Nepotismo: el «sueño argentino»
Con un nuevo decreto, el presidente Mauricio Macri busca hacer frente al nepotismo en Argentina. ¿Cuán eficiente es esta medida en un país donde existe una «cultura del empleo público»?
El pasado lunes 29 de enero, el presidente argentino, Mauricio Macri, anunció una serie de medidas que afectan la plantilla de su gobierno. Entre otras cosas, quiere eliminar cerca de mil cargos para reducir el gasto estatal. No obstante, la medida «antinepotismo» es la más llamativa.
A través de un decreto, el mandatario prohibirá a sus ministros designar a familiares en la administración pública. Según medios argentinos, se trata de parientes de hasta segundo grado de consanguinidad, es decir padres, hijos, cónyuges, hermanos, abuelos y nietos, así como nueras y yernos. En total, se habla de unos 40 afectados.
A raíz del anuncio de esta medida, que será retroactiva, ya se han producido las primeras renuncias en el Ejecutivo. El aviso de Macri llega pocos días después de que se diera a conocer que la esposa y dos hermanas del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, trabajaban en la administración pública. A mediados de enero, Triaca estuvo envuelto además en otro escándalo tras difundirse un audio en el que insultaba a su empleada doméstica.
El decreto «antinepotismo» «es una reacción a lo que pasó con el ministro de Trabajo, porque el gobierno tuvo dos años para tomar esta medida y la está tomando en este momento. Si no se hubiese conocido esta grabación, todo esto no hubiese sucedido», dice a DW Pablo Secchi, director ejecutivo de la fundación Poder Ciudadano, capítulo argentino de Transparencia Internacional.
Gabriel Salvia, director general del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), comparte esta opinión: «Llama la atención que, antes de asumir el gobierno, los macristas se jactaban de sus equipos técnicos, pero no tuvieran preparada una propuesta para implementar una reforma tan importante, más teniendo en cuenta la irresponsabilidad del kirchnerismo, que convirtió al Estado en un botín político».
¿Una iniciativa insuficiente?
Para Pablo Secchi, la norma es «bastante acotada» porque solo toca el Ejecutivo: «Si se llega a aplicar en el Poder Legislativo y Judicial vamos a hablar de muchísima más gente implicada«. Según el director ejecutivo de Poder Ciudadano, «ya se sabía que en este gobierno, como en los gobiernos anteriores y en todos los gobierno provinciales, los funcionarios nombran a sus parientes».
Por su parte, la doctora Saskia Ruth, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), saluda el decreto como una posibilidad para acabar con las complejas estructuras que se han establecido a lo largo del tiempo. Si bien la medida no erradicará el nepotismo en Argentina, en su opinión, es un buen comienzo.
Varios países latinoamericanos poseen leyes «antinepotismo», pero su implementación depende de la capacidad del Estado de monitorear la situación y sancionar a posibles infractores. Saskia Ruth recuerda que se trata de patrones de comportamiento arraigados y heredados de generaciones atrás.
Del «sueño americano» al «sueño argentino»
«El problema de fondo es que en el ingreso a la administración pública en Argentina, tanto a nivel nacional como provincial y municipal, no se aplican criterios meritocráticos de idoneidad, transparencia e igualdad ante la ley«, sostiene Gabriel Salvia.
En entrevista con DW, el director general de CADAL explica que el sector público es «una clase privilegiada», que goza de estabilidad laboral «más allá de sus capacidades y rendimiento». De ahí que se haya creado una «cultura del empleo público» que consiste en conseguir un puesto en el sector público: «Algunos irónicamente lo llaman ‘el sueño argentino’ en contraste con el ‘sueño americano’ de emprendimiento privado».