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Monday, Monday: Bob Dylan, un Premio Nobel muy merecido

 

NOVEMBER 1961: Bob Dylan recording his first album, "Bob Dylan", in front of a microphone with an acoustic Gibson guitar and a harmonica during one of the John Hammond recording sessions in November 1961 at Columbia Studio in New York City, New York. (Photo by Michael Ochs Archives/Getty Images)

Esta foto es de noviembre de 1961. Bob Dylan grabando su primer álbum, con una guitarra acústica Gibson y una armónica, en los estudios Columbia, en Nueva York (Photo by Michael Ochs Archives/Getty Images).

En la universidad de Harvard, un reconocido profesor especialista en poesía antigua, celebró gratamente con sus alumnos el nuevo Premio Nobel de Literatura. Y es que este profesor, Richard F. Thomas, se había acostumbrado a recibir de parte de sus colegas gentiles pero constantes bromas, porque el curso que ya tiene varios años dictando en la prestigiosa universidad norteamericana es una Introducción a Bob Dylan. Nuestro profesor no usa su enseñanza para estudiar a nuestro bardo en el contexto de la cultura popular de los últimos cincuenta años, sino en la tradición de poetas clásicos como Virgilio y Homero.

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El profesor Richard F. Thomas, de la universidad de Harvard, celebrando con sus alumnos el premio a Bob Dylan. 

Uno de los discípulos, Ethan McCollister, de 18 años, nativo de Vermont, le dice al New York Times que “es sensacional aprender sobre Dylan de un auténtico especialista en Virgilio”. Una de las características de los participantes que más ha llamado la atención de Thomas es que muchos de los alumnos llegan con amplio conocimiento de la obra del nativo de Minnesota. Al preguntarles cómo es ello posible, la respuesta invariable es “es lo que mis padres y abuelos oyen y leen en casa”. 

 Joan Baez  cantando «Blowin’ in the Wind«. Sin duda alguna Baez ha sido la mejor intérprete de este hermoso himno de los sesenta:

 

Por otra parte, viendo las diversas críticas que se generan desde las himaláyicas alturas de las torres de marfil de lo políticamente correcto, la que nos causó mayor risa a un grupo de amigos, todos admiradores del poeta y cantautor norteamericano, fue la de un académico latinoamericano que afirmó, tajantemente, que los que estaban de acuerdo con dicha entrega eran seres que no leían nunca.

Así habrá sido el tamaño de su indignación que se atrevió a poner por escrito semejante estupidez. Más allá de la diatriba, estos señores no hacen una mención seria de la obra de Dylan probablemente porque no la conocen. A ellos, a estos “profetas de la pluma”, él les dedica estas líneas, en “The Times They Are A-Changin”:

Come writers and critics
Who prophesize with your pen
And keep your eyes wide
The chance won’t come again
And don’t speak too soon
For the wheel’s still in spin

 

Tal vez lo que más ha molestado al señor crítico académico es que, como ha destacado Manuel Vilas, “es la primera vez en la historia del galardón que se lo conceden a un escritor cuya universalidad no iba a verse acrecentada por este Premio”.

También afirma tajantemente Vilas: “La gran novela americana no está en los posmodernos novelistas americanos, sino en la discografía completa de gentes como Bob Dylan o Lou Reed.”

Qué pensar asimismo de lo que afirmara Julio Cortázar (un escritor con grandes méritos que nunca recibió el Nobel de Literatura) cuando el argentino equipara a Bob Dylan con Walt Whitman y escribe: Habrá una revolución en Estados Unidos cuando suene la hora del hombre y acabe la del robot de carne y hueso, cuando la voz de ese país sea la de Bob Dylan y no la de Robert MacNamara (polémico Secretario de Defensa de los EEUU, entre 1961 y 1968, durante la guerra de Vietnam).

 

Video con la versión de Judy Collins de «Like a Rolling Stone»

 

Yo, desde las muy soleadas playas de simple lector, comienzo por afirmar que no solo Bob Dylan es un poeta y cantautor merecedor del Nobel de Literatura, sino que incluso no es el primero –y cuidado si ni siquiera el mejor- de los juglares de la palabra y la música merecedores de premios literarios, todos ellos con una profunda huella en la cultura de los años sesenta. Otros dos nombres a mencionar son sin duda alguna el canadiense Leonard Cohen y el belga Jacques Brel.

