Oswaldo Páez-Pumar: Tratando de decirlo más claramente
Hace ya algún tiempo me referí a los médicos con doctorado (PhD) que Cuba exporta a diferentes naciones y cuyos salarios fijados en dólares (los del imperio mesmo) constituyen el ingreso más importante en el rubro “exportaciones de Cuba”. Venezuela los importa desde la llegada de Chávez al poder, habiendo hecho su presencia inicial cuando el deslave en Vargas, de cuya actualización en eso que nuestros médicos llaman “farmacopea”, por boca de algunos médicos venezolanos amigos y otros simplemente conocidos, que concurrieron a asistir a las poblaciones del estado Vargas, me enteré que tenían medio siglo de atraso, es decir, desde la llegada de Castro no habían dado un paso adelante.
No me resultó extraña esa información porque una década antes, al producirse eso que Castro les vendió a los cubanos como “período especial” y que no era otra cosa que la incapacidad para sostener “la revolución” sin contar con la ayuda de la U.R.S. S. (el imperio soviético), que se desintegraba a raíz de la caída del “muro de Berlín”; Castro recurrió a la pericia médica de la IV República de Venezuela (no la mal llamada bolivariana) para hacerle frente a una epidemia de ceguera que afectaba muy particularmente a la población infantil, para lo cual contó Castro con la asistencia de la medicina venezolana que encarnó el doctor Rafael Muci Mendoza y que dictaminó que la causa de la ceguera no era por picaduras de moscas, sino por desnutrición de la población infantil, mientras Castro comía langosta con García Márquez y unos cuantos más izquierdosos de ideas, pero de formas de vida capitalistas, tal como la que se da hoy el usurpador Maduro, los hermanos Rodríguez, el general Padrino y un largo etcétera cuyos nombres omito, porque ocuparían todo el espacio que normalmente doy a mis artículos y no podría enviar el mensaje.
Este es el mensaje. Más allá de todo lo que se ha escrito últimamente sobre la esclavitud de los médicos enviados al exterior, cuya remuneración es pagada al gobierno de la Isla y no a los médicos que realizan el trabajo, lo que ha dado pie para que se reafirme el concepto de que realizan el trabajo en condiciones de esclavitud, lo cual a mí me resulta redundante porque la condición de esclavo no depende de que realicen el trabajo en la isla o fuera de la isla, sino que no puedan tener otro patrono que no sea el estado cubano, lo cual significa a cinco meses de distancia que los cubanos cumplirán el próximo 1° de enero de 2023 sesenta y cinco años durante los cuales el único patrono, o si se quiere el único “empleador”, han sido en orden de ejercicio del oficio Castro Ruz, Fidel desde luego el de mayor duración; y luego Castro Ruz, Raúl y Miguel Díaz-Canel.
Creo tener la certeza que los que lean este artículo, al menos en su gran mayoría, comprenderán que la esclavitud de los médicos no consiste solo en la singularidad del patrono que es el estado cubano, sino en la peculiar circunstancia que las familias de los médicos que van a prestar ese servicio por cuenta del estado cubano son mantenidas en Cuba. La esposa o concubina no acompaña al marido o concubino, ni tampoco lo hacen los hijos, de donde es fácil colegir que tienen la condición de rehenes. El médico en servicio sabe que no puede escapar de Cuba sin exponer a su familia al peso de un castigo que se aplicaría con saña.
Sin embargo, lo más importante es que ha sido en México, que siempre ha tenido para con Cuba, Castro y la revolución cubana una defensa sólida, llamémosla conceptual, de donde ha salido la denuncia por parte de una profesional de la medicina que no les permitirá iniciar el trabajo para el cual han sido enviados, sin previa presentación de las credenciales académicas que poseen, desde luego, si es que las poseen.