licencias generales para facilitar la llegada de ayuda humanitaria al pueblo cubano. La misma sería distribuida por organizaciones religiosas.

Y este envío fue autorizado. Pero la dictadura lo retuvo en el puerto de Mariel.

A la dictadura no le importa ser acusada por lo que constituiría según expertos consultados, un crimen de lesa humanidad. Pero es que de esos, el régimen tiene más de sesenta años cometiéndolos.

 

 

En otras circunstancias, al campesino de Artemisa que la televisión ha presentado hace pocos días como un criminal habría que darle una medalla. (Captura)

 

2 Y ese mismo Gobierno inhumano detiene a un ganadero capaz de producir queso contra todas las limitaciones y adversidades por culpa del régimen comunista. Las redes sociales se volcaron en su apoyo; a fin de cuentas, es más héroe que delincuente. Ubicada en la finca Santa Ana, perteneciente a la Cooperativa Ciro Redondo, en el municipio de Caimito, la quesería abastecía principalmente a tres restaurantes especializados en comida italiana del municipio de Playa, en La Habana. Al ganadero artemiseño le fueron confiscados 316 litros de leche, 353 libras de queso, 140 litros de cloro, dos pesas, cántaras, moldes, tanques de acero de procedencia industrial, una máquina selladora de nailon y otros implementos.

 

3 – En una nota titulada El Estado gruñón y la culpa de los ciudadanos”, Yoani Sánchez, en 14ymedio, nos cuenta otra especialidad de los regímenes autoritarios como el cubano. Puestos a buscar responsables por todo lo malo o fallido que ocurre, la culpa siempre será de los ciudadanos, del sufrido pueblo; como bien dice la periodista, los regímenes autoritarios se reconocen no solo por la represión y el excesivo control, sino también por la manera en que le hablan a la sociedad”. Frente al desmadre del coronavirus y el subsecuente aumento de la represión, en Cuba increpan e insultan al pueblo; lo mismo están haciendo Ortega en Nicaragua y Maduro en Venezuela. “El virus del autoritarismo es muy peligroso”.

 

“Enciendo la televisión. Ha sido un día difícil. Varios vecinos, empleados del Instituto Cubano de Radio y Televisión, están en cuarentena por el brote de coronavirus en esa institución, mientras que una muerte cercana nos dispara las preguntas. Pero en la pantalla no encuentro descanso. Los primeros minutos del noticiero suenan a regaño: los responsables somos los ciudadanos, nuestra indisciplina es la que ha descontrolado la situación y el dedo que busca un culpable se dirige hacia nosotros.

Los regímenes autoritarios se reconocen no solo por la represión y el excesivo control, sino también por la manera en que le hablan a la sociedad. Imbuidos de la pretensión de ser nuestros padres, los funcionarios cubanos no dejan pasar un momento para tratarnos como niños descarriados que hemos provocado con nuestra negligencia el actual repunte de covid-19 en varias zonas del país. Ha sido nuestra insensatez, según se infiere de su discurso, la causante de la actual situación. Hasta los muertos son amonestados a posteriori en los medios oficiales.

En esa oratoria del regaño no hay espacio para la autocrítica de los errores cometidos por las autoridades ni reconocimiento alguno de los escenarios propiciadores del covid-19, como las largas colas, el desabastecimiento y la crisis económica que ya respiraba sobre nuestra nuca mucho antes de que se detectara el primer caso positivo al virus en el país. En esa política de la reprimenda solo hay un infractor y es el individuo que no ha seguido las orientaciones. El adverso contexto en que se mueve se borra de un plumazo y algunas desacertadas decisiones tomadas desde arriba también quedan multiplicadas por cero.

Bajo esa lógica del padre castigador, los gobernantes no tienen responsabilidad alguna en el cierre tardío de las fronteras ni en los llamados a los turistas internacionales que hicieran de la Isla un destino seguro cuando ya innumerables naciones se habían cerrado a cal y canto. La tardanza en suspender las clases, la demora en disminuir los actos oficiales de abanderamiento o arenga ideológica y el paso en falso de decretar una apertura en una ciudad que evidentemente no estaba preparada para iniciarla, de eso tampoco tienen «ellos» culpa alguna.