Todos culpables de haber podido musicalizar sus maravillosos textos, y por ello haber sido más escuchados que leídos.

Como recuerda Fernando Aramburu, “ya Octavio Paz refirió con su habitual sabiduría que la primera literatura fue poética y fue oral, y que se difundía acompañada de instrumentos por lo general de cuerda. No en vano la palabra lírica es un derivado de lira. No es verdad que esta tradición se haya terminado. Y todavía numerosos poetas de libro siguen explicando su arte con términos (ritmo, sonoridad, tono, cadencia) sacados de la música. La Academia sueca acaba de premiar a uno de sus representantes más notables”.

¿Quién dijo que la experiencia poética es exclusiva de los libros? ¿Quién se atrevería a decir que la palabra –ese rasgo tan inmensamente humano- debe ser exclusivamente escrita para ser influyente? ¿Que si le ponemos música y la cantamos, la desnaturalizamos, la “popularizamos”, le quitamos dignidad?

Bob Dylan, en el Festival de Newport, en 1964, y «Mr. Tambourine Man«: 

De hecho, como afirma con recta de cien millas Félix Morales Prado en su blog «Maldevo«: «Para empezar, y por si algunos no lo saben, la poesía nació para ser cantada. Que los poetas de hoy no sepan cantar es otro asunto. Entre los más altos exponentes de la poesía solamente castellana, por poner un ejemplo, está el Romancero. Los romances se cantaban. Y entre los mejores poemas de nuestra lengua está el “Romance del Conde Arnaldos”. No lo digo yo. Lo dicen los críticos. Los romances eran anónimos. De acuerdo. Pero, aunque eso no tenga nada que ver ni los invalide como ejemplo, resulta que las composiciones de los trovadores medievales no son anónimas, tienen autores con nombres y apellidos. Por citar algunos, digamos Pierre Rogier de Mirepoix, Arnault Daniel o Guillem de Cabestany entre los poetas del midi francés; Friedrich von Hausen, Wolfram von Eschenbach o Friedrich von Sonnenburg entre los minnesängers germanos, Dante (sí, Dante Alighieri) en el “dolce stil nuovo» (…) Dylan es un magnífico poeta que canta sus poemas. Un gran poeta en la estela de los beatniks, Allen Ginsberg entre ellos, y de Walt Whitman. Un gran poeta que habría gustado, estoy seguro, al mismo Lorca.»

Para el que desee leer completa la muy recomendable nota de Morales Prado aquí está el enlace: 

Bob Dylan, un Nobel en el ojo del huracán

El Nobel no es el  primer reconocimiento literario que recibe Dylan. En 2008 recibió el Premio Pulitzer, por su “profundo impacto en la música popular y en la cultura norteamericana, marcado por sus composiciones líricas de extraordinario poder poético”. Al catedrático latinoamericano le preguntaría ¿los que otorgan el Pulitzer tampoco leen libros?

Este siguiente párrafo me lo sugieren los amigos ya mencionados, y me inclino a que tienen razón, así que vamos pa’llá: es cierto que el Premio Nobel de Literatura ha dejado por fuera a verdaderos genios de la palabra, y para singularizarlos en uno bien grande, mencionemos a Jorge Luis Borges. Pero también hay que tener en cuenta a la cáfila de escritores herméticos, dignos de un curso Online sobre cómo superar el insomnio, premiados sobre todo en años recientes. Y, por último, soy de la legión de admiradores de Philip Roth que les recordamos a los nórdicos responsables del galardón, que ya cumplió 83 años, que no es inmortal, y que si bien es gringo eso no quiere decir que entonces solo podrá ser considerado para el premio en diez años, o algo así.

