Importante observar las reacciones del pueblo nicaragüense, en especial en Masaya y Boaco manifestándose abiertamente y, a pesar de la cruenta represión impuesta por la dictadura Ortega Murillo: desplegaron pancartas improvisadas, combinaron cantos religiosos con cantos de lucha, y en medio de esta protesta también resurgieron las consignas de ¡LIBERTAD!, ¡libertad para los presos políticos!, y en contra de la represión del régimen orteguista.
Por su parte, la oposición nicaragüense, tanto en el país como en el exilio, continúa dando muestras que no se recupera de los zarpazos infringidos por la dictadura a su dirigencia y a quienes se entusiasmaron con el espejuelo de las elecciones en 2021.
Dirigentes de varios Distritos de Managua refieren que hubo un desconcierto inmediatamente después de las agresiones dirigidas a líderes en barrios y municipios, pero que la disposición de lucha no ha disminuido. “Aquí estamos, firmes”, enfatizan los dirigentes distritales. Esta situación implica que estamos ante una nueva fase de la lucha contra el orteguismo.
Hay que cambiar los métodos y estar claros de que vivimos en una dictadura; todas aquellas ilusiones de que se puede utilizar espacios en este país se han terminado.
Es iluso pensar que Ortega se puede reformar, o que alguna de las instituciones del Estado pueda permitir algunas acciones de demanda de la población a cualquier nivel. Menos pensar que es posible un diálogo con Ortega: no está en disposición de participar, y en el hipotético caso que se decidiera a hacerlo sería para sacar más ventaja; el diálogo solo conviene a su régimen.
Tampoco se puede hablar de participar en las amañadas elecciones que se habla para noviembre de 2022, porque sólo se le hace el juego al régimen, que ya tiene las cuotas asignadas o definidas para quienes se presten a esta farsa.
Posiblemente la fe tiene mayor capacidad de movilización que la defensa de los derechos ciudadanos y humanos, porque toca la tradición y la cultura de respeto a las creencias y a quienes la representan. Pero estamos en una situación en la que se requiere la defensa de la vida y de la libertad, la cual cada vez más se agudiza con el alza constante de los precios de productos de consumo básico, que empobrece día a día a la población.
En tanto, la dirigencia opositora todavía no llega a un acuerdo nacional de unidad. Hay muchos grupos dispersos y aislados, defendiendo egos y agendas particulares, sea de grupo o de secta, que pesan más que la determinación de ponerse de acuerdo en sacar a Ortega; porque ya está claro que por sí solo no se va a ir… ¡hay que sacarlo!
La pregunta es: ¿hasta cuándo se podrá alcanzar la ansiada unidad? ¿qué acciones deberá tomar la población ante la farsa electoral?
La ausencia de liderazgo es palpable, pero no se mantendrá indefinidamente. Las nuevas formas de lucha harán surgir el liderazgo necesario para la etapa actual.
¡Adelante, nicaragüenses! Los días de Ortega están contados, la condición, la premisa, es que nos organicemos para derrocarlo.