Moneda venezolana sucumbe bajo “vértigo hiperinflacionario”
El dueño de un restaurante en Caracas cuenta billetes de 100 bolívares en esta foto de archivo.
El nombre de Simón Bolívar se ha incorporado a la designación oficial del país, y el término “bolivariano” está por todas partes en Venezuela, pero hay un lugar en la nación sudamericana donde la imagen de El Libertador tiene cada vez menos espacio: en las billeteras de los venezolanos.
Y es que “El Bolívar Fuerte” es una de las monedas que se debilita con mayor rapidez en el planeta, situación que ha llevado a que el billete de 100 bolívares -que lleva estampado el rostro del prócer venezolano- equivalga hoy a sólo 15 centavos de dólar al tipo de cambio en el mercado negro.
“El billete de 100 bolívares, el de mayor denominación en Venezuela, es el que tiene el menor poder adquisitivo en el mundo”, afirmó desde Caracas el analista y columnista David Morán.
Le sigue el billete de máxima denominación de Liberia, que equivale actualmente a unos $1.08, y el de Guinea que puede ser cambiado por otros $1.40, explicó Morán.
Y los 15 centavos por el billete de 100 bolívares -calculados a la tasa de cambio en el mercado paralelo del viernes de 670 por dólar- son insuficientes para comprar un cachito[pequeño croissant relleno de jamón] en Venezuela.
“Son suficientes para comprar un lápiz o dos periódicos en el quiosco o quizás un litro de aceite si lo consigues a precio regulado, pero no para mucho más”, añadió Morán.
Esa es una de las razones por las que la mayor parte de las personas busca deshacerse de ellos.
NADIE QUIERE LOS BOLÍVARES
La acelerada tasa de inflación aunada a la precipitada pérdida de valor del bolívar frente al dólar, divisa que duplica su valor frente a la moneda venezolana cada tres meses, está generando un curioso efecto dentro de la nación sudamericana: la pérdida de interés en acumular dinero, al menos el dinero venezolano.
“Hoy la gente no ahorra en Venezuela, nadie se queda con un bolívar en la mano, porque sabe que si lo guarda va a perder valor”, comentó Morán. “Eso se debe a que la moneda en Venezuela ha perdido sus dos funciones básicas, la primera, de servir como medio de pago y, segundo, la de servir como instrumento para preservar el valor”.
La pérdida de esas características es clásica del terrible fenómeno de la hiperinflación.
“La economía venezolana está montada sobre una montaña rusa, está sufriendo los efectos de lo que yo llamo vértigo hiperinflacionario, que es una condición donde los consumidores y el comerciante pierden el sentido de posición, el sentido de equilibrio, no sabe dónde está, con el resultado final de que se pierde la confianza en el signo monetario y la gente no sabe qué hacer con el dinero, no quiere quedarse con él, y sale a comprar cualquier cosa”, explicó el economista Alexander Guerrero, presidente de la firma TecnoEconomica en Atlanta.
“Es por eso que la gente sale y compra lo que hay. Sale y compra mermelada de naranja incluso cuando no le gusta y aunque no la necesite. Lo hace porque prefiere tener ese frasco en la mano que un fajo de billetes”, añadió Guerrero.
Y algunas familias están acumulando productos como instrumento para preservar riqueza en el marco de la creciente escasez de productos por la que atraviesa el país, aseveró Morán.
“La gente prefiere tener en la mano un kilo de harina pan [harina de maíz precocida], para cambiarlo por medio kilo de café, para a su vez poder cambiarlo por un pote de leche”, explicó Morán.
“El atesoramiento lo están haciendo las familias acumulando productos en vez de guardar monedas, porque llegó a la conclusión de que la moneda no sirve para preservar el valor”, añadió.
Según la mayoría de los economistas que siguen a Venezuela, la tasa de inflación del país, que ya es la más alta del mundo, está por dar un salto aún mayor este año y podría ubicarse entre 200 y 300 por ciento.
Pero ese dato se refiere al comportamiento del Indice de Precios al Consumidor, que no toma en cuenta el efecto de la escasez. Según los cálculos elaborados por Steve Hanke, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, que considera las distorsiones internas provocadas por el control estatal y la devaluación, la inflación anualizada de Venezuela supera el 600 por ciento.
DIFICULTAD DE OPERACIONES
La pérdida de valor de la moneda venezolana también está dificultando el uso de los billetes en la calle.
La mayoría de los venezolanos realizan sus transacciones con tarjetas de crédito o de débito para no tener que portar grandes fajos de billetes en un país que ya es considerado como uno de los más peligrosos del mundo.
Pero muchas de las transacciones simplemente tienen que ser realizadas en efectivo, como la compra de alimentos en los mercados informales de la calle, donde un kilo de leche en polvo cuesta entre 700 y 1,200 bolívares.
Para los comerciantes, la acumulación de billetes también es un problema.
“El costo del manejo del efectivo es enorme, los locales que antes necesitaban los servicios de un camión blindado para transportar el efectivo al banco ahora necesitan cuatro o cinco para mover ese dinero”, explicó Morán.
Aun así, hasta el momento el régimen de Nicolás Maduro ha dado pocas señales de que esté dispuesto a emitir un billete de mayor denominación.
Esa renuencia, que algunos atribuyen a la insistencia del gobierno de seguir ocultando los graves problemas de la economía, es en realidad una decisión muy costosa dada a la acelerada velocidad con que los billetes cambian de manos entre personas que no los quieren, comentó Guerrero.
“Bajo fenómenos de hiperinflación, la moneda circula a gran velocidad, es una de las características, y por eso los billetes se rompen muy rápido y deben ser repuestos constantemente a un gran costo”.
Y el costo del remplazo sumado al bajo valor de los billetes está produciendo otro fenómeno muy curioso.
“El costo de reposición de esos billetes -que incluye el del papel especial, el del cintillo de seguridad que debe ser importado y la tinta- hace que termine siendo más alto reproducirlos que el valor estampados en ellos”, explicó Guerrero.
Es decir que en Venezuela el valor de los billetes es menor que el costo del papel en que están impresos, incluso el de 100 bolívares, cuando se toma en cuenta que debes remplazarlo dos o tres veces para que siga circulando, añadió.
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