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Otra víctima de Maduro: la coalición que gobierna Chile

Al Presidente Boric y al oficialismo le resultaría un peso muerto electoral la presencia de un PC que apoya sin tapujos a una dictadura capaz de llevar a cabo con impudicia los atropellos antidemocráticos que se permite Maduro.

 

 

La atroz farsa electoral perpetrada por el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela ha tenido muchas víctimas y en muchos lugares. Victimizó, una vez más, a millones de venezolanos y venezolanas que concurrieron de buena fe a las urnas, finalmente unidos no sólo políticamente, sino que en la confianza de que esa unidad les iba a proporcionar el triunfo electoral y que el régimen, enfrentado al casi unánime escrutinio internacional, se iba a ver obligado a reconocer su derrota. Pero también ha destruido las pocas esperanzas que todavía alentaban demócratas en el mundo, acerca de la posibilidad de que el régimen de Maduro finalmente aceptara el veredicto popular por intermedio del instrumento democrático por excelencia: las elecciones. Después de lo ocurrido el domingo el régimen venezolano ha terminado de despojarse de todas las caretas y ha terminado por entrar, de pleno derecho, al nefasto club de las dictaduras que desde el mismo domingo lo han estado felicitado, quizás no por su triunfo electoral pues ni esas mismas dictaduras podrían creer que tal cosa ha ocurrido, sino por la sangre fría del dictador, capaz de enfrentarse al mundo con total arrogancia y arrojarle a la cara una farsa de esas proporciones.

Después del domingo ya no caben posiciones intermedias. Quienes creen en la democracia y reclaman su práctica universal con la misma pasión con la que la reclaman en su propio país, no pueden sino calificar el régimen de Nicolás Maduro como dictadura y deben exigir la rectificación de la cruel operación con la que, el domingo, intentó burlar a los demócratas del mundo entero. Y aquellos que crean que la democracia es sólo un utensilio vil que puede usarse mientras sirva y arrojarse al tarro de la basura cuando deja de ser útil, podrán aplaudir a Maduro y felicitarlo por su obra.

En definitiva, Nicolás Maduro, con su operación dominical, logró separar la paja dictatorial del trigo democrático en todas partes. Algo que también está ocurriendo en Chile, porque al pasmo con que se escuchó el infame informe de Elvis Amoroso, el presidente del Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) la madrugada del lunes, siguió el sentimiento de que ante algo tan ruin resultaba una obligación definirse con honestidad. Así lo hizo el gobierno, en voz del Presidente de la República que, desde Emiratos Árabes, antes del informe del CNE exigió que la entrega de resultados de la elección, que calificó de “trascendental para Venezuela”, se hiciera en forma “transparente” y reflejara “íntegramente la voluntad popular expresada en las urnas”. Y una vez consumada la maniobra del régimen, en otra comunicación señaló: “el régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer. La comunidad internacional y sobre todo el pueblo venezolano, incluyendo los millones de venezolanos en el exilio, exigimos total transparencia de las actas y el proceso…”.

Pero ¿lo seguirá todo su gobierno en esta posición? Naturalmente desde el Socialismo Democrático la reacción fue instantánea y el repudio a la maniobra de Maduro fue contestado sin vacilaciones por la presidenta del Partido Socialista, Paulina Vodanovic, que expresó “La dictadura de Maduro intenta perpetuarse. No podemos validar un proceso viciado… La comunidad internacional debe impedir el fraude y luchar por la democracia para Venezuela”. En contraste con esa actitud el Partido Comunista, tanto por intermedio de su enviado a Caracas, el diputado Boris Barrera, como de su presidente Lautaro Carmona durante el mismo día domingo, ha avalado lo que Carmona describió como un proceso que iba “a cumplir con todas las normas y exigencias democráticas y de soberanía ciudadana que tiene su propia ley.”

En el momento de escribir estas líneas al mediodía del lunes, la única comunicación desde el Partido Comunista, en voz del diputado Barrera, ha sido para mostrar “preocupación” por las palabras del presidente de Chile. “Me preocupa -dijo- porque en estos momentos creo que necesitamos afianzar las relaciones, no tensarlas más… aquí hay un pueblo que se manifestó, que es soberano, y cuando uno dice que no reconoce a la persona que salió de este, entonces significa también que no está de acuerdo con la soberanía de la gente que lo eligió… yo hubiera esperado que lo reconociera». Cuesta creer que el PC vaya a tener, finalmente y de manera oficial, una opinión diferente. Para ellos el fraude perpetrado por Maduro, y más aún en la forma tan agresivamente descarada con que lo hizo, va a resultar como el dardo del hidalgo del poema de Rubén Darío, aquel que llevó al poeta a clamar “si me lo quitas, me muero; si me lo dejas, me mata”.

Seguir apoyando al régimen de Maduro le significará probablemente el rompimiento definitivo con el Socialismo Democrático y muy probablemente con el gobierno. Al Presidente Boric y al oficialismo le resultaría un peso muerto electoral la presencia de un PC que apoya sin tapujos a una dictadura capaz de llevar a cabo con impudicia los atropellos antidemocráticos que se permite Maduro. A media mañana del lunes ya los senadores Lagos Weber (PPD) y Juan Luis Castro (PS) habían manifestado francamente su incomodidad de permanecer coaligados con un partido que se permitiera hacer eso.

Pero si no apoya a Maduro y su régimen, el PC chileno perdería toda referencia identitaria. Pasaría a confundirse con los partidos social demócratas, liberales o demócrata cristianos que en el mundo repudian a esa dictadura y sus maniobras. Dejaría de ser lo que es, en suma, y parecería dispuesto a emprender el proceso de mutación que antes que él han emprendido otros partidos comunistas del mundo -el italiano quizás el más notable- que decidieron abrazar la democracia derribando las últimas barreras ideológicas que se lo impedían.

¿Cuál de los dos caminos adoptará el Partido Comunista de Chile? Eso es algo de lo que probablemente nos enteraremos en las próximas horas, si es que no ha ocurrido en el momento en que Usted está leyendo estas líneas.

Lo único seguro es que, entre las múltiples y diversas víctimas que se cobró la farsa electoral perpetrada por Maduro en su país, habrá de contar, también, a la coalición que gobierna el nuestro.

 

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