Oswaldo Páz-Pumar: ¿Se puede votar el 6 de diciembre?
La irrupción de nuevo en la política de Henrique Capriles anunciando su intención de participar en las elecciones convocadas por el usurpador Maduro para elegir una nueva Asamblea Nacional, imagino que no será con el propósito de obtener una curul, después de haber aspirado a la presidencia. Por lo tanto para mí no encuentra otra explicación, que su deseo de marcar distancia con quienes hoy recogen la mayoría opositora, Juan Guaidó y María Corina Machado.
El hecho de haberse generado entre ellos dos un enfrentamiento en torno a la procedencia de invocar el numeral 11 del artículo 187 de la Constitución relativo a las misiones militares de Venezuela en otros países y a las mismas misiones militares de otros países en Venezuela, abre espacio como para que quienes “siempre” han considerado la ruta electoral como “única” y no se sienten atraídos por Guaidó o por María Corina, encuentren en Capriles un refugio al cual acudir en ausencia de una definición, de un comportamiento positivo y por lo tanto activo, porque aunque la abstención no necesariamente es pasiva lleva adherido esa calidad en la conciencia colectiva.
Lo cierto es que la irrupción de Capriles no parece traer nada positivo en torno al objetivo de hacer cesar la usurpación, más bien aunque se piense que una nueva asamblea electa cuando está concluyendo el período para el cual fue electa la actual, comporta una marcha hacia el restablecimiento de la legalidad, no existe tal cosa.
Quienes concurran con sus candidaturas, o con su voto en favor no importa si de los candidatos patrocinados por el gobierno, o por candidatos patrocinados por opositores que juzgan que la abstención es un error político, están con esa acción, con su acción, convalidando lo siguiente: 1°) La ilegal usurpación de funciones por parte del TSJ, al asumir la función de designar a los miembros del CNE que corresponde constitucionalmente a la Asamblea, 2°) La ilegal decisión de atribuirse el TSJ, so pretexto de una supuesta “omisión legislativa” funciones atribuidas por la constitución a otro órgano del Poder Público, 3°) La ilegal designación de los nuevos miembros CNE por parte del TSJ por carecer de esa facultad, 4°) La ilegal asunción de los cargos de “rectores” por parte de los supuestos nuevos miembros del CNE ilegalmente nombrados, 5°) La ilegal convocatoria a elecciones por parte de un CNE carente de legitimidad y por lo tanto de capacidad para convocar elecciones, 6°) La ilegal tutoría del proceso electoral mismo, por carecer los rectores que lo conducen de legitimidad, 7°) La ilegal modificación de las normas que rigen el proceso electoral y particularmente la regla de oro de la democracia “cada ciudadano un voto”, 8°) la ilegal proclamación que se haga como diputados electos de todos y cada uno de los ciudadanos que supuestamente hayan obtenido la correspondiente mayoría por un órgano que carece de legitimidad para establecer, porque aunque la proclamación de los diputados no competen al CNE, sino en cada Estado al correspondiente órgano electoral del Estado, quienes cumplan esas funciones y hayan sido designados legítimamente, ellos mismos estarían convalidando con la proclamación de diputados electos las siete ilegalidades precedentemente indicadas.
Pero no hay que ser zahorí para poder concluir que todo este procedimiento tiene como objetivo revestir al usurpador de un manto de legalidad, con una asamblea espuria, como lo fue la mal llamada “asamblea constituyente” de la que se anuncia ahora por boca del teniente Cabello que cesa en sus funciones sin haber cumplido el cometido de redactar una nueva constitución para lo cual supuestamente fue electa, pero que no devolverán lo recibido como remuneraciones en efectivo, ni en especie, como uso de automóviles, choferes, espalderos y un largo etcétera. El objetivo por lo tanto de esta convocatoria es “desenarzobisconstantinopolizar” la usurpación del usurpador; y quienes concurran a ella aunque no sea esa su intención, sino hacer honor al lema “la salida es pacífica y electoral”, están con su anuencia a todas esas ilegalidades denunciadas y otras que mi limitado conocimiento ignora, devolviéndole al usurpador una legitimidad que jamás podrá alcanzar porque no es venezolano, es cubano, al servicio de Castro y de lo que queda del castrismo.