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Meloni, del barrio humilde de la Garbatella al Palacio de Chigi

Hija de padres separados, su madre estuvo a punto de abortar, según cuenta en su autobiografía. Su concepto de familia es la base de la educación política

Meloni se ha convertido en un fenómeno político, ganando las elecciones tras una espectacular carrera política. Cuentan sus méritos: muchos años de militancia, seriedad e inteligencia política

 

                            La candidata de Hermanos de Italia haciendo el signo de victoria EP

 

Su concepto de familia, originado de una infancia sin padre, es la base de la educación política de Giorgia Meloni (Roma, 45 años). Hoy, como al inicio de actividad política en las juventudes del Movimiento Social Italiano, un partido neofascista, Meloni tiene a su lado al mismo grupo de hombres y mujeres. La familia ha sido siempre uno de los caballos de batalla de Giorgia Meloni.

A pesar de la separación de sus padres, confiesa que su infancia fue feliz: «Soy testigo de cómo, incluso en una familia en la que falta una de las dos figuras parentales, se puede crecer perfectamente feliz, gracias al sacrificio de quienes asumen esta responsabilidad. En la familia tuve lo que necesitaba». Para salir adelante, la madre hizo muchos trabajos, incluso escribió novelas románticas, hasta 150.

La familia vivía en el Garbatella, un barrio romano popular que hoy está entre los más genuinos y codiciados de la capital, en un apartamento de 45 metros cuadrados, con dos habitaciones, totalmente espartano, donde vivió la infancia y adolescencia. Con el padre, ya fallecido, que se había marchado a las Islas Canarias, apenas tuvo relación.

«Con una cama abatible en el pasillo que abríamos para dormir, una en la cabecera, otra en los pies», una circunstancia que Meloni ha contado para mostrar que conoce las fatigas de una familia humilde. Ha narrado también algún episodio de «bullying» o burla por su obesidad cuando era niña: «Para mi era durísimo mientras lo sufría, pero debo decir que me ha dado la determinación necesaria para salir de mi condición de objetivo fácil». A pesar de las dificultades, acabó los estudios en el instituto con las máximas notas.

En su biografía ha contado que podía no haber nacido, porque su madre estuvo a punto de abortar. «Debo todo solo a mi madre. Porque la verdad es que yo no debería haber nacido -explica Meloni- . Cuando ella se quedó embarazada, tenía 23 años, una hija (Arianna) de un año y medio y un compañero -mi padre- con el que no andaba ya de acuerdo y que, desde hacía tiempo, tenía listas las maletas para marcharse lejos. Una familia herida» (…). «Casi la habían convencido de que no tenía sentido dar a luz a otra niña en esa situación», escribe Meloni en su autobiografía. Al final, cuando su madre se dirigía a la clínica para abortar, en la puerta cambió de idea: «No quiero abortar. Mi hija tendrá una hermana». Esta es la confesión que hizo a Meloni su madre.

No es casual que Meloni se haya convertido en un fenómeno político, ganando las elecciones tras una espectacular carrera política en la última década. De la líder de Hermanos de Italia, lectora de Tolkien, se destaca su determinación, coherencia y capacidad de trabajo. Se ha preparado muy duramente para lograr sus objetivos. Sin duda, cuentan sus méritos: muchos años de militancia, seriedad e inteligencia política.

A los 15 años se inició en la política y antes de ser periodista se buscó la vida en diversos trabajos como camarera o baby-sitter

No lo ha tenido fácil. A los 15 años se inició en la política, en el movimiento estudiantil. Antes de hacerse periodista, se buscó la vida en diversos trabajos, como camarera o baby sitter: «El trabajo tiene siempre una dignidad. Me han insultado durante años por ser camarera -dijo hace unos días-, pero ser camarera me ha enseñado mucho más que estar en el Parlamento».

A los 21 años fue elegida asesora de la provincia de Roma. Fue vicepresidenta de la Cámara de diputados entre el 2006 y 2008. Tiene el récord de ministro más joven en la historia republicana, cuando a los 31 años fue nombrada ministra de la Juventud en el Gobierno de Silvio Berlusconi. Es la única mujer líder de un partido político italiano y europeo. En el 2020 fue elegida presidenta del Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos, del que también forma parte su socio español Vox.

