Olga Tokarczuk: «Siempre había soñado con vivir en un museo»
La escritora polaca, premio Nobel de Literatura 2018, protagoniza la segunda edición de 'Escribir en el Prado'
La escritora polaca Olga Tokarczuk, premio Nobel de Literatura en 2018, ha disfrutado de la primavera en el Museo del Prado. La protagonista de la segunda edición del programa ‘Escribir el Prado‘, una colaboración entre la pinacoteca y la Fundación Loewe que permite a los escritores vivir en el museo, conversó el lunes con Valerie Miles sobre el tema ‘El mundo como una pintura’. Ahora charla con ABC.
—¿Cómo calificaría las sensaciones que le ha producido pasear por el Prado con un imperativo literario?
—Es una sensación especial de ir más allá del tiempo y sumergirse en un tiempo general, universal, que es la cultura humana. Porque estas brillantes pinturas no sólo evocan admiración, sino también relatos históricos y mitológicos y despiertan el pensamiento metafórico que se sosiega en la vida cotidiana. La frialdad y el espacio específico del museo nos trasladan a un tiempo diferente, no al tiempo humano, cotidiano y lineal, sino al tiempo universal, donde nuestra sabiduría de género se almacena en forma de imágenes y de las historias que contienen. Así es como trato la cultura: como un disco duro de experiencia de género, que contiene conocimientos sobre nosotros mismos y el mundo, nuestros miedos y ansiedades, esperanzas, ilusiones y alegrías. También tuve la oportunidad de ver qué enorme institución es, cuánta gente trabaja aquí, lo que no es visible cuando se viene al museo como un turista cualquiera. Es una institución enorme, y es una comunidad enorme de trabajadores. Sentí que cada uno de ellos, a su manera, está orgulloso del lugar donde trabaja y dedicado a su trabajo. Formé parte de esa comunidad durante un mes. Siempre había soñado con vivir en un museo y la invitación del Museo del Prado hizo que este sueño se hiciera realidad en cierto modo. Puede que no viviera en el propio museo, pero estaba lo suficientemente cerca como para venir a cualquier hora del día, incluso antes de que el museo abriera sus puertas al público, y ver el museo como un precioso tesoro escondido. Divisiones del arte.
—¿Qué libro de toda su obra ha vibrado más al ver las pinturas del Prado: ‘Los Errantes’, ‘Los libros de Jacob’ (de donde sale el título de su conferencia), ‘Un lugar llamado Antaño’…?
—Creo que más bien me inspirará para escribir algo nuevo… Estar en un museo me recuerda que la literatura y el arte pertenecen a la misma categoría de fenómenos que se crearon para la comunicación interpersonal profunda. Quizá lo más cercano a este fenómeno sea ‘Los Errantes’.
—¿Por qué ha sido así?
—Porque ‘Los Errantes’ es una constelación de historias e imágenes, un recorrido por la galería de la vida de un frágil viajero en su cuerpo transitorio y mortal.
—¿Cuál es la obra del Prado que más ha demandado su mirada?
—Es difícil elegir un nombre. Sobre todo, admiro en el Prado el arte de la exposición y el sentido en que se ha organizado. Cuando uno visita el museo, se adentra en la historia del arte europeo, ve su desarrollo, que es en realidad una maduración de la percepción y el intelecto humanos. Cuanto mayor me hago, más me atraen los paisajes. Antes me fijaba más en las historias de los cuadros, las metáforas y el arte. Los paisajes sin gente o con gente como único elemento tienen un efecto terapéutico en mí. He pasado horas mirando paisajes terciarios en cuadros religiosos o admirando el fondo paisajístico de Patinir.
—¿Qué ha descubierto de España en las paredes de este museo histórico?
—He refrescado mis conocimientos sobre la historia de España, eso seguro. Admiro la dedicación y diligencia con la que los españoles se acercan al arte a sabiendas de que son depositarios de un tesoro multigeneracional.
—¿Cree que hemos cambiado nuestra relación con las imágenes ahora que pueden crearse por medios tecnológicos?
—Al llegar al Prado, cada día veía enormes colas de personas de todas partes del mundo que querían ver esta asombrosa colección de arte. Y me asombraba que tengan acceso a estos y otros cuadros en Internet, y que millones de imágenes pasen por sus cerebros cada día, y aun así hagan cola para ver de cerca estas obras maestras pintadas por manos humanas y tener un contacto íntimo con ellas. Creo que nuestra psique está hecha de imágenes en mucha mayor medida que de lenguaje. Necesitamos las imágenes como el alimento. Ayer me preguntaba, frente a ‘La Anunciación’ de Fra Angelico, qué hace que este cuadro sea tan impresionante y si la IA podría crear algo similar si se le dijera exactamente qué y cómo debería ser. Creo que la diferencia básica es la intención: la energía que surge del deseo de comunicarse con otro, y la suposición de que ese otro es como yo, de que el espectador es como el autor y, por tanto, es capaz del juego de mirar e interpretar. Al contemplar un cuadro, también suponemos que el autor expresa en él aquello de lo que no es plenamente consciente y que la comunicación tiene lugar a un nivel psicológico muy profundo.
—¿Qué se le escapa después de su visita al Museo de todo lo que ha estado persiguiendo? ¿O qué se lleva para meditar en casa?
—Esta visita de un mes al Prado y a Madrid tendrá probablemente consecuencias concretas. Me ha dado algo de tiempo para mí, para interactuar reflexiva y tranquilamente con el arte. Esto es un lujo hoy en día. He tomado muchas notas, siento lo mucho que se ha cargado mi imaginación, lo saturada que está. Es cierto que he pospuesto el trabajo y un nuevo libro para este mes y que me he alejado mentalmente de él durante este mes, pero tal vez este descanso del trabajo sea beneficioso para la novela.
—¿En qué medida la realidad supera todavía a la ficción en este mundo?
—Yo diría que se trata de una cuestión muy filosófica. Primero habría que definir qué es realidad y qué es ficción. Muchos aspectos de nuestras vidas que tienen un impacto directo en la nosotros no son realmente «reales». Tomemos, por ejemplo, el impacto de la bolsa en el estado de la economía: las subidas y bajadas son a menudo el resultado de la ansiedad colectiva, el miedo, el azar, etcétera. Del mismo modo, lo que está en la mente de los líderes políticos a menudo conduce a la guerra. Hay narrativas bastante falsas e imaginarias que son capaces de levantar ejércitos y naciones para luchar. Lo vemos todos los días en los medios de comunicación. Yo defiendo la ficción: no nos cuenta menos sobre el mundo que la no ficción.