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Marcelino Miyares: Una Bitácora cubana (XLIII)

 

1 “Se oferta plaza de traductor político” es el título de un reciente artículo de Miriam Leiva en Cubanet que refleja muy bien que “si cada cual hace la sumatoria de los problemas que está teniendo la dictadura, se pudiera hasta hacer un “tratado” sobre cómo actúan los comunistas”.

Problemas, problemas y más problemas. No hay asunto donde asome la cabeza Miguel Díaz-Canel en el cual no le aparezcan malas noticias. Y en estos días cuando se celebran los 70 años de la clásica novela de George Orwell “1984”, sobre un estado totalitario, el régimen ha acudido una vez más a buscar tapar la realidad falsificando el lenguaje, escondiéndose detrás de una tela de araña de mentiras y falsedades. La particular “neolengua” del castrismo ya no surte los efectos deseados.

Para colmo, no es mucha la ayuda que obtiene Díaz-Canel de parte de su tren de gobierno. Obligados están todos a tener cuentas en Twitter, pero no las saben manejar; como le sucedió a la viceminstro de Comercio Exterior, Miriam Pérez, quien afirmara que “quien no crea en Cuba y su Revolución no merece vivir en ella”. Suponemos que se refiere a la Isla, porque lo que es en la Revolución no vive nadie, porque solo existen sobrevivientes de palabras petrificadas, de promesas jamás cumplidas, de desalientos institucionalizados, de esperanzas que reviven solo cuando se viaja al exterior.

Como afirma Leiva,

Esta mujer se expresa como si fuera una “nazi-fascista”, pero lo que quiere es desvirtuar la realidad de que hay millones de cubanos que no apoyan la dictadura, ustedes se imaginan: ¡si llega algún día a Presidente!, sería capaz de ejecutar en el paredón a todo aquel que disienta”.

En el plano económico, se informa que Cuba acaba de tener una de las peores zafras azucareras de su historia; La producción de azúcar de este año es de 1,3 millones de toneladas, una de las más bajas desde principios del pasado siglo; es tal la gravedad del problema, que el gobierno ha tenido que importar el producto para el consumo interno.

Las malas noticias también vienen del exterior. Como por ejemplo, el hecho de que Suecia ha retirado su apoyo al acuerdo entre la Unión Europea y Cuba, según reportan Luz Escobar y Mario J. Pentón en 14ymedio.

Suecia no es el típico país europeo que esconde sus vergüenzas democráticas detrás de declaratorias, documentos, reuniones y visitas al régimen con el fin de que no se vean sus intenciones reales, como lo es la defensa de sus intereses económicos en la Isla –véase por ejemplo el caso español-. Suecia se ha caracterizado por mantener un contacto permanente y brindar apoyo a disidentes y organizaciones independientes.

 

“El Gobierno revoca el proyecto de ley 2017/18: 285 Acuerdo sobre diálogo político y cooperación entre la Unión Europea y sus Estados miembros, por una parte, y la República de Cuba, por otra, informó el Ministerio de Exteriores de Suecia”.

Erik Jennische, director para América Latina de la organización Civil Rights Defender, explicó vía telefónica a 14ymedio desde Estocolmo, que el Gobierno y la Comisión de Exteriores después de escuchar a los demócratas cubanos decidieron no ratificar el acuerdo.

Varios opositores de la Isla han presentado ante parlamentarios suecos, en el último año, sus propuestas para democratizar la Isla, que incluyen un rechazo al acuerdo entre la UE y las autoridades cubanas. (…)

«Ni la Unión Europea, ni obviamente Cuba, han permitido -por ejemplo- que los periodistas independientes asistan a las conferencias de prensa una vez concluidas las reuniones bilaterales en La Habana ni tampoco hicieron reuniones con la sociedad civil independiente», agregó.

Jennische se refirió al acuerdo firmado por la Unión Europea con Centroamérica y lamentó que a Cuba, «un país definitivamente no democrático«, se le exige menos que a los países de esa región.

«El contenido del acuerdo es muy débil y no demanda cambios en la Isla. [El Gobierno de] Cuba podría seguir violando los derechos humanos sin romper los términos del acuerdo. Lo único que pide el acuerdo es un diálogo sobre derechos humanos que se realiza una vez al año y donde es el propio gobierno cubano quien escoge a las organizaciones que participan en él«, explicó.

Junto a Suecia, tampoco Lituania, Irlanda y los Países Bajos han ratificado el acuerdo de la Unión Europea con Cuba.

El opositor Manuel Cuesta Morúa cree que las autoridades suecas están «enviando un importante mensaje: hemos intentado todo con el Gobierno cubano y este no muestra voluntad real de cambio, de respetar los acuerdos y su propia arquitectura constitucional».

