Oswaldo Páez-Pumar: Malagradecidos
Desde niño oí la expresión como generadora de males, porque a quienes asumían esa conducta se les predecía su condena: “de malagradecidos está el infierno lleno”. Sin embargo, esa parece ser la conducta que impera largamente en el mundo hacia los Estados Unidos de América, porque habiendo la humanidad conocido la imposición de la “bota” del más fuerte sobre el más débil, desde muchos siglos incluso antes de la llegada de la era que por el nacimiento de Cristo sirve para contar el tiempo en que vivimos, la bota gringa no ha tenido la caracterización de la dominación por la fuerza de las armas, que tuvieron los imperios anteriores.
Solo si nos detenemos en el área origen de nuestra civilización occidental podemos contar el dominio de los egipcios, de los babilonios, de los persas, de los griegos, de los romanos, de los bárbaros que acabaron con el imperio romano; y el Islam que 600 años después se extendió por todo el norte de África y al penetrar en Europa provocó “Las Cruzadas” e instauró en la península Ibérica el califato de Córdoba, que al ser liberado por Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, daría lugar al nacimiento de España y al “imperio donde no se ponía el sol”. Toda, absolutamente toda esa historia, está llena de las particulares historias de dominio de unos sobre otros por la imposición de la fuerza de las armas. Y no está limitado el dominio a la muy grande España, ni a la igualmente grande “Pérfida Albión”, ni a la no menos grande Francia poseedora de dominios en América, África y Asia, y eso sin contar en la propia Europa las hazañas de Napoleón; porque también Portugal se posesionó en América, en África y en Asia y la pequeña Holanda no solo en islas del Caribe y tierra firme parte de la cual cedería a Inglaterra, pero no sería sino hasta el final del siglo XIX cuando los “Boers” cederían terreno y dominio en África del Sur a esa isla. No puedo cerrar este párrafo sin dejar de mencionar, que a pesar de su tamaño, también impusieron su autoridad en el África, en lo que se llamó el Congo, nada menos que los belgas, ganando así el título de “troncos de belga”.
Ahora lo que nos preocupa en el ya pasado siglo XX y nos sigue preocupando en el XXI, no es la imposición por la fuerza de las armas, sino por el comercio por parte de los Estados Unidos, que llegaron con su ejército dos veces a Europa, se impusieron por las armas y se retiraron sin tomar posesión de territorio alguno, salvo donde yacen enterrados los ciudadanos americanos que entregaron sus vidas en esas dos contiendas.
Es verdad que su economía se nos impone y compramos lo que ellos producen y desde luego les vendemos lo que nosotros producimos; y a ese comercio debe su esplendor porque del mismo se generan ganancias para ellos y pérdidas para nosotros. Ahora está siendo objeto de competencia con la China, de cuyo comercio con ella pareciera que nosotros los países del tercer mundo obtendríamos ganancias para nosotros y pérdidas para los chinos, o quizá ganancias para ambos, así sea difícil de explicar el “cómo”.
Desde luego toda esta historia no llega a explicar el por qué he titulado mi artículo “malagradecidos”. Trataré de explicarlo, aunque no estoy seguro de hacerme entender.
El asunto es que el gobierno de los gringos le ha prohibido a sus ciudadanos y a las empresas de sus ciudadanos y a las empresas de quienes no son sus ciudadanos, pero operan en el territorio de los Estados Unidos de América, que comercien con Venezuela y con Cuba y con ciertas instituciones en Venezuela y en Cuba controladas por sus respectivos gobiernos, aunque en el caso de Venezuela haya algunas controladas no por el gobierno de Venezuela, sino por el de Cuba, y claro, lo que yo esperaba del gobierno de Venezuela y del de Cuba era el grito de “aleluya”, hemos roto las cadenas que nos ataban al imperio, aunque no fuera por una decisión propia, que debería ser bienvenida. No es así. Esa decisión, que teóricamente nos liberaría de la cadena que nos ata al imperio no es bienvenida, de lo que yo deduzco que el usurpador Maduro y quienes le acompañan en su gobierno, y el no menos usurpador Díaz Canel y sus acompañantes son MALAGRADECIDOS; y lo único que les aguarda es el INFIERNO, que aparentemente nunca se llena.
Caracas, 17 de julio de 2021