Mary Montes: La trampa salió
«Destruyeron la fe en su equipo y la honestidad. Han destruido algo más, han sembrado sospechas en todas las cosas».
La cita es del juez Kenesaw Mountain Landis, primer comisionado de MLB. Se refiere a los ocho jugadores expulsados del béisbol para siempre por haberse involucrado con apostadores para jugar a perder la Serie Mundial de 1919; que terminaron ganando los Rojos de Cincinnati, los recordados “Medias Negras” de Chicago.
Landis, quien llega convocado ante la urgencia de remediar lo sucedido, toma la decisión para proteger al béisbol de la mafia de los apostadores. Fue severo para asegurarse de que nunca más unos hombres jugaran para perder, por eso los expulsó y estableció como castigo que quienes se relacionaran con apostadores serían echados del béisbol para siempre.
La consecuencia por apostar la saben todos en el béisbol, no hay excusas. Por eso la historia del castigo a Pete Rose. En el momento de su expulsión, demostrada la conexión con corredores de apuestas, el comisionado Bart Giamatti —a quien le tocó la conclusión de la investigación— soltó una frase indiscutible: “Nadie es más grande que el béisbol”.
Luego vino la huelga de 1994, por motivos salariales. Buena parte de la afición los vio como unos “millonarios peleando con otros más millonarios”, que dejaron a la afición sin el resto de la temporada y Serie Mundial. Además, fue grande la frustración para los fanáticos de los Expos al no saber si habrían podido sostener un ritmo que los llevara a playoffs, que Matt Williams alcanzara los 61 HR de Roger Maris o Tony Gwynn los .400 de promedio de Ted Williams.
Cuando volvieron en 1995, les arrojaron dinero en algunos parques, un desplante para decirles avaros y levantaron montones de letreros para despreciarlos.
Muy cerca de ese episodio, tomó centimetraje el tema de los esteroides y otras sustancias para mejorar el rendimiento. Surgieron nombres de súper estrellas que por años estuvieron sumando batazos, dejando atrás grandes nombres de la historia y estableciendo récords increíbles.
Mientras la pelota abandonaba el parque, aunque ya se hablaba del abuso del uso de hormonas y medicación, pasaron algunos años e incluso una investigación del Congreso, hasta que se tomaron las medidas de control para evitar el consumo de las sustancias de ayuda.
Sin embargo los controles no son infalibles. Varios ejemplos nos sirven para saber que pueden burlarse y por eso hay jugadores que nunca dieron positivo, pero que igual son señalados como “pinchados”. No pocos ven algunos récords como sospechosos y prefieren decir, por ejemplo, que Hank Aaron es el Rey del Homerun.
A cada uno de esos escándalos ha sobrevivido el béisbol. Los nombres de los protagonistas de esos capítulos son muy pocos entre casi 20 mil que han usado un uniforme en las Grandes Ligas.
Este 2020 madrugó con una información esperada desde que se conoció la investigación del prestigioso portal The Athletic, donde el escritor y reportero Ken Rosenthal descubrió la trama del robo de señas por parte de los Astros de Houston, con todo un dispositivo para hacerlo de forma sistemática y prácticamente a la vista (o al oído) de todos.
Esta semana el comisionado Rob Manfred leyó un informe de nueve páginas donde explica la falta: uso de tecnología para descifrar el trabajo de los lanzadores y comunicar al bateador el envío que verá. También expone las sanciones: suspensión por un año del manager A.J Hinch y del gerente general Jeff Luhnow, y pierden sus puestos 21 y 22 en las selecciones colegiales y universitarias de 2020 y 2021. Deberán pagar cinco millones de dólares, que es la multa más alta que puede establecerse.
No parece suficiente.
Los Medias Rojas acordaron con Alex Cora su salida de la organización, previendo lo que vendrá por haber ideado el mecanismo, según señala el informe.
La dimensión de la trampa no es menor. Aunque parte del béisbol y de jugarlo con inteligencia es poder descifrar al lanzador, como se ha hecho desde que fue inventado, está establecido desde hace 20 años que no se puede usar tecnología para ello. Es obvio que el equipo que se valga del uso de esas herramientas está haciendo algo no permitido, y si es descubierto será objeto de castigos.
Parte de la esencia del béisbol está en la sorpresa. Una vez me dijo Johan Santana: “el béisbol es el juego de la sorpresa”, por eso se busca descifrar el lanzamiento, porque sabiendo qué envío viene, el bateador puede ajustarse y tomar ventaja en esas milésimas de segundo que tarda una pelota en llegar al home.
La excusa de «para eso hay que saber batear”, no vale. Todos en las Grandes Ligas, unos mejores y otros no tanto, saben batear o no estarían ahí. Lo mismo lo decían con los esteroides, que había que ser bueno. Por supuesto que había que ser bueno, esa no es la discusión, pero usar esas sustancias ayuda, o no las habrían inventado ni las consumirían, arriesgando sus carreras y en algunos casos hasta sus vidas.
Si saber qué va lanzar el pítcher no fuese un beneficio para el bateador, nadie jamás habría intentado robarse una seña.
Entonces es trampa, se hizo trampa y ello ha traído a los Astros a primera vista y al béisbol en general la terrible sensación de la duda.
¿Son campeones mundiales porque hicieron trampa? ¿Ganaron por eso? ¿Y los títulos individuales? ¿Solo lo hicieron los Astros? ¿Quién más? No sabemos, nos queda la duda y la duda es tan desagradable que a veces llega a doler.
Cuando Landis echó a los ocho “Medias Negras”, lo hizo para evitar que en el futuro alguien en la tribuna pudiera pensar que cuando a un jugador se le cae un fly no es que cometió un error, sino que un apostador pagó para que un equipo pierda. Fue doloroso, fue execrado uno de los mejores bateadores de la historia: Joe Jackson. Pero el béisbol se salvó.
¿Qué viene? No podemos precisarlo, pero asusta. Ya es un lugar común con este caso de los Astros decir que se abrió la Caja de Pandora, y es verdad, entonces queda la esperanza.
Tengo la certeza de que el béisbol se repondrá de esto también.