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Mauricio Rojas: «Trump pone a Chile en manos de una dictadura comunista»

Tras los últimos anuncios del Presidente norteamericano, el exministro e historiador económico sostuvo que «el populismo nacionalista estúpido de Trump va a terminar beneficiando a China». Además, dijo que «Trump no tiene nada que ver con el liberalismo. Él es un político autoritario, nacionalista».

La situación política y económica mundial atraviesa momentos cambiantes, especialmente tras los anuncios del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien estableció elevadas alzas arancelarias -incluyendo a Chile con un 10%- lo que ha afectado el comercio global, con el desplome de las bolsas mundiales.

Sin embargo, este miércoles Trump revirtió la medida y anunció que aplicaría una pausa de 90 días a la aplicación de aranceles a los países que no tomaron represalias comerciales. Y además, le subió a un 125% los aranceles a China, «con efecto inmediato».

En el programa «Mirada Líbero», el exministro Mauricio Rojas, historiador económico y actual miembro del Parlamento de Suecia, se refirió a los últimos acontecimientos, abordó la figura del Presidente norteamericano y lo que hay detrás de sus medidas proteccionistas.

«Un 125% de tarifa aduanera significa la muerte de una parte de la economía mundial»

-¿Cómo interpreta usted, desde Estocolmo, los últimos anuncios de Donald Trump? ¿Responden a una estrategia de negociación o está retrocediendo ante la presión internacional?

-A Trump hay que entenderlo como un jugador de póker que mide al adversario, hace una serie de apuestas muy excesivas, pero se queda con alguna. El desafío con China es el de mayor importancia global, pero vamos a ver cuánto dura, porque un 125% de tarifa aduanera significa la muerte de una parte de la economía mundial. Lo que él quiere es imponer tarifas aduaneras sin que haya respuestas aduaneras, y si las hay, él saca el garrote y le da un mazazo al país que lo hace (…). La verdad es que nadie sabe lo que va a pasar mañana con Donald Trump, hay una tremenda incertidumbre. En Europa esto es muy sensible, no sólo en la parte económica, sino también en lo militar, porque estamos en plena guerra con Rusia y Trump dice que va a retirar el apoyo norteamericano. Acá la incertidumbre es de una magnitud impresionante.

-¿Cómo se entiende la figura de Trump desde Europa? ¿A qué responden sus medidas arancelarias?

-No creo que haya algo tan pensado. Lo que sí hay es una historia muy importante que se desconoce mucho tanto en América Latina, como en Europa. Pensamos que Trump es un lunático que aterrizó en la Casa Blanca y que está sacando cosas impensadas. Pero nada de eso es cierto, cada cosa que hace Trump tiene una profunda raigambre histórica. Estados Unidos nace con un sueño de grandeza y excepcionalidad que Trump va a reproducir, y por eso su discurso es “volver a hacer América grande”, es volver a las raíces del país. Después, la tradición de aislarse del mundo ha sido prácticamente permanente hasta la Segunda Guerra Mundial. Incluso cuando se creó la Sociedad de las Naciones, después de la Primera Guerra Mundial, EE.UU. decidió no participar. Además, Estados Unidos ha sido históricamente proteccionista, la idea del proteccionismo está muy arraigada en la historia. Finalmente, la premisa de Trump es que el mundo necesita a EE.UU., pero EE.UU. no necesita al mundo.

-¿Pero Trump está intentando reactivar la economía de Estados Unidos?

-Él ahora está muy consciente de que esto le va a costar caro a Estados Unidos, cosa que parecía no tener muy clara hace poco tiempo, pero parece estar dispuesto a asumir el precio (…). Indudablemente que hay una megalomanía en el personaje. Él se siente un mesías, un restaurador, su autoimagen es esa, y quiere pasar a la historia como el hombre que le devuelva la grandeza a EE.UU.. Además, es un multimillonario que ha estado en cientos de juegos económicos, sabe negociar, retirarse, amenazar. Y se siente un ganador, lo que no quiere decir que sea un loco. Pero todo eso lo transforma en un peligro para el mundo. Y un peligro con bombas atómicas es cosa muy seria.

-¿Y qué consecuencias puede traer esto en el mundo?

