Maxim Ross: De aliados y no aliados de Venezuela
Quizás uno de los temas más relevantes, a la hora de evaluar el presente y el futuro de este país, sea conocer algo más a esos gobiernos o países que aparecen[1] como aliados y no aliados de Venezuela, porque pareciera que nuestro destino se “juega” en ese frente solamente y, si pudiéramos constatar hasta donde ello es cierto, esto es, si son o pueden ser realmente aliados o no, quizás podríamos descubrir que, con ellos o sin ellos, Venezuela puede organizar su destino de otra manera.
Luego, resulta importante conocer hasta donde esas promesas de apoyo a un lado u otro de la disputa política pueden hacerse realmente efectivas o, como se dice normalmente, no va o no puede ir “más allá de las palabras”. Un acercamiento mayor a los temas y problemas que los afectan puede ayudarnos a encontrar, primero quienes pueden serlo realmente y segundo que, de ese resultado quizás podamos desarrollar una estrategia diferente que nos conduzca a desarrollar un mayor grado de autonomía para la sociedad venezolana. Somos de la opinión de que un objetivo como este debe ser común a los partidos políticos.
Entonces, escogemos dos caminos para realizar este modesto ensayo. Por un lado, que nos dice la situación de esos gobiernos o países para hacer efectivas sus promesas y, por el otro, en qué medida podemos convencernos de que una estrategia más autónoma nos conviene mayormente.
De los aliados del gobierno
Cuba y Rusia
Si examinamos a los aparentes aliados del gobierno y tomamos como referente las noticias internacionales detectamos que, en primera línea, países como Cuba y Rusia están en la lista de los más problemáticos, el uno porque su situación económica y social sigue siendo de la misma profundidad y magnitud de hace muchos años y el otro porque está enfrascado en una guerra que lo obliga a distraer cuantiosos recursos para sostenerla, con un grave y sustantivo impacto en su bienestar colectivo y en su capacidad de ayuda externa. Siendo esto así no apostaríamos a un apoyo efectivo de estos dos países, más allá de su clásica retórica. La reciente decisión rusa de subsidiarle los combustibles a Cuba ilustra el peso de la alianza de esta con Venezuela.
Del mismo lado colocamos a Irán y China, pero con circunstancias distintas que los harían más propensos a ser menos retóricos
Irán
En el caso de este país la analogía petrolera le genera recursos suficientes y mejores resultados económicos que le permiten ser más efectivo, tal como se ha demostrado con la escasez de gasolina y, aunque está muy envuelto en la crisis del Medio Oriente, ha dado señales de no querer profundizar su participación en ese conflicto. También, a pesar de las noticias de disidencia política en su seno, pareciera que el Estado Iraní mantiene un severo control sobre su sociedad y por ello no es descartable que su apoyo sea más firme que el de otros.
China
En este caso todo parece indicar que conserva una posición que lo califica entre los más aptos, especialmente por su necesidad estructural de suministros petroleros, aunque se encuentra enfrentando una cierta debilidad económica, dada la reducción de su tasa de crecimiento, debido al giro que ha tenido que dar a sus planes económicos, ahora más centrado en un “crecimiento hacia dentro”, principalmente por el cierre parcial del mercado de los Estados Unidos.
A ello hay que añadir que está desarrollando una estrategia de estrecho acercamiento a los países del sur del mundo a la que ha dado en llamar “Sur Global” y que ha demostrado eficacia en el área del comercio, de la cooperación y de las inversiones. En ese sentido, no hay que olvidar que ese país acumuló importantes activos en dólares, gracias a sus superávits en balanza de pagos, lo cual le permite concretar sus apoyos en forma práctica. Luego, podríamos concluir que, en primera instancia, estos dos países tienen mayores fortalezas para cumplir con sus alianzas y promesas.
Turquía
Probablemente este es uno de los países que tiene mayor potencial de ayuda, aun cuando esta pareciera concentrarse más en el terreno del comercio exterior con cifras que han aumentado en forma importante en los últimos años. Que se conozca su apoyo no se ha concretado de otras formas. Por ello creemos que su apoyo entra todavía en el terreno de lo impredecible.