Pasemos ahora a señalar que soy miembro de la generación de los sesenta (la de “Blowin’ in the Wind”, “Mr. Tambourine Man”, o “All Along the Watchtower”, entre otras grandes obras de Dylan), que con su inmensidad creativa generó un cambio cultural tan profundo que todavía hoy se hace presente en todas las áreas de la realidad humana, ciertamente no menos en la literatura y en el arte. Y ese cambio no es explicable sin la presencia libre de Bob Dylan, sin su fantasía lírica, a la cual además, ha tenido la milagrosa capacidad de ponerle una hermosa música en permanente evolución, influenciado por (y a su vez influenciador del) rock’n’roll, blues, country, góspel, folk. Así como revolucionó la música de su país y del mundo, le dio un giro original a la estructura lírica del idioma inglés, a sus formas expresivas. Y quizá por eso con frecuencia es una tarea muy dura traducir muchos de sus textos, los cuales a pesar de su singularidad transmiten un sentimiento tan universal que impacta a cualquier ser humano. ¿Es que acaso provoca cantar “Blowin’ in the Wind” en otra lengua que no sea la original, así sea en un inglés vacilante y machaqueado?

Creo que fue Joaquín Sabina el que afirmó que sería absurdo oír un disco de “instrumentales de Bob Dylan”. Tal es el poder de su palabra.

Ya llegando al final, la pregunta, ¿cuál de las letras de Dylan, cuál de sus poesías, recuerdas y vives siempre con mayor emoción? me pone en un gran aprieto. Él mostró un lenguaje nuevo para expresar sentimientos -como el amor, el deseo, los celos- en momentos en que un adolescente más lo necesitaba.

Ahorita, escribiendo este texto, recuerdo Forever Young”, un auténtico y sencillo canto que refleja fielmente el espíritu renovador, de ruptura de todas las convenciones, y por ello profundamente optimista, de la década de los sesenta. Su elocuente mensaje es eternamente válido:

 

May God bless and keep you always,
May your wishes all come true,
May you always do for others
And let others do for you.
May you build a ladder to the stars
And climb on every rung,
May you stay forever young,
Forever young, forever young,
May you stay forever young.

May you grow up to be righteous,
May you grow up to be true,
May you always know the truth
And see the lights surrounding you.
May you always be courageous,
Stand upright and be strong,
May you stay forever young,
Forever young, forever young,
May you stay forever young.

May your hands always be busy,
May your feet always be swift,
May you have a strong foundation
When the winds of changes shift.
May your heart always be joyful,
May your song always be sung,
May you stay forever young,
Forever young, forever young,
May you stay forever young.

 

Una traducción:

 Siempre Joven

Que dios te bendiga y proteja siempre
que todos tus deseos se hagan realidad
que puedas auxiliar a la gente
y dejar que los demás te auxilien.
Que construyas una escalera a las estrellas
y puedas ascender por sus peldaños.
Que siempre permanezcas joven
siempre joven, siempre joven,
que siempre permanezcas joven.

Que crezcas siendo una persona justa
que crezcas siendo fiel
que siempre conozcas la verdad
y veas la luz a tu alrededor.
Que siempre seas valiente
y te mantengas erguido y fuerte.
Que siempre permanezcas joven
siempre joven, siempre joven,
que siempre permanezcas joven.

Que tus manos siempre estén ocupadas
que tus pasos siempre sean ágiles
que tus cimientos sean sólidos
cuando corran vientos de cambio
Que poseas siempre un corazón alegre
que siempre entonen tu canto.
Que siempre permanezcas joven
siempre joven, siempre joven,
que siempre permanezcas joven.

 

Oigamos «Forever Young» en la potente voz de una chica inglesa de apenas 17 años, la ganadora del programa de concursos «X factor» -su versión británica- el 2015. Louisa Johnson, en la noche final, con una interpretación magistral que la llevó al triunfo:

 

No es que Dylan mereciera o no el Premio Nobel. Es que de todos los premios posibles, es el que más merece. Y más que felicitarlo o atacarlo, hay que darle las gracias.

 

Concluyamos con una muy buena versión de «All Along the Watchtower», de un concierto en 1999 con Lenny Kravitz junto a Eric Clapton en la primera guitarra haciendo de las suyas:

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