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Miramundo: El sembrador de libros

 

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La provincia china se vacía mientras sus habitantes se mueven a las ciudades en busca de mejores ingresos, dejando cada año casi 600 millones de metros cuadrados de áreas ociosas.

 

Sin embargo, el peso de milenios de cultura mantiene anclados en sus terruños a más del 40 por ciento de los 1.4 millardos de ciudadanos del gigante asiático y es para mantenerlos ligados a él y estimular el regreso de los que se fueron que Qian Xiaohua se dedica a transformar antiguas estructuras abandonadas en librerías, como centros dinámicos de cultura y vida comunal.

 

La de Chenjiapu, en la provincia de Songyang, por ejemplo, alberga más de veinte mil volúmenes de literatura, historia local y agricultura y más de un millar de postales y folletos relacionados con la región, pero Qian es conocido sobre todo por la librería Avant-Garde en Nanjing, provincia de Jiangsu, que incorpora a la cadena el concepto de pingmin, que podría traducirse, literalmente, como “gente común” a la cual van dirigidos sus esfuerzos.

 

Según la versión europea del semanario China Daily, su futuro está ligado íntimamente al de la provincia, porque si se aspira revitalizar los viejos rincones es necesario transformarlos creativamente y agregar nuevos valores culturales, afirma Qian, que ha fundado ya catorce establecimientos.

 

Qian Xiaohua

 

La de Bishan, que funciona asociada con un café fruto de la renovación de un establo vecino, coexiste con un parque trazado bajo la dinastía Song, una escuela privada que data de la dinastía Ming, una torre de la dinastía Qing y más de un centenar de casas bien preservadas y salones ancestrales construidas por aquellas familias reinantes.

 

Librería de Wutai Shan en Nanjin, seleccionada por la BBC entre las diez más hermosas del mundo.

 

Aparte de libros, sirve de sede para encuentros, conferencias, exhibiciones artísticas, conciertos de música folklórica y proyecciones cinematográficas y de galería donde los vecinos ofrecen su artesanía y, desde su apertura hace cuatro años, ha propiciado una actividad turística al multiplicar el alojamiento para los visitantes.

 

Un fenómeno similar se ha registrado en la provincia de Tonglu, donde la librería Yunxi funciona como programa no lucrativo de un grupo étnico local, con gran satisfacción de los vecinos al contacto de curiosos llegados del resto del país, para quienes muchas abuelas suelen preparar platos de la comida tradicional.

 

Y, un factor nada despreciable en una sociedad que crece dentro de moldes capitalistas, no importa cuanto diga la versión oficial, ese movimiento se ha traducido en la valorización de las propiedades de una clase media cada vez más numerosa e influyente.

 

En Chenjiapu, la librería de Qian cuenta ahora con una residencia anexa para albergar escritores, poetas y artistas deseosos de trabajar en un ambiente rural y reflejar en sus obras la vida cotidiana de sus habitantes, así como recuperar la figura de Zhang Yuniang, famosa poetisa de la dinastía Song, a la cual se dedicará un museo con la participación de estudiantes de literatura de la Universidad de Nanjing.

 

Y después se abrirán dos nuevas librerías Avant-Garde, una de ellas en la vieja ciudad de Shaxi en la provincia de Yunan y un total de diez más en los próximos cinco años, destinadas a grupos étnicos diseminados por todo el país.

 

“A diferencia de las ciudades, administrar librerías provinciales no debe ser un asunto de dinero, que en sí mismo no es posible, sino de construir un nuevo sistema cultural de valores, beneficioso en el largo plazo, porque más que la mera búsqueda de beneficios, tenemos que hacerlo así y hacerlo con pasión”, ha resumido así su misión Qian Xiaohua, el sembrador de libros.

 

Varsovia, agosto 2020.

 

 

 

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