(…) Un discurso público carente de empatía alguna con una población muy lastimada y que evoca más a mastines ladrándole a una presa herida que a lo que deben ser las declaraciones de servidores públicos que velan por nuestro bienestar. Con ese tipo de arenga culpabilizadora solo están añadiendo incertidumbre y malestar a lo que es ya una tensa cotidianidad, además de mostrar muy poca sensibilidad ante el dolor de los que han perdido a un ser querido.

Tras diez minutos de regaños apago el televisor. El virus del autoritarismo también es muy peligroso”.

 

 

Hacen falta pasos, dados con firmeza y garantías políticas, para empezar con optimismo la colosal tarea de reconstruir la nación. (M. Maynor)

 

4“CUBA, NO HAY MEJORA A LA VISTA” – Es el nombre de un excelente trabajo publicado en la revista “Diálogo Político”, y cuya autoría corresponde a Ilse Reyes, Hans-Hartwig Blomeier y Ann-Kathrin Beck.

A Hans Blomeier, actual director de la Fundación Konrad Adenauer en México, lo conozco desde hace muchos años. Experto conocedor de la realidad latinoamericana, doquiera que ha trabajado ha dejado clara huella de efectividad en su misión, y de lucha constante por los valores de la libertad y la democracia. Ann-Kathrin Beck es su adjunta en México, y la tercera autora del trabajo, Ilse Reyes, es la gerente de proyectos de la KAS-México.

A continuación, algunos extractos de su ensayo:

 

La reforma aprobada en 2018 dio mayor sustento a los derechos fundamentales en la Constitución cubana; un tenue rayo de esperanza para la población. Pero, en la práctica, los cubanos siguen sometidos a fuertes limitaciones. Sobre todo la libertad de expresión y la libertad de asamblea se limitan considerablemente. De hecho, el Gobierno las impide activamente. El lento progreso digital en Cuba y la crisis causada por el coronavirus generan aun más restricciones para los cubanos.

En Cuba los derechos fundamentales no son evidentes

Desde los tiempos de Fidel Castro, el gobierno cubano ha tenido una visión muy limitada de lo que son los derechos fundamentales y cómo la población cubana puede gozar de ellos. Si bien la reforma constitucional de 2018 garantiza más derechos fundamentales, dos años después la esperanza de que se incrementen las libertades en el país no se ha hecho realidad.

Tanto la libertad de expresión como la libertad de asamblea forman parte de los derechos fundamentales inalienables. Sin embargo, no en todo el mundo gozan de la misma protección. En el World Press Ranking sobre la libertad de prensa publicado por Reporteros sin Fronteras, Cuba ocupa el lugar 171 de 181 países. En su índice de libertad, el think tank estadounidense Freedom House otorga solamente un punto de cien en derechos políticos y trece puntos de cien en derechos civiles. En esta clasificación, Cuba recibe el atributo «no libre». No obstante, estas cifras no llegan a plasmar de manera integral la vida cotidiana de muchos cubanos.

En Cuba hay leyes que limitan la libertad del individuo. Más allá de las leyes, también la cultura política y la estructura de la sociedad impiden que los ciudadanos puedan hacer uso de sus derechos fundamentales. De manera similar a la RDA en sus tiempos, el partido único, el Partido Comunista de Cuba (PCC) es idéntico al Estado y tiene la soberanía sobre lo que se puede aprender, debatir y expresar en Cuba. El Estado es el propietario de todas las empresas mediáticas y determina qué libros, películas y otros medios se pueden publicar y consumir. Así es como puede controlar los contenidos y por ende el discurso público. Ningún posicionamiento ni ninguna reunión pueden contravenir sus ideales. Cualquier violación de las reglas es perseguida y castigada, ya que al Estado no se le escapa nada.