Para completar este inventario de problemas con los que el gobierno cubano se enfrenta, ayer 22 de Junio, el Presidente Donald Trump en su primera entrevista a una televisión en español y refiriéndose al tema Venezuela dijo que “va a arreglar la situación de Cuba” admitiendo que el líder opositor Juan Guaidó no ha desplazado del poder a Maduro porque se trata de un proceso que lleva tiempo, añadiendo, “si ves lo que está pasando en Venezuela es horrible. ¿Y sabes quien es el principal responsable del problema? Cuba. Tienen 25,000 soldados.” Han tenido que pasar 20 años para que USA reconozca la intervención de Cuba en Venezuela, la cual sienta un precedente que justifica/valida la intervención por países democráticos para restaurar las libertades en Venezuela. Este es a nuestro juicio el mayor problema con el que Cuba ha de enfrentarse a medida que la crisis venezolana crezca hasta que se haga intolerable para el resto del hemisferio. 

 

2 En “El Nuevo Herald”, con información suministrada por la agencia de noticias EFE, la Comisión Interamericana de Derechos humanos afirma en su Informe sobre el 2018 que “bajo el nuevo gobierno sigue la represión a pesar de la nueva constitución”.

En este momento hay una dura competencia entre las tiranías de Cuba, Venezuela y Nicaragua para ver cuál viola más los derechos humanos en el hemisferio; Cuba lleva ventaja porque de ella parte la experiencia y la asesoría que se le brinda a Maduro y Ortega sobre cómo violentar los derechos de sus ciudadanos.

 

«La CIDH determinó que perdura la prohibición de asociarse con fines políticos y las arbitrarias restricciones a la libre de expresión, entre otras limitaciones a los derechos fundamentales.

De igual forma, el organismo dijo que “persiste la persecución selectiva y deliberada en contra de periodistas (…) que difunden información y opiniones sobre temas de interés público que el Estado considera contrarias a su discurso” y “advierte con preocupación una intensificación de los procesos de criminalización” contra activistas.

Previo a la presentación del informe, la comisión Justicia Cuba anunció también en Miami que solicitó a la CIDH que “respalde la creación de un tribunal que juzgue los delitos de lesa humanidad que ha cometido el castrismo”.

El jurista mexicano René Bolio, que preside esa comisión internacional, dijo a Efe que se trata de una corte que “juzgue y condene a los criminales que hoy están en Cuba que han cometido estos delitos no solo en Cuba, sino en Nicaragua y Venezuela” y que la comisión ha documentado desde su creación hace dos años».

 

3 – El economista Elías Amor, en su página web –y reproducido en Diario de Cuba- se pregunta ¿En qué estado se encuentra la educación en el régimen castrista? Desde el punto de vista de las leyendas castristas de supuestos logros que servirían de ejemplos para el mundo, y que sus seguidores en todo el mundo repiten como loros, está la educación, como si pudiera ser ello posible en una sociedad donde no hay libertad de expresión, ni pluralismo de ideas, ni acceso a la crítica serena y constructiva; una sociedad donde se confunde educación con adoctrinamiento y con la generación de masas de profesionales para servir a los intereses y necesidades del régimen. Nos dice el articulista: 

El comportamiento de los principales indicadores de la actividad educativa en los distintos niveles de enseñanza en Cuba no está para grandes celebraciones. Y ello, a pesar de que el régimen suele presentarse ante el mundo como campeón de la educación y hace alarde continuo de los logros en esta materia desde 1959”. (…)

Esto es lo que se desprende de la publicación titulada «Educación: Resumen del curso escolar 2017/2018 e inicio del curso escolar 2018/2019», de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI). Este estudio, que ha escapado del control de los censores comunistas, ofrece una serie de datos que dejan en muy mala situación a la educación en Cuba en 2019. Uno de los logros de la revolución que parece estar condenado al fracaso. Y eso realmente no tiene que ver ni con el embargo, ni con la Ley Helms-Burton, ni se puede llevar al terreno de la propaganda. Los datos son los datos, y debatir sobre ellos es muy interesante.

El número de alumnos matriculados en todos los niveles del sistema educativo experimenta un descenso muy significativo entre el curso 2012-13 y el último al que se refiere la publicación citada, que es el curso 2018-2019. En estos siete años el número de alumnos matriculados en Cuba se ha desplomado, pasando de 2.162.070 a 2.012.703, el equivalente a 149.367 personas, en términos relativos, un 7% de estudiantes menos.

El abandono de las aulas es especialmente grave por cuanto se concentra de forma muy destacada en la educación superior, con un descenso relativo en porcentaje mayor, un 9% pasando de 261.465 alumnos matriculados a 240.813 en el mismo periodo.