Es un juego económico que va a causar un daño tremendo a nivel mundial, y que puede ser mucho peor de lo que ha sido hasta ahora (…). Si bien las consecuencias dentro de Estados Unidos podrían ser manejables, en el mundo pueden dar origen a procesos políticos, sociales y económicos que se hagan completamente inmanejables, y que terminen golpeando de vuelta a Estados Unidos, que es lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial. Trump se pierde esa parte importante de la historia, que es creer que uno puede hundir al mundo, y que eso no va a tener consecuencias para Estados Unidos.

«Para América Latina, y lo lamento mucho, China puede ser el salvador»

 

-¿Y qué consecuencias puede tener todo esto para Chile? Ya se ha visto impacto en el tipo de cambio, el precio del cobre…

-Para países pequeños y exportadores de productos naturales, lo más preocupante no son las tarifas de Estados Unidos, sino el riesgo de una recesión a nivel mundial. Eso sí afectaría el consumo de cobre y de otros productos que América Latina sigue exportando. Lo importante es el riesgo de una crisis económica a nivel mundial que reduzca la demanda de estos productos básicos. Además, China va a tener la necesidad de buscar nuevos mercados. A largo plazo, el gran ganador de todo esto va a ser China, porque tiene la capacidad económica, tecnológica y militar de hacer eso que Estados Unidos estaría negando a hacer. Y eso es lo que Trump no piensa, o no le importa, pero está dejando esto en manos de China. Para América Latina, y lo lamento mucho, China puede ser el salvador. Deja un vacío que va a ser llenado por China, si Estados Unidos continuara con esta política.

-¿Es decir, América Latina va a terminar dependiendo aún más de China?

-Claro, si ya los mercados asiáticos son más importantes para Chile y para varios países de América Latina. Y yo lo lamento profundamente, porque resulta que nos pone en las manos de una dictadura comunista. El efecto de este populismo nacionalista, bastante estúpido, termina beneficiando a China. Además, Trump congenia bien con dictadores. Con Putin parece llevarse bien (…). Y pueden venir muchas cosas, y eso puede orientar aún más a América Latina hacia Asia. Si antes teníamos un aliado, que era el imperialismo norteamericano, ahora lo vamos a echar de menos, porque las alternativas son mucho peores. El futuro se ve complicado con Trump, además, parece no estar dispuesto a entregar el poder cuando termine su mandato. Acá hay un proceso de deterioro de la democracia, con un efecto muy grave.

«Trump no tiene nada que ver con el liberalismo»

¿No es paradójico que una potencia como EE.UU., un gobierno de derecha, termine fortaleciendo una dictadura comunista como China? ¿Está perjudicando Trump al liberalismo y la democracia?

-Lo que pasa es que hemos creído muchas cosas sobre Trump, pero él no tiene nada que ver con el liberalismo. Trump es un político autoritario, nacionalista. Lamentablemente se ha creado la idea de que tiene que ver con las ideas liberales, pero es absurdo (…). Hay que dejar de creer que derecha y liberalismo son lo mismo. Las derechas han sido muchas cosas, muchas de ellas han sido autoritarias, nacionalistas, proteccionistas, antimercado. Hay que distanciarnos de esa llamada derecha, y recuperar la idea liberal de libertad, libre comercio y respeto a la democracia. El lenguaje de Trump, como el de Milei, es absolutamente antidemocrático. Divide a los países entre amigos y enemigos. Eso no tiene nada que ver con la democracia. Así se pierde la democracia.

-¿Y qué deberíamos hacer en Chile frente a este conflicto entre potencias?

-Cuando pelean los grandes, los chicos tienen que estar muy tranquilos, ojalá en un rincón protegidos, no hacer ruido. Las peleas entre los grandes no tienen miramientos para con los chicos. La recomendación es ser conscientes de la pequeñez y la vulnerabilidad de un país como Chile, porque o si no podemos terminar muy mal. Espero que la influencia China, que va a crecer, no se convierta en un aval de fuerzas antidemocráticas. Pero ahora hay que tener cuidado, unidad y respeto interno. La convivencia interna se hace más importante cuando los países están expuestos a un escenario impredecible.

-¿Y entre China y Estados Unidos, qué le conviene a Chile?

-Entre la peste y el cólera, optar lo menos posible, estar esperando, «al aguaite» como se dice en Chile, porque las cosas pueden ser muy serias, y un país chico puede salir muy mal parado. En un conflicto entre grandes potencias, los chicos tienen que estar muy tranquilos, pensar en que no son nada, no pesan ni lo que es una mosca en este tipo de conflictos y de repente un manotazo de un grande puede terminar con la mosca hecha papilla.

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