Restricciones a pesar de garantías constitucionales

Cuba adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes de Hombre (DADH) en 1948. Sin embargo, pasaron varios años hasta que estas declaraciones se plasmaran en tratados internacionales. El Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) nunca fueron reconocidos por Fidel Castro y hasta la fecha no han sido ratificados por Cuba. Pero ambos tratados son básicos para garantizar la libertad de expresión y la libertad de asamblea. (…)

En cuanto al derecho interno, ya la Constitución cubana de 1976 garantizaba ciertos derechos fundamentales. Sin embargo, estos fueron limitados por leyes secundarias para la protección del Estado dentro de la Constitución. En la Constitución reformada que entró en vigor en 2019, este ya no es el caso. Además, aquí se consagran explícitamente la libertad de expresión en el artículo 54 y la libertad de asamblea en el artículo 56. Si bien a primera vista parece ser un progreso, siguen existiendo otras leyes y reglamentos nacionales que limitan los derechos fundamentales. De esta manera, la soberanía de la información y el monopolio de la comunicación siguen estando en manos del Estado. Además, en la Constitución se estipula el mandato de conservar el orden público y los ideales del Estado, lo cual en la práctica es una fuerte restricción de los derechos fundamentales concedidos.

Algunas leyes que limitan los derechos fundamentales son el Código Penal de 1987 y la Ley N 88 para la Protección de la Independencia Nacional —también conocida como Ley Mordaza, elaborada durante las tensiones entre Cuba y los Estados Unidos en los años 1980—, la Ley N 80 de Reafirmación de la Dignidad y Soberanía Cubanas y el Decreto Ley N 370 que desde 2018 regula la informatización de la sociedad cubana. Sobre esta base, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha determinado que existe una falta de proporcionalidad entre el derecho penal y las libertades de expresión y asamblea como derechos fundamentales, especialmente para los periodistas, científicos, artistas, defensores de derechos humanos y opositores al gobierno, y en general, para cualquier persona con una postura crítica hacia el Estado.

Realidad cubana en la era digital

Cuba sigue estando aislada en su mayor parte, pero ya no tanto como en la época de Fidel Castro. Por un lado, existen intentos vacilantes pero muy necesarios de diversificar la economía. Por el otro lado, ciertos inicios de globalización y digitalización se perciben también en Cuba, a pesar de los bloqueos internacionales. Pero falta mucho para que todos los cubanos se beneficien de ello. Según datos del Ministerio de Comunicaciones, cerca del 30% de los cubanos tiene acceso a teléfonos con datos móviles, alrededor del 5 % también a 4G, además de existir 1500 lugares públicos con wifi. Los expertos estiman que el acceso en realidad es aún menor, debido a conteos dobles. (…)

Sin embargo, estas evoluciones no tienen automáticamente repercusiones positivas en las libertades de expresión y asamblea. El gobierno cubano mantiene sus restricciones. Así, todos los periodistas en Cuba tienen que pertenecer al Estado, el periodismo independiente es ilegal. Aquellos que ejercen el periodismo a pesar de estas restricciones son constantemente detenidos, interrogados y sentenciados a multas o penas de prisión de hasta tres años. También cualquier otra persona que exprese una opinión crítica sobre el Gobierno, ya sea en forma escrita, oral o también artística, puede ser objeto de persecución penal en Cuba. Además, las protestas sociales se ven dificultadas considerablemente. La creación de una organización requiere de la autorización del Estado, y para ello es necesario coincidir con los ideales del gobierno. (…)

En los últimos años se ha incrementado la accesibilidad a Internet en Cuba. A los celulares ya se les pueden cargar datos móviles. En el contexto de esta conexión a Internet teóricamente disponible para la población, el Gobierno ha adaptado sus reglamentos. Con el decreto ley N 370, también llamado Ley Azote, reglamenta la informatización de la sociedad cubana. Esta refiere por un lado al acceso a Internet y a redes inalámbricas pero, por otro lado, también fija límites para hacer publicaciones en la red. Según el artículo 68 se prohíbe difundir información «contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas». Esto equivale a dotar al Gobierno de un cheque en blanco para recurrir a detenciones arbitrarias.