El camino hasta Hermanos de Italia

A los 15 años encontró la que llamó «mi segunda Familia»: El Frente de la Juventud de Garbatella, la sección juvenil del Movimiento Social Italiano (MSI), donde «todo inició», políticamente. Cuatro años después, a los 19, se convierte en responsable nacional de «Azione Studentesca», el movimiento estudiantil de Alianza Nacional (AN), partido de derecha radical, heredero del MSI, dirigido por Gianfranco Fini. En un acto histórico, conocido como la «Svolta di Fiuggi» (el cambio de Fiuggi), Alianza Nacional renunció totalmente a las huellas y connotaciones del fascismo.

Tras la caída del último Gobierno Berlusconi en 2011, del que formaba parte Meloni como ministra de la Juventud, y el consiguiente terremoto político en el centro-derecha, Giorgia Meloni abandonó el «Popolo della Libertà», liderado por Berlusconi, que había unido al centro-derecha, incluyendo Alianza Nacional.

Meloni, que era vista como la única, por su energía y experiencia a pesar de su juventud, de guiar una derecha con una nueva cara, capaz de superar las contradicciones del pasado, fundó Hermanos de Italia, junto a dos experimentados parlamentarios, el abogado Ignazio la Russa, exministro de Defensa, con origen político en el MSI, y con Guido Crosetto, con raíces políticas en la Democracia Cristiana, exdirigente de Forza Italia. A partir de entonces, Hermanos de Italia empezó una lenta pero creciente consolidación electoral, hasta encabezar las encuestas durante el Gobierno Draghi.

«Derecha conservadora»

El partido Hermanos de Italia es heredero de una cultura nacida del posfascismo, pero no puede ser considerado neofascista, según el politólogo y profesor emérito de Historia contemporánea Ernesto Galli della Loggia: «Fratelli d’Italia podría legítimamente aspirar a representar en Italia la derecha conservadora que nunca existió en la II República. Una derecha conservadora muy diferente a la del pasado». Meloni explica así la identidad de Hermanos de Italia: «No somos una repetición de cosas ya vistas, no somos ninguna de las viejas etiquetas. Estamos listos para emprender un nuevo viaje que traerá las ideas de los conservadores al gobierno del país, cuando los italianos nos llamen a esta responsabilidad».

Hablando en un mitin de Vox Marbella, en la campaña de las elecciones andaluzas, Meloni criticó la inmigración masiva, el radicalismo islámico, la ideología de género y el colectivo LGBT. Su discurso se convirtió en viral y fue muy criticado por su tono. Luego se disculpó: «Demasiado emotivo. Cuando estoy cansada no logro modular un tono apasionado que no sea agresivo», reconoció a La Stampa.

«Frente a audiencias con militantes, todos los políticos utilizan enfoques distintos a los que reservan para contextos institucionales o ruedas de prensa», explica el politólogo Marco Tarchi, profesor de Ciencias Políticas, al referirse al discurso de Meloni en Marbella. Pero Meloni mantiene las ideas de su discurso. Para evitar la inmigración clandestina, propone el bloqueo naval. Y en relación con la ideología de género, es radical en su rechazo: «Las mujeres de derecha interpretamos la paridad como un desafío. Sabemos que nadie nos regala nada. Nunca acepté el principio de recibir un tratamiento diverso por ser mujer. Quiero lograr mis objetivos gracias a mi capacidad y no por el género».

