Oswaldo Páez-Pumar: El otro encuentro
No será desde luego el encuentro con el artículo de Diego Bautista Urbaneja, como ya lo había adelantado. En realidad antes de encontrarme con su artículo me había encontrado con él y conversamos sobre el referendo revocatorio, pero opté por centrar mi atención como lo expresé en el artículo que lleva fecha de ayer, en el artículo de Carolina Jaimes; y me encuentro hoy con la sorpresa de un artículo del padre Luis Ugalde abordando el tema que dejé para hoy, olvidando la máxima de “no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy”.
Seguramente ese su artículo dice más de lo que yo tengo en mente por lo cual me abstuve de leerlo, labor que iniciaré después de escrito y enviado el mío; y si los lectores encuentran algunas coincidencias que espero se produzcan no me traten de plagiario.
Pero vamos al grano que también desmenuza Diego Urbaneja en su artículo. Comienza por decirnos que hay resistencia al revocatorio, porque se alega por quienes se oponen “que sería reconocerle legitimidad al usurpador”, cuando de lo único que se trata es de reconocer la realidad: está ahí y muchos lo desconocemos, pero sigue ahí; y lo único que nos está vedado en el camino para salir de él, es desconocer la realidad. Ahí está y yo que personalmente me refiero a él como “usurpador”, si lo quiero sacar es porque reconozco su presencia.
Nos habla Urbaneja de quienes sostienen que la salida no sería en el 2022, sino en el 2024, lo que viene a ser no solamente un reconocimiento de ese evento electoral del 2018, que por todo lo que lo rodeó dio pie para que una no despreciable cantidad de países democráticos lo hayan desconocido y admitan la designación en enero de 2019 de Juan Guaidó como legítima, aunque carezca de una fuerza real para restaurar el estado de derecho.
En realidad, quienes puedan sostener esta tesis lo que sostienen en el fondo es que el usurpador Maduro no es usurpador, sino el legítimo presidente que entregará el poder el 10 de enero de 2025 a quien resulte electo, siempre y cuando no decida lanzarse a una nueva reelección, que la constitución contempla ahora de manera indefinida, aunque sea el producto de una reforma inconstitucional al haber sido propuesta de nuevo en el mismo período en el cual ya había sido negada y que le abrió una segunda reelección a Chávez, origen del mal que significa la usurpación del “usurpador”.
Hay desde luego otras cuestiones que podría comentar en relación con el artículo de Diego Urbaneja y su sólida argumentación, pero me parece que no puedo desperdiciar esta oportunidad para decir algo con voz propia en relación con el referendo revocatorio.
El referendo implica la recolección de firmas para que ese proceso se inicie y esa recolección implica la movilización de la población, que tiene que ser impulsada por la dirigencia política, que comprende a todos los que se digan opositores, incluidos los inhabilitados por el “cne” para el desempeño de cargos y que por lo tanto no pueden competir electoralmente, pero nadie les quita ni les puede quitar ni su voz, ni su pluma, ni su llamado a la población para que firme.
También me impulsa a respaldar lo dicho por Urbaneja la convicción de que el referendo de agosto de 2004 fue manipulado para impedir la revocatoria de Chávez. Primero, al establecerse que un gobierno iniciado el 2 de febrero de 1999 y que debía concluir el 10 de enero de 2007, es decir, un período de siete años, 11 meses y 8 días no alcanzaba la mitad del término en febrero de 2003, sino en 2004 y no en enero ni febrero, sino en agosto. Desde luego las máquinas para cambiar el modo de votar fueron introducidas para esa elección; y ya sabemos lo que dijo el proveedor de las máquinas, a propósito de los resultados con los cuales fue supuestamente reelegido el usurpador, contra cuya revocatoria pareciera haber voces que se dicen opositoras.
Caracas, 4 de noviembre de 2021
- D. A leer lo que escribió Luis Ugalde S. J.