Milei: catequizar y castigar
Vivimos en un mundo diferente del mundo del siglo XX: cambió el modo de producir y también, el modo de relacionarse entre las personas. Emergen liderazgos diferentes. Milei, un outsider de la política tradicional, resulta ser un prototipo de la política que asoma en el siglo XXI, una política que no tiene el monopolio de lo público y ciudadanos globales, habitantes de las redes, pobladores de tribus, guerreros virtuales no domesticados por normas, usos y costumbres establecidos y disponibles para escuchar la voz del jefe, intérprete fiel de sus sentimientos.
La crisis de la representación en este siglo vuelve a traer sanadores que guían tribus evocando los tiempos oscuros de la década del ‘20 del siglo pasado en Europa. Y lo hacen en los viejos moldes de los movimientos nacionales y populares, hoy englobados en el impreciso término de populismo.
Un enemigo a combatir-el antipueblo- y un pueblo elegido. En las redes, las palabras son como granadas que estallan en la cabeza de los “enemigos”. Los desclasados encontraron un enemigo a combatir que abarca a los portadores de una ideología woke en la que ven un progresismo que ha olvidado una cuestión clave: cómo generar fuentes de ingreso. Ese es el electorado de las ultraderechas que crecen en las democracias occidentales.
En 2024, apenas estrenando su gobierno, Milei presentó sus ideas anarco libertarias para catequizar a los poderosos empresarios del Foro de Davos. Hizo entonces una encendida defensa de los empresarios creadores de la riqueza, a los que llamó verdaderos héroes de este tiempo. Occidente está en peligro, les dijo, y proclamó la necesidad de recuperar los valores perdidos tras los estragos causados por todas la variantes del colectivismo.
Propuso el retorno a los orígenes del capitalismo competitivo que subyace a la fórmula trumpiana de volver a hacer grande a los Estados Unidos y al MAGA-volver a hacer grande a Argentina- para recomenzar la saga del progreso desde pasados gloriosos.
La nostalgia del pasado vuelve necesario releer las reflexiones sobre el tiempo en las palabras del dúo dialéctico que da vida a La Montaña Mágica: una novela de Thomas Mann de 1924,que recupera su actualidad. Acaso las transformaciones ocurridas pueden ser cercenadas a golpes de motosierra o echando mano a decretos como los que inauguran la presidencia Trump.
En este 2025, Milei regresó a Davos iluminado por su relación privilegiada con Trump, por el testimonio de lo que ha logrado en su país- la caída de la inflación, la estabilidad cambiaria, el descenso del riesgo país y lo más asombroso, la aprobación mayoritaria de una sociedad dispuesta a atravesar el valle de lágrimas de un ajuste que Milei no vacila en calificar “el más grande de la historia de la humanidad”.
Y por último, pero no menos importante, lo anima el avance de los libertarios en el planeta. No está solo, dijo. Lo acompañan Trump, Orban, Meloni, Netanyahu. Envalentonado por sus éxitos que no se privó de subrayar, Milei dió lecciones: cuando se asumen riesgos, se triunfa; el coraje premia. Argentina adelanta el futuro para bien o para mal, les dijo. O terminan pareciéndose a la Argentina decadente que él rescató o reconstruyen los valores de Occidente y la ruta del progreso siguiendo su ejemplo.
Amigo de los empresarios tecnológicos megamillonarios entre los que despunta el más rico del planeta, Elon Musk, empresario que hace campaña por el triunfo de la derecha nazi en Alemania, que apoyó con sumas millonarias la campaña de Trump, que no dudó en saludar parodiando el heil Hitler y que ya es funcionario de la administración Trump, sin recaudos por el conflicto de intereses. Un extraño clon de Federico Sturzenegger, economista y funcionario orgánico en el marco de esta administración. Un Ministerio de la Desregulación de Elon Musk que recuerda El Palacio de los Sueños, la novela de Ismail Kadaré, por la fuerza digna de demiurgos que se imprime a la tarea.
Milei batalló en Davos por la restauración de los valores perdidos, sus enemigos en el mundo son los defensores de la cultura woke, ese movimiento que buscó despertar la conciencia ante la injusticia social de la que eran objeto todas las minorías. Sus consignas son: Dios Patria y Famila, y liberalismo de mercado. “Que Dios te ayude”. Contra el feminismo, la cultura gay, la inmigración “asesina”, los defensores del cambio climático y del aborto-un mundo de pedófilos, asesinos y violadores en la mirada de Milei. Trampas tendidas por una cultura subordinada a una izquierda que aprovecha de sus políticas intervencionistas para saquear a los Estados.
Los miembros del Foro, los organismos internacionales, todos, son para Milei, cómplices de la defensa de una cultura que alimenta a saqueadores del Estado. Estupor en una sala de notables del mundo de la riqueza que no esperaban ser castigados por este excéntrico personaje llegado del sur del continente americano; de un país irrelevante que no es una amenaza y que hasta ahora no es una fuente de recursos segura.
Así es Milei, desconcertante como los tiempos que nos tocan vivir. Una vez más, con el telón de fondo de los Alpes suizos, Milei ocupó el estrado: esta vez prefirió castigar y no sólo catequizar.