Desde la entrada en vigor en julio de 2019 han sido detenidas e interrogadas por lo menos 30 personas con fundamento en el decreto ley N 370. En total, se documentaron 1818 detenciones arbitrarias en 2019, de las cuales de presume que una gran parte fueron por haber ejercido la libertad de expresión. (…)

Tan solo en lo que va de este año han sido detenidos más de doce periodistas y opositores al Gobierno, entre ellos también tres miembros de la Mesa de Unidad de Acción Democrática (MUAD). Su vocero, Enix Berrio, se había pronunciado en público sobre la inconstitucionalidad de ciertos artículos del decreto ley 370 y fue detenido poco después. Pero también la cobertura crítica de la crisis provocada por el coronavirus se ve impedida por el gobierno mediante encarcelamientos bien calculados. Parece que la crisis se usa de pretexto para reforzar la represión. (…)

Las posibles salidas están limitadas

La lucha por la mejora de las libertades de expresión y de asamblea parece estar estancada. Cualquier presunta apertura concedida por el Gobierno se implementa de una manera que limita aún más las libertades de la población. Las nuevas tecnologías les han dado más visibilidad a los críticos al régimen pero, a la vez, ahora están más expuestos para ser atacados.

Debido a la represión que el Gobierno ha ejercido desde hace décadas, no existe una oposición unida, y el grado de organización de la sociedad civil también está muy bajo. Los críticos del régimen en el país y en el exilio están muy divididos sobre el procedimiento a seguir. (…)

La situación actual demuestra que el respeto a los derechos humanos sigue sin ser evidente en Cuba y pone de relieve lo compleja que puede ser la lucha por los derechos fundamentales. Considerando las relaciones de poder en el país y la postura contradictoria de la comunidad internacional, no se puede esperar un cambio positivo a corto y probablemente tampoco a mediano plazo.

 

Para muchos cubanos, las jornadas ahora se dividen en esperar, sobrevivir, buscar alimentos y escuchar noticias. (EFE/Ernesto Mastrascusa)

 

En América 2.1 publicamos recientemente una extraordinariamente esclarecedora nota de Dagoberto Valdés, sobre las carencias y necesidades en esta hora, y los nuevos retos para la sociedad civil cubana. Por su importancia, queremos ofrecer un resumen de este artículo:

5 – Dagoberto Valdés: El activismo, la imperfección, y la negociación

Es un hecho comprobable que la sociedad civil cubana crece, se conecta y actúa pacíficamente con mayor visibilidad y frecuencia, entre otros factores, gracias al uso de la Internet y las redes sociales. Este creciente activismo era impensable hace cinco años. No se trata de que se haya descubierto lo ya sabido y comenzado, sino que el acceso a las nuevas tecnologías, la “pandemia” de la crisis y luego la crisis de la pandemia, han agravado cada vez más la vida cotidiana del pueblo cubano y muchos de los cubanos van perdiendo el miedo.

Con frecuencia, ante este lento crecimiento de la sociedad civil hay diferentes reacciones, en ocasiones contrapuestas:

  • Los que les gustaría que todo vaya más rápido y solicitan medidas drásticas.
  • Los que les parece que hay que ir sin prisa para no malograr el proceso.
  • Los que convierten sus deseos y sueños en una realidad aún no existente.
  • Los que, de un lado y de otro, tienden al triunfalismo sin fundamento.
  • Los que, por otro lado, tienden al pesimismo sin remedio ni esperanza.
  • Los que dividen por el más mínimo detalle.
  • Los que van construyendo confianza razonable y consensos sobre una ética de mínimos comunes.

Así podríamos ir describiendo diferentes actitudes frente al mismo proceso de crecimiento de la sociedad civil cubana.

Sin embargo, cada vez se hacen más visibles, para tirios y troyanos, aquellas “señales en la noche”, aquellas “minorías guiadoras” de las que hablaba el filósofo y pedagogo cubano Medardo Vitier (1886-1960) en sus obras sobre las ideas y la filosofía en Cuba.

En estos tiempos del inicio de la post-pandemia en Cuba, son tan frecuentes las señales de activismo de la auténtica sociedad civil que hasta la prensa oficial, desacreditándolas, contribuye a que nuestro pueblo los conozca.(…)

¿Qué hacer?

Pues no hay ni debería haber recetarios. Ni posturas hegemónicas o excluyentes. Cada cuál debería hacer su propio e independiente proceso de discernimiento, de búsqueda de las diversas facetas de la verdad, de la verdad que cada cual puede y debe buscar. (…)

Los cubanos, a veces, pecamos de los extremos, o nos quedamos demasiado cortos o nos pasamos siete cuadras. La ponderación, la prudencia y la moderación, son virtudes todavía a mejorar entre nosotros. Con frecuencia reaccionamos entre cubanos y ante diferentes eventos con un movimiento pendular entre Maquiavelo y Savonarola, calculando y condenando… sin olvidar la escuela del maniqueísmo en la que separamos de un tajo los totalmente buenos de los totalmente malos. Estas actitudes, muchas veces por ingenuidad o analfabetismo cívico, nos han traído muchos males sociales.

