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María José Solano: Día de boda

Celebro el día que conocí a Ana Jacinta de São José, que marcó a fuego mis lecturas y mi vida

                                                  Retrato de Ana Jacinta de São José

 

La novia tenía todo cuanto se podía desear. Suerte, valor y una hermosura singular con la que había nacido pero que, sin embargo, siempre le había parecido una especie de palacio heredado, vetusto, casi inservible, incontrolable y oscuro al que ella había decidido iluminar con el esfuerzo de un solo objetivo; conseguir ser quien debía ser: una mujer absoluta, educada por sí misma en el mundo, los libros, los hombres, las amistades y los sueños.

Así vivió los años de juventud teniéndolo todo; todo menos futuro, pues su biografía había transformado aquella extraña palabra en un magnífico álbum de días pasados. Realmente aquello no le importaba, o quizás nunca lo pensó demasiado. Hasta que un día apareció el novio. Él era una mezcla extraña de memoria fresca y profunda como un pozo oculto, y una mirada ambiciosa puesta en lugares lejanos no de la geografía, sino del tiempo.

Ella, como estaba hecha de pasado, al principio no lo vio, pero a él eso no le detuvo: escribió 365 poemas sin respuesta, la inundó de flores inaccesibles, perdió locomotoras, se esforzó en los libros y las risas y finalmente, le entregó, arrodillado en una iglesia, una promesa de vestido blanco y anillo bendecido por Dios en un jardín. La novia accedió, rendida, hizo una hoguera en mitad del salón de baile de su vida y quemó en ella su viejo retrato.

 

A él eso no le detuvo: escribió 365 poemas sin respuesta, la inundó de flores inaccesibles

 

Sin embargo, nunca hubo boda. «Pesan demasiado en ti las sombras», le dijo el novio. «Demasiados años y demasiados hombres.» Y esa mujer, atrapada en un lugar helado, sin pasado y sin futuro, pronunció ante su doncella aquellas palabras que han cruzado, misteriosas, dos siglos y dos continentes hasta llegar a mis labios: «Puesto que el mundo ha hecho de mí una puta, yo haré del mundo un burdel».

Hoy es primero de junio, y yo celebro así el día que conocí a una de las mujeres que han marcado a fuego mis lecturas y mi vidaAna Jacinta de São José, más conocida como «Dona Beija», cortesana de Jatoba, señora de Araxá, «La Estrela do Sul» de Minas Gerais. Como ven, la historia merecía la pena. Y que el paciente lector de ABC y el falso Cervantes al que volveremos en la siguiente entrega (si no se me cruza otro cuento triste) me perdonen.

 

 

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