CorrupciónÉtica y MoralHistoriaPolíticaViolencia

Oswaldo Páez-Pumar: Revelación

 

¡Qué envidia! No me explico cómo me pudo pasar inadvertido por tanto tiempo, ya que han transcurrido 62 años desde cuando se hizo notorio, aunque sus crímenes antecedieron a su notoriedad. Efectivamente, como lo ha dejado por escrito Marcos Villasmil AQUÍ se trata de una verdad tan evidente que no necesita demostración, como ya lo había expresado Jefferson a propósito de la igualdad de los hombres. ¿Qué nos dijo Marcos Villasmil? Que si Guevara no hubiera sido un político revolucionario, habría sido un asesino en serie.

No me quedó duda de lo acertado de la afirmación, pero después de leer eso que juzgo tan acertado, sin quererlo hacer, es decir involuntariamente, se me vino a la cabeza eso que llaman “retrúecano”, que viene a ser lo mismo, pero al revés; y de manera espontánea apareció en mi cerebro esta frase “si no hubiera sido un asesino en serie, habría sido un político revolucionario”.

También lo fue Robespierre y quedó registrado para la historia, cuando en medio de una de sus jacobinas intervenciones en la Asamblea, su propio ímpetu lo hizo atorarse mientras discurría y surgió el grito que le anunciaría la proximidad de su final: “la sangre de Danton te ahoga”. Era asesino, aunque no estoy claro si el calificativo de ¡en serie! le cuadra.

En lo que si tengo claro que coinciden con Guevara está esta pequeña lista de “personajes” que desarrollaron sus actividades en el siglo XX, pero que antecedieron a Guevara que aquí les presento; y que también han pasado a la historia como políticos revolucionarios. En orden de antigüedad se nos presentan Stalin (1878), Ho Chi Minh (1890), Mao (1893), Kim Il Sum (1912) y Pol Pot (1925).

Guevara (1928) dista medio siglo de Stalin (el padrecito) pero apenas tres años de ese exterminador llamado Pol Pot; y aunque todos ellos han obtenido de los historiadores la definición de “políticos revolucionarios”, la idea de los asesinos en serie se apodera cada vez más de mí y encuentra en la revelación de Marcos Villasmil, un poderoso soporte que dice “aquellos que van hombre por hombre” son desde luego menos nocivos de los que han ido “pueblo por pueblo”; y menos todavía de los que lo han hecho “generación tras generación”.

De esos asesinos en serie el menos longevo fue Pol Pot que murió de 73 años y el más longevo Mao, que murió de 83. Guevara murió antes de alcanzar los cuarenta años y no quiero pensar lo que hubiera podido “ejecutar” de haber alcanzado la edad de Mao, más del doble de los años que vivió; y los negociantes de camisas o franelas con su rostro regodeándose en el triunfo capitalista contando con la cooperación del “Che”.

Qué disparate lo que acabo de escribir, fue Castro quien le sacó provecho a la venta de franelas con el rostro de Guevara; y desde luego no puedo evitar que pase por mi mente la idea difundida de muchos años atrás, que predica “que lo envió a Bolivia para deshacerse de él”.

Una cosa tras otra va haciendo que se ponga al descubierto, o quizá más bien que se me revele a mí,  un algo que me atrevería a llamar la estirpe de los asesinos en serie, en la cual no había mencionado a Castro y lo más probable es porque lo hizo distanciando una muerte de la otra, pero fatalmente de los que lo acompañaron: 1°) Camilo Cienfuegos 2°) Ernesto Guevara y 3°) el General Arnaldo Ochoa. Después de todas estas cuestiones que les he contado, que es algo así como que fueron sacadas del fondo de mi alma, no me queda por decir sino unas pequeñas palabras a mi amigo Marcos. Gracias Marcos, por haberme dictado lo que acabo de escribir con tu valiosa ayuda.

 

 

 

Botón volver arriba