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María Elisa Flushing: “Macbeth: un cantabile muy sui generis”

           Giuseppe Verdi admiraba profundamente a Shakespeare y con Macbeth (1847), su ópera más importante desde Nabucco, logra su primera adaptación de una obra teatral shakesperiana. Más tarde vendrán Otello (1887) y Falstaff (1893). Se calcula que hay entre 270 y 280 óperas basadas en las creaciones de Shakespeare, pero Verdi, con la excepción del Otello de Rossini, no tenía prácticamente precedentes en Italia. La crítica ha considerado a Macbeth como su obra más experimental, no sólo por la teatralidad que rompía con los fundamentos del melodrama italiano, sino por las novedades que introduce en el canto. Verdi procura alejarse de las bellas florituras del bel canto y busca que los personajes oscuros y atormentados de Macbeth expresen con su voz los sentimientos que incitan sus terribles acciones.

Cuando Verdi recibe el encargo de una nueva ópera para el Teatro della Pergola (Florencia) estaba trabajando con dos posibles temas operísticos: uno basado en Los Bandidos de Schiller, y Macbeth. La decisión fue de orden práctico: los compositores de ópera del siglo XIX debían adaptarse a las voces disponibles y la obra de Schiller requería de un tenor que Verdi no tenía.

Para el papel de la terrible Lady Macbeth, Verdi escogió a Marianna Barbieri-Nini, una soprano cuyo aspecto poco agraciado representaba una ventaja. El propio Verdi lo explica en una carta dirigida al empresario teatral Cammarano, quien le había propuesto a la bella soprano Eugenia Tadolini para el rol:

“Usted sabe cuánto aprecio a Tadolini, y ella misma los sabe también; pero creo necesario hacer algunas observaciones a favor del interés de todos: los atributos de Tadolini son demasiado buenos para el papel. Probablemente esto le parezca absurdo… Tadolini tiene una apariencia hermosa y atractiva, pero quisiera que Lady Macbeth fuera fea y diabólica; Tadolini canta a la perfección, pero quisiera que Lady Macbeth no cantara; Tadolini tiene una voz clara, limpia y poderosa, pero quisiera que Lady Macbeth tuviera una voz dura, sofocada y apagada. La voz de Tadolini tiene un matiz angelical y quisiera que la de Lady Macbeth tuviera un matiz maligno”.

Maria Callas en una legendaria interpretación de “Nel di della vittoria” de Macbeth (Hamburgo 1956)

 

«En el día de la victoria las encontró…aún yo estaba estupefacto por lo que escuché, cuando los mensajeros del rey me saludaron como señor de Cawdor; vaticinio hecho por las mismas videntes que predijeron una corona para mi cabeza. Esconde en tu corazón este secreto. Adiós.» Ambicioso espíritu es el tuyo, Macbeth…Anhelas la grandeza, ¿pero tendrás la suficiente maldad? ¡El camino que conduce hasta el poder está lleno de crímenes, y pobre del que avanza con pie dudoso y retrocede! ¡Ven! ¡Apresúrate! ¡Quiero encender tu frío corazón! Yo te daré valor para cumplir la audaz empresa; las videntes te prometieron el trono de Escocia. ¿A qué esperas? Acepta el regalo, siéntate en él para reinar.

 

Un criterio similar prevaleció en la elección del barítono Felice Varesi para el rol de Macbeth:

“Varesi es el único artista en Italia capaz de hacer la primera parte que tengo en mente, no sólo por su estilo de canto, sino incluso por su apariencia. Cualquier otro artista, incluso aquellos mejores que él, no podrían cantar esa parte como quisiera. No pretendo restarle méritos a Gaetano Ferri, quien tiene una apariencia mejor, una voz más hermosa, y, si se quiere, es mejor cantante; pero en ese rol ciertamente no podría proporcionarme el mismo efecto de Varesi”.

El gran barítono verdiano Renato Bruson intepreta “Pieta, rispeto, amore” de Macbeth (Teatro La Scala, 1997)

Piedad, respeto, amor, consuelo para mis días otoñales, ¡ay!, no arrojarán una sola flor sobre tu encanecida edad. Ni sobre tu tumba real esperes suaves elogios; ¡ah, sólo maldiciones, oh desdichado, serán los cantos funerarios que te dediquen!

 

Con Macbeth, Verdi creaba un nuevo tipo de ópera donde el drama psicológico prevalece sobre el drama amoroso y procura que la música revele las ambiciones, las dudas, la culpa y los sangrientos crímenes de los personajes. Verdi sometió a los cantantes a innumerables horas de ensayo, al punto que la soprano Barbieri da cuenta en sus memorias que tuvo que ensayar 150 veces el dueto con Varesi. Verdi expresamente les pide que “sirvan más al poeta que al compositor” e incluso llega al extremo de decir que los cantantes no deberían cantar.

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