«La derecha italiana ha relegado el fascismo desde hace décadas, condenando la supresión de la democracia y las vergonzosas leyes contra los judíos»

Desde luego, la líder de Hermanos de Italia ha moderado su tono en la campaña electoral italiana. El objetivo de Meloni ha sido tranquilizar a los votantes, al poder económico, a los mercados y a sus socios occidentales, rechazando rotundamente las acusaciones de nostalgias neofascistas. Lanzó dos claros y fuertes mensajes: No es una extremista como la pintan sobre todo en los medios internacionales, y su eventual Gobierno salvaguardará la estabilidad de Italia y su lugar en Europa. Elsa Fornero, economista y exministra de Trabajo, muy distante políticamente de Meloni, destaca su «perspicacia política»: «Se considera cercana a su objetivo de presidir el Gobierno. Como sabe que los problemas del país son muchos, trata de ser más prudente. Ella sabe que estar en el Gobierno conlleva responsabilidad, que los mercados son importantes y pueden provocar un estado de emergencia financiera en muy poco tiempo. Meloni lo sabe bien y actúa con cautela».

Condena del fascismo y cambio histórico político

En un vídeo, con un mensaje en inglés, francés y español, Meloni condenó de forma expresa y contundente el fascismo y las leyes raciales del régimen fascista de Mussolini. «La derecha italiana -dijo Meloni- ha relegado el fascismo a la historia desde hace décadas, condenando sin ambigüedades la supresión de la democracia y las vergonzosas leyes contra los judíos». Giorgia Meloni se distanció de las posiciones de extrema derecha con las que se suele asociar a su partido y se presenta como una líder conservadora: «Tengo el honor de liderar el Partido Conservador Europeo, que comparte valores con los conservadores británicos, los republicanos estadounidenses y el Likud israelí».

La líder de Hermanos de Italia ha hecho una dura oposición al expresidente del Banco Central Europeo, pero ha sabido también mantener una buena relación de «estima recíproca» con el primer ministro en funciones. Ha apoyado su política atlantista y el envío de armas a Ucrania, condenando la agresión rusa. Hace unos días, Mario Draghi aseguró que «Italia es un gran país que triunfará, gobierne quien gobierne». Estas palabras del primer ministro en funciones fueron interpretadas por el centro-derecha como una muestra de confianza de Draghi en la coalición encabezada por Meloni en caso de victoria.

Está por ver, si se trata de una derecha liberal-atlantista o una derecha soberanista al estilo del primer ministro húngaro Orbán. «Meloni y Orbán son conservadores, pero operan en dos contextos diferentes. El 1989 [caída del Muro de Berlín] no borró todas las diferencias sociales y culturales existentes en Europa del Este y Europa Occidental», afirma el politólogo Marco Tarchci, y profesor de Ciencia Políticas en la Universidad de Florencia.

Meloni, por ejemplo, se distancia del modelo de familia tradicional de Orbán, que relega a las mujeres al trabajo de cuidados de los hijos a cambio de exenciones fiscales. Meloni compatibiliza familia y trabajo: «Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, tiene siete hijos, Roberta Metsola, presidenta del Parlamento europeo, está creciendo cuatro niños». «Si llego a ser primera ministra -aseguró recientemente- no renunciaré a nada de lo que se refiera a mi hija Ginebra. Las mujeres se organizan siempre». En cualquier caso, Meloni comprenderá que los verdaderos interlocutores en Europa son el canciller Scholz y el francés Macron, porque Italia se aproxima a los tres billones de euros de deuda pública y no puede hacer lo que quiera.

Ningún analista serio considera hoy a Hermanos de Italia un partido fascista, aunque haya algunos nostálgicos del pasado en sus filas o entre sus simpatizantes, con gestos como el llamado saludo romano o fascista. «Eso es solo folclore», afirma Marco Tarchi, profesor de Ciencias Políticas. Sobre un eventual Gobierno Meloni, el profesor Tarchi declara a La Stampa: «No veo ningún peligro.

La polémica del fascismo es algo que hoy solo interesa a la izquierda y al centro izquierda». Contundente se muestra también el profesor Ernesto Galli della logia, editorialista del Corriere della Sera, quien considera que estas elecciones pueden representar un cambio real y profundo en Italia: «Si gana el partido de Giorgia Meloni, estamos ante un importante punto de inflexión histórico-político en Italia: el fin del paradigma antifascista de la República. Después de haber señalado que la derecha no ha roto sus lazos con el fascismo, la consecuencia de su victoria es esta: el paradigma ha sido derrotado».

 

 

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