Naím, Venezuela y el tiempo político

En una reciente entrevista para La Nación de Buenos Aires le preguntan a Moisés Naím —columnista antes que analista y con el músculo periodístico que forma el gimnasio de la actualidad, lo definen— cuál sería su deseo para el mundo y responde que su prioridad sería el desalojo del poder de Maduro y sus acólitos del Palacio de Miraflores y que Venezuela tuviera un gobierno democrático elegido de manera transparente. El deseo que movió a los venezolanos a votar masivamente por el cambio político el 28 de julio de hace casi un año.
Pero no se logró, como sabemos y lamenta la inmensa mayoría de los venezolanos, ni el desalojo de Maduro ni la llegada al poder de un gobierno encabezado por Edmundo González Urrutia, ganador de la elección desconocida por el régimen. Naím fue cauteloso, es la palabra que usa La Nación, sobre los resultados electorales del 28J porque, como reitera ahora, “Venezuela es un país ocupado por otras potencias, donde los carteles criminales no van a dejar el poder simplemente porque haya una votación.”
También piensa Naím, y lo ha dicho antes, que por sí solos los venezolanos no van a poder solventar la papeleta en la está envuelta el país. Admira el liderazgo de María Corina Machado pero la solución pasa por estar atentos a las conductas de las potencias extranjeras y de grupos no gubernamentales como los carteles del narcotráfico, los del lavado del dinero “en un mundo donde las categorías históricas de gobierno y oposición ya no funcionan.”
Los tiranos, admite Naím, se escudan en el concepto de soberanía que manipulan para mantenerse en el poder. Mientras Maduro clama contra las “medidas coercitivas unilaterales” le impone al pueblo venezolano una sanción permanente que ha conducido a la miseria y al exilio nunca visto de sus compatriotas. Y cuando al fin se le derrota sin apelación en las urnas, dobla la apuesta al mantenerse a la fuerza en el poder. ¿Hay algo más coercitivo que la acción desplegada por la cúpula dominante contra su propio pueblo?
Autor, entre otros libros, de El fin del poder y La revancha de los poderosos, Naím acaba de publicar, junto con Francisco Toro, Charlatanes (que lleva por subtítulo cómo los estafadores, embaucadores y farsantes engañan a los medios, los mercados y las masas). Columnista a contracorriente, alaba el activismo venezolano y a la vez advierte que no está siendo canalizado por los partidos políticos, lo que lleva a otro problema de estos tiempos: la brecha entre el tiempo mínimo para aliviar un problema y el tiempo político para que eso ocurra. “Ninguno de los problemas que nos afecta hoy es susceptible de ser aliviado de manera rápida e indolora (…) El tiempo político se lleva por delante ese tiempo mínimo necesario. ¿Cómo esperar diez años para ver resultados frente a tal volatilidad del tiempo político?”