En particular, las Ciencias Médicas, pese a la importancia que tienen para la venta de servicios profesionales del régimen, han experimentado un descenso en la cifra de alumnos matriculados, pasando de 93.132 alumnos a 87.215, un -6,5%. (…)

En cualquier país democrático del mundo, un Gobierno que presentase a la opinión pública resultados como los descritos, debería dimitir. La situación de la educación en Cuba, totalmente controlada por el Estado y sin espacios para la actividad privada o la inversión extranjera (excluida ex profeso de la Ley 118) no aguanta más, y requiere cambios estructurales y de concepto para no quebrar”.

 

4 – Juan Ramón Rallo (en Cato), nos explica con claridad cómo manipula el régimen otro de sus caballos de batalla propagandísticos, la salud. Lo hace de una forma ética y moralmente deleznable; por ejemplo, reclasificando las muertes neonatales como muertes fetales.

“El castrismo es miseria, pero aun así los resultados del sistema sanitario cubano parecen ser muy positivos. La esperanza de vida de Cuba es de 79,5 años y la mortalidad infantil apenas alcanza al 4,3 por 1.000 de los niños durante su primer año de vida. En contraste, EE.UU., pese a ser un país muchísimo más rico, obtuvo resultados apreciablemente peores: una esperanza de vida de 78,7 años y una mortalidad infantil del 5,7 por 1.000. ¿Cómo es posible que Cuba, siendo tan pobre, logre resultados tan notables?

En un reciente ‘paper’ para el Health Policy and Planning, los economistas Vincent Geloso y Benjamin Powell, junto con el profesor de medicina Gilbert Berdine, tratan de arrojar algo de luz sobre esta cuestión, y la conclusión a la que llegan es que buena parte de su aparente éxito se debe a la manipulación estadística y a la represión estatal. En particular, tres son los mecanismos, directos o indirectos, que las autoridades cubanas utilizan regularmente para maquillar sus ‘logros’ sanitarios:

  • Reclasificación de muertes neonatales como muertes fetales.Por mortalidad infantil, entendemos las muertes que se producen desde el nacimiento hasta el primer año de vida del niño; por mortalidad neonatal, entendemos las muertes que se producen desde el nacimiento hasta la primera semana de vida del niño; por mortalidad fetal, entendemos la muerte del feto desde la semana vigésima de embarazo hasta justo antes del nacimiento. La mortalidad neonatal está incluida en la mortalidad infantil, pero la mortalidad fetal no. Por consiguiente, existe una forma relativamente sencilla de manipular las estadísticas de mortalidad infantil: reclasificar una muerte neonatal como una muerte fetal (esto es, hacer como que el niño murió justo antes del parto en lugar de una semana después del mismo).
  • Dentro del sistema sanitario cubano, existen fuertes incentivos para realizar este tipo de manipulación estadísticaa la postre, los médicos son recompensados en función de los objetivos cumplidos, y uno de esos objetivos es mantener a raya la mortalidad infantil. Ahora bien, más allá de esta sospecha, ¿contamos con alguna evidencia de que se puede estar produciendo esta manipulación estadística? Sí: internacionalmente, la ratio entre muertes fetales y muertes neonatales suele oscilar entre 1,04 y 3,03 (también en Latinoamérica). En Cuba, esa ratio se eleva a 6 (es decir, extrañamente, la mortalidad fetal es seis veces superior a la neonatal). Si corregimos esta más que probable trampa estadística —suponiendo una ratio de muertes fetales/neonatales entre 1,04 y 3,03—, la mortalidad infantil de Cuba se ubicaría entre 7,45 y 11,16 por 1.000, alrededor del doble de la actual.
  • Abortos forzados.Otra forma de manipular la mortalidad infantil es forzar a las mujeres con embarazos de riesgo a abortar. Si los fetos con mayores problemas de viabilidad no llegan a nacer, entonces la mortalidad infantil se reduce. Nuevamente, los facultativos cubanos tienen incentivos —y autoridad— para practicar abortos no consentidos por las gestantes; no en vano, Cuba es uno de los países con mayor preponderancia del aborto: se practican 72,8 abortos por cada 100 nacimientos (en contraste, en EE.UU. 18,8, y en Suecia, 33,1). Si solo el 5% de esos abortos fueran forzados, la esperanza de vida de los hombres disminuiría entre 1,46 y 1,79 años (cuando combinamos este efecto con el anterior), de modo que ya pasaría a ser inferior a la de EE.UU.
  • Efectos no intencionados del racionamiento.El socialismo es la economía del desabastecimiento, esto es, de la escasez forzada por la pésima planificación del Politburó. En principio, esta pobreza impuesta debería acarrear efectos adversos sobre la salud (hay una constatada correlación positiva entre prosperidad y salud), pero en algunos casos puede tener, paradójicamente, un efecto positivo sobre la misma. (…) Expresado con otras palabras, la pobreza impuesta por el socialismo no solo minora las opciones de vivir una buena vida, sino también de vivir una mala vida, y ello contribuye a mejorar las estadísticas sanitarias”.

