Muere un concejal opositor al «lanzarse» del décimo piso de la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia
Familiares y amigos de Fernando Albán llegan a la sede del Sebin en Caracas. Miguel Gutiérrez EFE
El concejal opositor Fernando Albán murió el lunes en circunstancias sospechosas mientras permanecía detenido en el Helicoide, siniestra sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), uno de los principales centros de reclusión para presos políticos en Venezuela. La versión oficial, que lo califica de suicidio, fue desechada desde el primero momento por sus correligionarios políticos. Su partido, Primero Justicia (PJ), emitió un comunicado donde sin contemplaciones calificó el hecho como un asesinato «a manos del régimen».
«Solicitó ir al baño y estando allí se lanzó al vacío. Las causas por las cuales lo hizo las vamos a investigar, apoyados por expertos legales», aseguró el fiscal general del Estado, Tarek William Saab, haciendo suyas las explicaciones de los policías políticos que le custodiaban. El Sebin detuvo a Albán en el aeropuerto de Caracas el viernes pasado cuando se disponía a viajar a Nueva York, donde vive su familia. Una captura que sorprendió al mundo político al tratarse de un político alejado de los focos mediáticos.
Horas más tarde la sorpresa aumentó al saberse que se le acusaba de terrorismo y traición a la patria por su supuesta complicidad en el «magnicidio frustrado«contra Nicolás Maduro del 4 de agosto, al igual que al diputado Juan Requesens, también detenido en el Helicoide, y al jefe de ambos en PJ, Julio Borges. Contra todos ellos pende como principal prueba la confesión de uno de los autores, quien aseguró que ayudaron a abandonar del país a otro de los «terroristas». Y que lo hicieron por una de las fronteras más porosas del mundo, atravesada por 50.000 personas cada día sin ninguna dificultad.
Las contradicciones gubernamentales en torno al «suicidio» se sucedieron desde el primer momento. «Cuando iba a ser trasladado al tribunal, encontrándose en la sala de espera del Sebin, se lanzó por una ventana de las instalaciones», aseguró Néstor Reverol, ministro de Interior. La policía política funciona como un miniestado dentro del estado, incluso incumpliendo en reiteradas ocasiones las órdenes de libertad emitidas por jueces, con múltiples denuncias de torturas. Siete celdas en el sótano son conocidas como La Tumba.
La versión gubernamental no convenció a los compañeros de partido de Albán. «Su cuerpo fue lanzado sin vida desde el edificio del Sebin. Fernando estuvo conmigo la semana pasada en la ONU y desde el viernes denunciamos que fue secuestrado por el Sebin. Imposible que se haya suicidado un hombre de firmes creencias religiosas«, denunció Julio Borges, asilado en Colombia y a quien el gobierno considera uno de los cerebros del supuesto atentado con drones. «La crueldad de la dictadura acabó con su vida», añadió el ex presidente del Parlamento.
Los abogados de Albán conversaron el domingo con él mientras esperaban al juez y se encontraba «sereno, firme y fuerte». Defensores, familiares, compañeros y amigos coincidían en que se trataba de una persona sumamente religiosa. «Nunca podría haber actuado contra su vida», insistió Henrique Capriles.
«La muerte del concejal Fernando Albán, mientras se encontraba ilegalmente detenido en el Sebin, es una muestra más del talante criminal del régimen madurista. Este lamentable hecho se suma a la larga lista de violaciones de derechos humanos cometida por la tiranía», subrayó la fiscal rebelde Luisa Ortega, también exiliada en Colombia.
Muchas preguntas sin respuesta quedaban ayer en el aire, junto a la indignación y el dolor de sus amigos y compañeros, reunidos fuera del Helicoide. «Con Fernando Albán nos morimos hoy un poco más», se lamentó la activista humanitaria Susana Raffalli.