Qué bueno sería que todos los cubanos aprendamos todavía más a huir de los extremos, que se parecen y se tocan; a no caer en la tentación de creernos superiores, o de considerarnos superiores, o juzgar y condenar, en privado o en público, en la prensa, la televisión y las redes, al que discrepa y al que propone diferentes salidas para Cuba.

Esto debería valer para todos, ciudadanos, sociedad civil y Estado. Una nación no se construye condenando. Una nación no se une descalificando. Una nación no crece excluyendo. (…)

Algunos tendrán enseguida la respuesta, cada uno por su lado y según su ideología o criterios filosóficos o religiosos, pero la clave de la solución de todos nuestros problemas como pueblo es que nos aceptemos en la diversidad, que despenalicemos la discrepancia, que nos sentemos a identificar puntos comunes, que compartamos la responsabilidad y las soluciones, que comencemos un diálogo respetuoso, evaluable, no para ganar o perder el tiempo, sino para resolver los problemas de Cuba. (…)

Educarnos en esa conciencia del respeto a la limitación y al error, propio o ajeno, pudiera ser el primer paso para el crecimiento de la nación cubana.

Toda obra es imperfecta y la crítica razonada y respetuosa, serena y juiciosa, puede servirnos para hacer las cosas mejores pero aun así perfectibles. Los enemigos del diálogo y la negociación, de las salidas consensuadas y de los procesos de transición de las crisis a los tiempos nuevos, son los extremismos y las descalificaciones mutuas.

Estoy seguro que el carácter cordial y fraterno de los cubanos se impondrá a ese lenguaje y actitudes de barricada que recibimos todos los días por todos los medios. Tengo plena confianza en que los cubanos de la Isla y de la Diáspora seremos capaces no de seguir en combate entre cubanos, sino de salir de las trincheras internas y sentarnos a la mesa del respeto, el diálogo y la negociación entre los hijos de una misma, única y diversa nación.

Esta es la única forma de que las demás naciones nos respeten, no venciéndonos, sino convenciéndonos de que practicamos primero entre cubanos el respeto y la inclusión, los derechos y la democracia, que admiramos, deseamos o reclamamos para todos los pueblos de la Tierra.

 

Ruth Bader Ginsburg

 

6 – Estados Unidos:

Iniciamos con esta Bitácora una sección sobre la política en USA, por la importancia que esta tiene para los procesos políticos en toda nuestra América, en especial ante un nuevo proceso electoral en puertas.

Comenzamos con el tema del nombramiento de un nuevo miembro al Tribunal Supremo de Justicia provocado por la muerte a los 87 años de la Jueza Ruth Bader Ginsburg. El Presidente Trump ha declarado que este próximo sábado 26 de Septiembre anunciará su postulación, y la Casa Blanca ha dejado saber -no oficialmente- que hay tres mujeres finalistas, entre ellas una Jueza del Tribunal Supremo de la Florida de origen Cubano-Americano, Bárbara Lagoa.

 Se ha iniciado el debate del momento porque de convertirse en realidad este nombramiento la Corte Suprema tendrá una mayoría conservadora, y esto es lo que los Demócratas, en su mayoría Liberales, tratarán de evitar a toda costa. La conformación tendrá lugar en el Senado, que tiene mayoría Republicana. Los Demócratas tendrán que lograr que cuatro senadores Republicanos decidan romper la disciplina partidista para bloquear la confirmación del próximo miembro al Tribunal Supremo de Justicia. Informaremos sobre este gran debate así como todo lo que pueda afectar el futuro de este gran país en el que los Hispanoamericanos cada vez tenemos más peso en las elecciones presidenciales por virtud del crecimiento de nuestra población.

 

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Una vez más, oremos porque el COVID-19 comience a ceder; mientras, por favor cuídense.

Marcelino Miyares, 23 de septiembre de 2020.

 

 

 

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