DictaduraElecciones

  Oswaldo Páez-Pumar: Sí o no, al revocatorio

 

Pareciera que el llamado al “referéndum revocatorio del usurpador” encuentra resistencias que responden al posible, aunque no probable, fracaso en su realización.

La primera voz que se levanta invoca que de no tener éxito, el resultado redundaría en la legitimación del gobierno del usurpador. Este razonamiento debe tener raíces ancestrales porque ya Ulpiano señaló que “Quod cuique pro eo praestatur, invito non tribuitor”, lo que equivale a decir que “lo que a uno se le da en favor suyo, no se le da en contra de su voluntad”, pero quizá hace ya veinte siglos se planteó un referendo y alguien que se oponía a la idea, trató de desestimular a los promotores por el peligro de legitimar al posible revocado. De manera que yo que estoy entre quienes ven con buenos ojos el revocatorio, debo decirle a sus promotores que lo único que derivaría de nuestro fracaso fue que lo hicimos mal, pero no que legitimamos al usurpador.

Un segundo argumento, todavía más especioso que el primero es, que a lo que tenemos que avocarnos es a la elección presidencial del 2024, lo que equivale a decir que, siendo como es o al menos como lo sentimos el presente gobierno el resultado de una usurpación, aceptémosla, calémonosla, que ya llegará la oportunidad de elegir un nuevo presidente.

Hay un tercer argumento, que me da pena escribirlo, pero no me queda más remedio que hacerlo. En las actuales circunstancias, con el gobierno controlándolo todo, incluido el CNE, el resultado será el que el CNE proclame, con la ayuda del TSJ en caso de ser necesaria, por lo que el resultado será negativo a la solicitud de revocación. Pareciera desprenderse esa argumentación de tomar el referendo, que es una cosa, como si se tratara de una elección, que es otra cosa; aunque en el referendo del año 2004 el CNE, con la ayuda del TSJ, que entonces fue necesaria, debió convertir el referendo en una competencia electoral, que no es lo que la constitución establece y que para colmo ese mismo TSJ privó de su derecho a votar a no sé cuántos ciudadanos porque el CNE parecía advertir, un algo llamado “firmas planas” de un significado esotérico, y el TSJ no decidiría los recursos de esos ciudadanos sino después del día fijado para la votación.

Este tercer argumento está unido indisolublemente a un cuarto que va y viene, porque si todo está controlado ¿qué diferencia al referendo del 2022 de la elección presidencial del 2024? Y encuentro que mi propio argumento contra los que no quieren el referendo se me revierte, porque si yo que en más de una ocasión he estado opuesto a hacerle el juego al gobierno no concurriendo a sus elecciones (por cierto concurrí en estas últimas),  ¿cómo es que soy promotor del referendo, que al fin y al cabo será manejado por el CNE?

La respuesta no es sencilla, pero creo que una cosa es convocar a una elección con un programa a futuro de largo alcance, y otra muy diferente un referendo revocatorio que no tiene nada que ver con el futuro, sino con el presente. Incluso para los seguidores del PSUV la revocación del usurpador no significa la entrega del gobierno a sus opositores de la IV república, ni de una futura VI, sino el cese de la usurpación y aunque parezca estar repitiendo algo ya dicho, la necesidad de un gobierno de transición y la convocatoria a unas elecciones libres (dentro de lo libre que podrían ser, siendo que el cese del usurpador no es igual al cese de la usurpación) en la cual seguramente los que resisten y rechazan el revocatorio al usurpador se sentirían llamados a concurrir a estas nuevas elecciones, a las cuales podrían concurrir como candidatos todos los venezolanos que la constitución admite menos el usurpador,  porque ya ha sido presidente y si bien nuestra constitución contempla la reelección aún con la reforma inconstitucional que la permite indefinidamente, solo procede para quien ejerce la presidencia no para quien habiendo sido presidente hubiera dejado de serlo, que sería la condición del revocado. Todos esos “chavistas” que se muestran como opositores de quienes ellos llaman el traidor Maduro y nosotros el usurpador, se sentirían a gusto en esa nueva elección.

 

Caracas, 19 de enero de 2022

 

 

Botón volver arriba