 

5 – Queremos concluir haciendo mención a dos notas (Diario de Cuba y de Yoani Sánchez en 14ymedio) sobre la reacción de los ciudadanos cubanos a la excelente serie de HBO “Chernobyl”:

«Pudimos ser nosotros» es la reacción más común de los cubanos a Chernobyl, la serie televisiva que ha renovado el interés sobre el peor desastre nuclear de la historia, que resuena especialmente en Cuba, donde en el momento del accidente se construía una central casi idéntica y luego fueron atendidas miles de víctimas.

La exitosa miniserie de la cadena estadounidense HBO se vio completa en Cuba gracias a las descargas y al Paquete Semanal. (…)

Las consecuencias del siniestro, que dejó al descubierto las fallas del programa nuclear soviético y afectó la vida de cientos de miles de personas, también se hicieron sentir en Cuba, donde se construía una planta con semejante tecnología, en un esfuerzo nacional que el Gobierno de la Isla llamó «La obra del siglo». (…)

Para Yoani Sánchez:

«Tenía 10 años y mi mundo era del tamaño de las Matrioskas que adornaban la sala de mi casa. Corría 1986 y en Cuba vivíamos otra vuelta de tuerca de la estatización con el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, mientras la prensa oficial alcanzaba sus cotas más altas de secretismo. En abril de ese año ocurrió el accidente de Chernóbil, en Ucrania (entonces en la Unión Soviética), un desastre nuclear del que fuimos -junto a los soviéticos- los últimos en enterarnos.

Los medios nacionales de la Isla, bajo un estricto monopolio del Partido Comunista, ocultaron durante meses el estallido en la central Vladímir Ilich Lenin que dejó expuesto suficiente material radiactivo para que se extendiera prácticamente por toda Europa.(…)

Mientras millones de padres acostaban a sus hijos sin saber si habría un mañana para ellos, aquí vivíamos ajenos a la tragedia que se había desatado. (…) Los pocos detalles que se contaron, pasados los meses, hablaban de una situación controlada, del castigo a los culpables y de la heroica respuesta del pueblo soviético.

Eso habríamos seguido creyendo si con el tiempo no hubieran entrado a la Isla otros fragmentos de la historia. Algunos de ellos de la mano de los llamados niños de Chernóbil que por más de dos décadas recibieron tratamiento en la playa de Tarará, una urbanización al este de La Habana donde yo había pasado varios veranos en campamentos estudiantiles ubicados en casas confiscadas a la burguesía cubana. La situación de aquellos infantes, muchos huérfanos, y los graves problemas de salud con que vinieron, no encajaban con la historia oficial que nos habían contado. (…)

La serie Chernobyl, emitida por el canal estadounidense HBO, ya circula en Cuba. Gracias a las redes alternativas de distribución de contenido. Sus cinco capítulos probablemente han sido vistos hasta ahora por un mayor número de televidentes de los que sintonizan el noticiero estelar de la televisión oficial. Tal voracidad se debe a que varias generaciones necesitamos llenar un agujero en nuestra historia y reconstruir la memoria de un suceso que nos escamotearon.

Completar los recuerdos que nunca tuvimos puede ser un proceso doloroso. Lo primero que se siente al asomarse a las escenas iniciales de la serie es la familiaridad, los objetos que poblaron nuestra infancia, la manera de hablar de los oportunistas, el maquillaje constante de la realidad que es un pilar fundamental de estos regímenes totalitarios. Son soviéticos, pero nos resultan tan parecidos que por momentos hay una sensación de tragedia propia y de historia conocida.

“(…) Chernobyl  tiene un valor especial para los cubanos también porque en Cienfuegos estaba construyéndose la Central Electronuclear de Juraguá, prima hermana de la planta ucraniana. Conociendo la ineficiencia, el secretismo y el triunfalismo que embarga a la empresa estatal cubana, aquello hubiera sido una bomba de relojería.

En lo personal, y amén del espanto que me ha provocado esta producción de HBO, creo que  Chernobyl nos deja la esperanza de que todo termina sabiéndose y que de poco sirve disfrazar o acallar una realidad, porque hay voces que terminarán por contarla. Espero entonces por todos los documentales sobre Cuba y sus temas tabúes que nos deparará el futuro”.

 

Marcelino Miyares, Miami, 23 de junio de 2019

 

 

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