Democracia y Política

Noventa días en la Habana. Hay que estar ahí para darse cuenta de la verdad (l)

nelson_lanz

El pasado 30 de Marzo salí como acompañante de mi hijo el cual hace dos años sufrió un accidente que le ocasionó severo daños en la tibia. Daños que no pudieron ser resueltos en nuestra patria por la incapacidad de este gobierno en solucionar la gravísima situación hospitalaria actual y a pesar de que le lancé un S.O.S a las autoridades correspondientes, no logré que algunos de ellos respondiera a mi llamado a través de un artículo publicado en Aporrea. Por lo tanto no me quedó mas remedio que solicitar la ayuda a una alta funcionaria de buen corazón que no digo su nombre porque estoy seguro que a ella le gustaría no lo hiciera y a la cual desde aquí le envío de parte de mi hijo y del mío, nuestro profundo agradecimiento por su valiosa ayuda. Ella, consiguió que nos incluyeran en forma rápida en el convenio de salud Cuba-Venezuela.

Por lo tanto fuimos enviados a Cuba el 30 de Marzo a la Habana donde está el Centro Internacional de Salud llamado La Pradera. Sitio donde llegan todos los venezolanos que son enviados ahí, con diferentes problemas de salud, casi todos ortopédicos como los llaman los cubanos. La Pradera fue construido como un Resort hace unos quince años con fines turísticos pero luego con el convenio de salud celebrado entre Chávez y Fidel fue convertido en centro de llegada y posterior distribución a otros hospitales según los requerimientos del paciente.

En este centro cuando llegamos a mi hijo lo revisó un doctor que nos dijo que había que operarlo en seguida debido a la grave situación de osteomielitis e infección que presentaba la tibia de mi hijo. Por lo que nos mandó al hospital Frank País (nombre de uno de los tantos comandantes de la «revolución cubana») . En el mismo nos atendió otro doctor y opinó lo mismo que el anterior o sea que había que operarlo de inmediato. Por lo que ordenó su traslado a ese centro. Pero resulta que pasaron treinta días y a mi hijo no lo habían operado. Solo le pusieron un tratamiento que consistía en curarle la herida y combatirle la infección con antibióticos. La excusa que nos daban los médicos tratantes era que había que esperar que en el Frank País se desocupara una de las cinco habitaciones séptica  con que contaba dicho hospital para los casos infecciosos.

En vista de esta situación hablé con el primer doctor que ofreció operarlo de inmediato y le dije que me explicara lo irregular de esta situación. Después que me la explicó se comprometió a darle prioridad al caso de mi hijo y que para la próxima semana mi hijo sería operado. Pero pasaron los siete días y la situación continuaba. Por lo que me vi obligado a volver a hablar con dicho doctor quien es el segundo jefe de servicio de ese hospital. Le pregunté al mismo por qué no cumplió la promesa que nos hizo, y la respuesta que me dio es que todavía no habían desocupado una cama de la sala séptica. Entonces le volví a preguntar cuanto tiempo más tendríamos que esperar. El doctor con mucha pena y vergüenza me tuvo que decir la verdad y esa no era otra, que mi hijo tenía que esperar entre tres y cinco meses ya que a los otros extranjeros que acudían a ese hospital y que pagaban en efectivo y en dólares había que darles preferencia. Repuesta que me molestó porque nosotros aunque no pagábamos en efectivo, lo hacíamos con petroleo y que la deuda que el gobierno de Cuba tiene con Venezuela era mil millonaria en dólares, por lo tanto nosotros los venezolanos deberíamos tener todas las preferencia del mundo en ese hospital.

Mi reacción al parecer no le gustó al médico ni a la dirección de La Pradera ya que al día siguiente nos dijeron que seríamos trasladados a otro hospital de nombre Fructuoso Rodríguez (otro viejo comandante de la «revolución cubana») ubicado en el Vedado, pleno centro de la Habana.

El mes y medio que pasamos en el C.I.D.S (La Pradera) y aunque no nos quejamos de la atención del personal médico, de enfermeras y de camareras, fueron 45 días encerrados en un bello Resort en el cual podíamos movernos con libertad dentro de sus instalaciones, pero solo podíamos salir del mismo los sábados después de las 2PM hasta las seis y los domingos desde las 9AM hasta las 6PM. De lunes a viernes el encierro era total. Todos deambulábamos aburridos esperando su turno de operación. Conocimos pacientes que con casos que no ameritaba tanto tiempo de espera y sin embargo tenían entre seis y doce meses en espera. Casos como pacientes con problema de próstata, oídos, inclusive ortopédicos. Pero nada, primero era lo primero: los que pagaban en efectivo y en dólares tenían prioridad. Los venezolanos que esperen que para ellos aquí todo es gratis.

Hay que estar ahí para conocer que todo lo que nos dice nuestro gobierno y el de Cuba es mentira. Antes de partir de Caracas hacia Cuba, la gente del convenio nos dice que no tenemos que preocuparnos de nada ya que para nosotros todo es gratis tal como nos dicen los cubanos. Pero la verdad es otra queridos camaradas. Al contrario, ya que nos facturan desde una aspirina, una cura, una inyección, la rehabilitación y ni hablar de la operación, por supuesto no podía faltar la comida y la hospitalización. Todo, absolutamente todo nos lo facturan y en dólares. A nuestra salida de La Pradera tuvimos que firmar facturas por la siguiente cantidad: mi hijo, 7.800 dólares y yo 4800 solamente en antibióticos, vitaminas y curas. Lo que indica que la estadía de todos los que acudimos a Cuba el gobierno cubano se la cobra bien cara a su principal aliado, nuestro alcahuete gobierno venezolano.

En mi próximo artículo (si ustedes me lo permiten y los amigos de Aporrea también) describiré nuestra estadía en el Fructuoso Rodríguez y la verdad verdadera de la actual realidad cubana. Toda las mentiras que nos dice el gobierno de Maduro sobre el gobierno cubano y sobre el fabuloso sistema propagandístico que tienen los Castros para seguir engañando al resto del mundo para que los sigan manteniendo en el poder por encima de las necesidades del pueblo cubano. Un pueblo que no merece vivir en las condiciones que viven por culpa de un gobierno que no permite ningún tipo de libertades.

Cómo me enteré de todo esto, en la próxima entrega se los cuento.

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