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Nacionalismo woke

En vez de advertirle a nuestros vecinos que las Fuerzas Armadas argentinas debían retirar los paneles, el gobierno de Chile debió haber dado instrucciones a las Fuerzas Armadas nacionales de remover ipso facto esa invasión evidente al territorio nacional.

 

El Presidente Gabriel Boric estrenó un estilo de nacionalismo wokeAl criticar la instalación por parte de las Fuerzas Armadas de Argentina de paneles solares en territorio chileno en un estratégico punto fronterizo en el extremo sur del país, el Presidente de Chile advirtió al gobierno de Argentina que, si ese país no retiraba los paneles solares a la brevedad, “lo vamos a hacer nosotros”. En vez de simplemente hacer lo que corresponde en este tipo de situaciones, que es, de forma firme y enérgica, retirar esas estructuras que fueron construidas “por error” en nuestro territorio, el gobierno realizó una advertencia que, queriendo demostrar firmeza y convicción, sólo terminó reflejando esa debilidad y buenismo woke que repetidas veces ha sido atribuido a los líderes del Frente Amplio.

La mentalidad woke entiende al mundo como el lugar de cooperación y ayuda mutua que debiera existir y no como un espacio donde los conflictos entre grupos y países a menudo llevan a enfrentamientos y guerras que terminan produciendo mucho daño a todos. En el mundo woke, aquello que es deseable a menudo se considera como algo inevitable. Desde esa perspectiva políticamente correcta, el diálogo y el respeto a la diversidad producen un mundo mejor porque cuando se siembra bondad y buenas intenciones, se cosecha cooperación y paz.

Pero el mundo, desde que tenemos registros históricos, nos muestra que los mismos seres humanos que han sido responsables de logros tan admirables y desarrollos tecnológicos que nos han hecho tanto bien son capaces también de las mayores bajezas y de crímenes de lesa humanidad. Ese mismo ingenio humano que nos ha llevado a tantos avances y mejoras en la calidad de vida ha sido responsable de guerras y destrucción.

Desde la perspectiva woke, los malos no nacen malos ni deciden serlo, son víctimas de la sociedad. Los habitantes de las tomas ilegales, por ejemplo, no son aprovechadores que se quieren saltar la fila o irresponsables que no quieren respetar las reglas del juego o la propiedad privada, son víctimas de una sociedad desigual, injusta, heteronormada, racista y clasista -todo dicho, en un perfecto karamés (ese idioma que habla el mundo woke y que fue bautizado en Chile con una alusión al apellido de la pareja que tenía Boric cuando asumió el poder en marzo de 2022).

En este caso puntual, el de los paneles solares instalados en territorio chileno por las Fuerzas Armadas argentinas, presumiblemente por error, la respuesta nacionalista woke mezcló la presunción de inocencia y ausencia de maldad por parte de los responsables de este error -la dimensión woke– con una sutil referencia al patriotismo que se invoca siempre que se trata de defender las fronteras del país y la soberanía de ese país al que todos amamos -y por el que muchos estarían dispuestos a dar sus vidas- el nacionalismo.

Por cierto, nunca hay dos lecturas para explicar los problemas de soberanía. En eso, el gobierno del Presidente Boric no se confundió. Aunque algunos pudieran haber pensado que esto fue un accidente al que no se le debe prestar atención, es imposible no atribuirle intención a este tipo de situaciones. Cuando se trata de la soberanía nacional, las Fuerzas Armadas no cometen errores. Cualquier persona común y corriente puede olvidarse de dónde están específicamente la línea fronteriza. Pero los soldados profesionales de un país serio no ponen paneles solares más allá de las fronteras por error. La excusa que dio Argentina obliga a suponer que las Fuerzas Armadas de ese país no son serias o bien, que el gobierno argentino miente descaradamente.

Por eso, la única respuesta posible de un país serio que respeta el estado de derecho y defiende sus fronteras es tomar el toro por las astas e imponer el orden, dejando en claro que, por más error que sea, nadie puede violar la soberanía. En vez de advertirle a nuestros vecinos que las Fuerzas Armadas argentinas debían retirar los paneles, el gobierno de Chile debió haber dado instrucciones a las Fuerzas Armadas nacionales de remover ipso facto esa invasión evidente al territorio nacional. Aquí no se trata de un arriero que no conoce la frontera y cruzó ilegalmente el territorio. Ni siquiera se trata de inmigrantes ilegales que violan la ley al ingresar irregularmente al país. Aquí se trata de responder de forma severa y clara antes los actos de un vecino que debió saber (y, probablemente, si es que está capacitado para hacer su trabajo, sabía) que estaba violando el derecho internacional.

Pero el Presidente Boric decidió mezclar su conocido buenismo de querer quedar bien con Dios y con el diablo (con Estados Unidos y con Rusia, con los libremercadistas y proteccionistas, con los defensores del mercado y con los que quieren sepultar el neoliberalismo) e intentar una forma de nacionalismo woke, advirtiéndole a Argentina que, si ellos no removían los paneles solares de nuestro territorio, Chile lo iba a hacer. Es muy probable -y deseable- que este suceso no pase a mayores. Pero como la historia de la humanidad nos enseña que los conflictos territoriales existen y la historia entre Chile y Argentina lo confirma, el gobierno chileno debería hacer valer ese dicho de que las cuentas claras conservan la amistad y retirar esa estructura que, por error, las Fuerzas Armadas de nuestro querido país hermano pusieron en nuestro territorio.

 

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