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Meloni se consagra en la cumbre del G7 como líder internacional

Desde el punto de vista italiano, había expectación porque la cumbre era una oportunidad para medir la posición de la primera ministra y su peso en Europa y en el mundo

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, durante la rueda de prensa ofrecida este pasado sábado como cierre del G7 REUTERS

 

«Me siento orgullosa y muy satisfecha de cómo nuestra nación ha logrado asombrar al mundo y trazar el rumbo». Con estas palabras, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, clausuraba este sábado la cumbre de los siete Grandes de la Tierra en la región de Apulia y reivindicaba resultados «históricos», por encima incluso de las expectativas. Caía el telón sobre un G-7 que la consagra como líder internacional, pocos días después la victoria en las elecciones europeas, y se ha levantado el telón de Bruselas, donde Giorgia Meloni jugará, según ha dicho, un papel de «protagonista y no de espectadora» en el devenir de la UE, en un momento crucial de la situación internacional.

Desde el punto de vista italiano, había expectación porque la cumbre era una oportunidad para medir la posición de la primera ministra y su peso en Europa y en el mundo. Y sobre todo ver la forma en que ese peso era transmitido y percibido en Italia y en el extranjero. En ambos escenarios, Giorgia Meloni superó con éxito el reto del G-7. Así lo reconocía la empresaria Emma Marcegaglia, expresidenta Confindustria, la patronal italiana: «Han sido dos días extraordinarios. La imagen de Italia ha salido mucho más fuerte, capaz de mantener relaciones internacionales al máximo nivel; y la primera ministra Meloni se refuerza también con un liderazgo fuerte», declaraba a la RAI Marcegaglia, actual presidenta del B-7 (el foro de debate de los empresarios de los siete países más industrializados del mundo).

Elogios para la primera ministra italiana

Teniendo en cuenta la línea a favor de Putin que mantenían en un pasado no lejano las derechas en Italia, sobre todo el fallecido Silvio Berlusconi y el líder de la Liga Matteo Salvini (éste nunca abandonó las simpatías ‘putinianas’), no se podía dar por hecho el éxito de un G-7 que ha permitido a las democracias occidentales dar un paso adelante contra los regímenes sangrientos como el de Putin, contra las autarquías violentas y contra los extremistas populistas. Giorgia Meloni ha recibido los elogios del presidente estadounidense, Joe Biden. Su reconocimiento político lo ha hecho público también la Casa Blanca en su web, elogiando «el firme apoyo de Italia a Ucrania». 

Precisamente, esta clara posición de Giorgia Meloni con la Alianza Atlántica es la que le ha dado credibilidad internacional, superando la desconfianza que había despertado al llegar al poder por su pasado en un partido neofascista y sus lejanas posiciones antiglobalización y ‘filoputinianas’. Todos los líderes del G-7 han elogiado la organización de la cumbre, incluido el presidente francés Emmanuel Macron, a pesar de sus reconocidas diferencias con Giorgia Meloni. Entusiasta se mostró el primer ministro británico, Rishi Sunak: «Las relaciones con Italia nunca han sido tan fuertes, Giorgia es una persona fantástica».

Meloni ha dicho que son «evidentes y tangibles» los resultados del G-7, un foro que la primera ministra logró convertir durante la segunda jornada de la cumbre en algo más incluso que un G-20, para demostrar que «el G-7 no es un club cerrado, sino abierto al mundo». Para ello invitó, entre otros, al argentino Milei, el brasileño Lula, el turco Erdogan, el argelino Tebboune, el Rey Hussein de Jordania, varios presidentes africanos y, sobre todo, al Papa Francisco. La primera vez que un Pontífice asistía a una cumbre del G-7, un hecho muy relevante por su dimensión ética e histórica.

Meloni ha querido dar la batalla sobre el aborto, evitando que esta palabra apareciera en la declaración final, aunque obviamente el Gobierno reconoce tal derecho y ha reiterado que no cambiará la ley

Meloni, orgullosamente «cristiana», tiene diferencias con el Papa sobre el problema de la inmigración, pero concuerda en temas éticos. Precisamente, por su carácter cristiano y su experiencia de vida (en su autobiografía ha contado que su madre estuvo a punto de abortar cuando quedó embarazada de ella), Giorgia Meloni ha querido dar la batalla, ante todo el mundo, sobre el aborto, evitando que esta palabra apareciera en la declaración final, aunque obviamente el Gobierno reconoce tal derecho, aprobado en Italia por referéndum en 1978, y ha reiterado que no cambiará la ley.

Es verdad que salvo Giorgia Meloni, tras su éxito en las elecciones europeas, los líderes del G-7 se presentaron al resort de Borgo Egnazia, en Apulia, como ‘patos cojos’, expresión para resaltar la debilidad política de algunos líderes. Esto ha llevado al ‘Wall Street Journal’ a escribir, con cierta crudeza, que el hecho de que en el G-7 en Apulia el único político que no está ‘cojo’ fuera el primer ministro italiano, dice mucho sobre el estado de salud de las democracias occidentales.

Su liderazgo se ha reforzado con el G-7 y ahora quiere jugar una partida importante en UE, haciendo valer el peso de Italia

De todas formas, la imagen que ha ofrecido el G-7, a la vista de los resultados, es positiva y esperanzadora. Por su parte, Meloni ha dado a Italia una estabilidad política, con buenos resultados económicos. Su liderazgo se ha reforzado con el G-7 y ahora quiere jugar una partida importante en UE, haciendo valer el peso de Italia. Esto significa tener un puesto de relieve en la Comisión Europea, como el de un vicepresidente o un comisario con una cartera importante.

 

 

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