De los aliados de la oposición
Los Estados Unidos
Desde luego, la nación del Norte encabeza la lista de los más efectivos pues, con distintos gobiernos ha dado demostraciones palpables de su apoyo a la oposición venezolana comenzando, claro está, con el hecho de las sanciones, las cuales se iniciaron y continúan aun con el gobierno demócrata y se mantuvieron con el republicano. Por otro lado, la robustez demostrada de su economía obliga a pensar que se encuentra en buena posición para mantener sus promesas, aun cuando el perfil de política que se avecina para el presente año puede afectar su efectividad y oportunidad.
Desde luego, en este caso el tema petrolero toma peculiar importancia y ello se ha visto intensificado con el “sí o el no” para Chevron y por la disputa de esta con la Exxon Mobil por los yacimientos en Guyana que nos dicen cuanta garantía de suministro de gas y petróleo requieren los Estados Unidos para el presente y para el futuro. De manera que, sin duda alguna, califica de primero sobre alianzas y no alianzas.
Europa
Luego sigue el continente europeo con demostraciones contradictorias en uno u otro sentido, con una crisis y una debilidad económica que no termina y le obliga a concentrarse en sí mismos, especialmente con el costo que ha significado la amenaza rusa. También con divisiones claras en lo que respecta a Venezuela, como lo son las posiciones de España y del Reino Unido. Si seguimos una trayectoria en el resto del continente encontramos severos problemas económicos en Alemania y Francia, los dos baluartes de la Unión, y una Italia que busca definirse entre el “presidencialismo” y el parlamentarismo. Luego, esa Europa tan compleja y contradictoria no da muchas esperanzas de concretar sus apoyos.
En América Latina
En este terreno se hace más difícil emitir un juicio por la muy diferente situación entre países, con perspectivas económicas nada prometedoras que reflejan una situación social y política digna de su máxima atención y concentración. Por otro lado, encontramos serias diferencias de opinión sobre el caso Venezuela con gobiernos en una clara alianza con nuestro país como es el caso de Argentina, al que se suman Uruguay y Paraguay, en contraste con la difusa posición de Chile y Colombia, pero contrarrestados por los dos grandes del subcontinente, Brasil y Méjico
Del lado pues de la América Latina convendría, quizás, focalizarse en las dos posiciones adversas las de Brasil y Argentina dado su peso en el subcontinente y, en menor grado Méjico dada la posibilidad de cambios políticos.
Por una Venezuela más Autónoma
Sin embargo, como Uds., pueden darse cuenta estamos reduciendo la evaluación casi totalmente a las capacidades económicas de esos países y sabemos que con ello no basta, pues tienen poder de influencia en otras esferas que inclinan la balanza en uno u otro sentido pero, al final de cuentas, ese poder económico es determinante y, quienes no lo tienen, menor poder de influir tienen. Obviamente, no es comparable la fuerza de un Estados Unidos o China con la de Cuba o Uruguay de manera que, en principio y a riesgo de equivocarnos resulta obvio orientar los esfuerzos políticos hacia los países que más pesan.
Desde luego, para no caer en una excesiva concentración de esos esfuerzos, habría que distinguir los de carácter diplomático que no tienen que ser abandonados, con otros que podrían ensayarse a nivel de instancias más representativas de esos países, especialmente su poder parlamentario o legislativo y muy particularmente hacia su sociedad civil, los cuales, quizás, no estén al tanto de nuestros intereses y necesidades, pero si podrían influir en aquellos dos poderes.
Sabiendo lo complicado que una estrategia como esta puede ser y reiterando el criterio de tratar de desprenderse de ese cuadro de actuación, ¿no sería preferible intentar un modelo en el cual Venezuela disminuyera sustancialmente su dependencia de estos actores internacionales? Un modelo que tendría que comenzar por reducir el peso del asunto petrolero en la vida económica venezolana y acentuar los esfuerzos de las políticas públicas en aquellas actividades que, probada sus capacidades competitivas, sirvieran de columna vertebral de una Venezuela bastante más autónoma.
Este concepto, defendido desde un punto de vista del tipo de economía por diseñar y poner en práctica, debería ser acompañado por una perspectiva política y social y elaborar un esquema donde el peso de la sociedad civil venezolana, sus gremios, asociaciones, universidades, comunidades, etc., etc. tengan algo más que decir sobre la autonomía de nuestro país.
[1] Separamos aquí expresamente a personalidades o instituciones cuyo apoyo o no es principalmente de carácter moral y aquellas de ámbito internacional (tipo ONU; OEA) que requieren consensos para esos fines.