Míster Caca
¡Hay gente pa’ to!, cuentan que exclamó alguna vez el torero andaluz Rafael Gómez, el Gallo, al enterarse de que don José Ortega y Gasset era filósofo y se dedicaba a pensar; como George Frandsen, que ha vivido el último cuarto de siglo con y gracias a la caca prehistórica, desde que sucumbió a su hechizo en una tienda de souvenirs arqueológicos…
Tanto así que es mencionado en el libro Guinness de récords como el coleccionista más importante de coprolitos (heces animales fosilizadas por desecación o mineralización) cuyo estudio permite detectar la presencia de fragmentos vegetales y óseos, polen y parásitos y constituyen un valioso auxiliar de los historiadores al conocer la dieta de las fenomenales criaturas que hace millones de años dominaron el planeta.
Y también la que seguían nuestros antepasados. Porque, por ejemplo, el descubrimiento de desechos humanos de ocho siglos en Catalhoyuk, una aldea de Turquía, permitió a un equipo de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, precisar con mayor exactitud cuándo saltó la civilización de la caza y la recolección a una agricultura sedentaria y dio origen a la civilización.
Y, además, los huevos de parásitos intestinales han sido la evidencia arqueológica más remota en el Cercano Oriente de infección por gusanos causantes de anemia y otras enfermedades, mucho tiempo antes de que en Mesopotamia se inventase el inodoro.
Frandsen tenía 18 años hace un cuarto de siglo, desde niño se había enamorado de los dinosaurios y al visitar un negocio especializado en fósiles quedó tan fascinado con la muestra de coprolitos, que comenzó a coleccionarlos con una pasión que finalmente lo hizo abandonar su empleo en Florida, mudarse a Williams, Arizona, e instalar su Poozeum.
Es un museo de admisión gratuita que almacena ahora casi diez mil piezas, adquiridas mediante compra, venta y trueque –entre ellas Barnum, la más grande jamás vista, con una talla de 67.5 centímetros- y una base de datos con más de 40 mil informaciones de hallazgos en los cinco continentes.
Es una habilidosa combinación de muestra científica y feria comercial, no exenta de humor, donde, junto a bibliografía, mugs y las inevitables franelas, Frandsen ofrece a los turistas en ruta al Gran Cañón del Colorado la oportunidad de selfies inolvidables, junto a la réplica de un mojón de titanosaurus de metro y medio de longitud y la irreverente escultura de bronce del Pensador, donde un Tiranosaurus Rex evoca al personaje de Rodin acodado en un WC.
En definitiva, una exitosa operación comercial para el ex burócrata de sanidad pública que, tras detectar la ausencia de sus queridos coprolitos en los museos estadounidenses, creó también una exhibición itinerante que ha sido recibida con curiosidad y entusiasmo, sobre todo por los visitantes más pequeños.
Varsovia, junio de 2024.