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Meryl Streep vs. Trump

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El discurso de Meryl Streep tomó más vuelo del que se merecía por una sencilla razón: Estados Unidos todavía no encuentra un líder que aglutine a los liberales contra Trump.

Un buen discurso es la suma de razón, emoción y personalidad, y Meryl Streep nos lo recordó con sus palabras al recibir un premio a su trayectoria de parte de la prensa extranjera en Hollywood.

Primero, una buena manera de empezar un discurso es ganarte la atención del público. Meryl Streep lo hace con humor político:

“Para seguir la línea de lo que dijo Hugh Laurie, nosotros, todos los presentes, pertenecemos los segmentos más vilificados de la sociedad. Piénsenlo: Hollywood, extranjeros, y la prensa.”

Y es que los intelectuales, la prensa y la élite de Hollywood –muchos de ellos extranjeros– se sienten, por decir lo menos, incómodos y tristes porque la mayoría apoyaba a Hillary Clinton.

Después, viene la identificación con la audiencia, cuando Streep usa una narrativa de “yo soy una de ustedes, una chica común y corriente que logró sus sueños”.

¿Qué es Hollywood? Es un grupo de gente que viene de todos lados. Yo nací, crecí y me eduqué en las escuelas de New Jersey. Viola nació en una cabaña en Carolina del Sur y creció en Central Falls. Sarah Paulson nació en Florida y la educó su mamá soltera en Brooklyn. Sarah Jessica Parker era una de siete u ocho hijos en Ohio. Amy Adams nació en Italia y Natalie Portman en Jerusalén. Y la hermosa Ruth Negga nació en Etiopía, creció en Londres. No, en Irlanda, me parece. Ryan Gosling, como toda la gente más amable, es canadiense. Y Dev Patel nació en Kenia, creció en Londres, y está aquí por hacer el papel de un Indio que vive en Tasmania…

Aquí ella está diciendo que conoce a muchos de los presentes muy bien, que los admira y respeta. Y que Hollywood es el ideal del “melting pot” de razas y nacionalidades que “era” Estados Unidos antes de Donald Trump, ese lugar donde sin importar tu origen humilde, si trabajas duro y tienes talento vas a llegar tan lejos como quieras.

Luego viene un chiste medio malo: «sin Hollywood solo quedarían el futbol y las artes marciales, que no son artes». Mi vecina de bitácora, Fernanda Solórzano, ha criticado esta frase, señalando con mucha razón que es elitista y, con menos razón, que “divide a la gente». Pienso que este discurso es militante, y está dirigido a motivar a los colegas liberales de Meryl Streep, no a unificar a personas con visiones políticas diferentes. Por eso, en la parte más importante del discurso la actriz realiza un ataque directo a Trump por burlarse de una persona con discapacidad:

“El único trabajo de un actor es entrar en la vida de personas que son diferentes a nosotros y dejarte sentir cómo se siente eso. Y hubo muchas actuaciones poderosas este año que lo lograron. Un trabajo asombroso y compasivo. Pero hubo una actuación este año que me impactó, metió sus garfios en mi corazón. No porque fuera buena, no tuvo nada de buena, pero fue efectiva y logró su objetivo. Hizo reír a su audiencia y logró que enseñara sus dientes. Fue en ese momento, que la persona que pedía ocupar el puesto más respetable en nuestro país, imitó a un reportero discapacitado. Alguien a quien superaba en privilegio, poder y la capacidad de defenderse. Eso me rompió el corazón. Todavía no puedo sacármelo de la cabeza porque no era una película. Era la vida real.”

Después, la actriz establece su argumento lógico central: tolerar el abuso nos perjudica a todos. Y lo hace con un razonamiento que remata en tres frases cortas y memorables:

“Y ese instinto de humillar, cuando está modelado por alguien en la plataforma pública, por alguien poderoso, se filtra dentro de la vida de todo mundo, porque da permiso para que otras personas hagan lo mismo. La falta de respeto invita a la falta de respeto. La violencia incita a más violencia. Cuando los poderosos usan su posición para abusar de otros, todos perdemos.

Después viene el llamado a la acción concreto a su audiencia:

“La prensa debe hacerlos responsables, por cada atrocidad que cometan. Por eso, los fundadores de nuestro país, usaron la Constitución para proteger a la prensa y sus libertades. Así que solo quiero pedirle a la Hollywood Foreign Press y a todos los que pertenecemos a esta comunidad que se unan y me apoyen en el comité para proteger periodistas. Porque vamos a necesitar que sigan adelante, y ellos van a necesitar que nosotros salvaguardamos la verdad.”

Para cerrar con una referencia emotiva a un ícono que la audiencia respeta, la recien fallecida Carrie Fisher:

“Como mi querida amiga, la recién fallecida Princesa Leia, me dijo una vez: “toma tu corazón roto y conviértelo en arte. Gracias”.

Este discurso tiene estructura clara, argumentos y referentes emocionales que generan empatía con una audiencia con la que se comparten valores, así como un claro llamado a la acción. Pero todo eso no basta. Se necesita un buen delivery, es decir, que la oradora lo diga con convicción y autenticidad. Y eso fue lo que hizo con maestría esta gran actriz, que ha estado nominada 19 veces al Oscar (y ganado 3).  La voz, los gestos, las pausas, el llanto… todo el arsenal histriónico cayó en su lugar, por lo que el discurso conmovió a la audiencia.

El discurso se volvió viral en redes sociales y recibió mucha cobertura mediática, y también generó una reacción grosera y abusiva de parte de Donald Trump, quien se sintió muy ofendido porque Meryl Streep le dijo grosero y abusivo.

Meryl Streep, one of the most over-rated actresses in Hollywood, doesn’t know me but attacked last night at the Golden Globes. She is a…..

Pero pienso que en realidad el discurso tomó más vuelo del que se merecía por una sencilla razón: Estados Unidos todavía no encuentra un líder que aglutine a los liberales contra Trump y su aplanadora de militares, millonarios y misóginos que alistan la toma del poder a partir del 20 de enero de 2017. Por eso, escuchar una voz conocida por todos defendiendo principios y valores resultó un consuelo para muchos.

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